Queda apenas una semana para que aparezcan en Francia las memorias del rey Juan Carlos, pero el adelanto publicado por Le Point y las entrevistas que ha concedido a este semanario francés y a Le Figaro Magazine ya dan algunas claves sobre lo que cabe esperar del libro más esperado del año. Reconciliación –así se titula, y así llegará a las librerías españolas a comienzos de diciembre– es el libro que el rey nunca pensó escribir, el libro que se espera que ningún rey escribirá. Pero la abdicación, los escándalos en torno a su figura y el exilio que padece le han animado a hacerlo. Y a juzgar por lo que se sabe hasta ahora, no será un libro inocuo. Juan Carlos da por fin su versión de lo sucedido el 23-F y se extiende sobre su relación con Francisco Franco, el dictador que le designó heredero a título de rey.
El periodista de Le Figaro Charles Jaigu visita al rey emérito en Nurai, la isla de Abu Dabi donde se ubica la villa en la que vive, cedida por Mohamed Bin Zayed, presidente de Emiratos Árabes Unidos. "Olivos centenarios importados de España" rodean la piscina. Juan Carlos le recibe en forma, sin problemas para levantarse pese a la edad (87 años) y las operaciones, en un salón rodeado de algunos objetos queridos, un retrato suyo firmado por el pintor Hernán Cortés, una escultura de Lorenzo Quinn y un loro mudo con la cresta de los colores de la bandera de España. "Para ayudar a mi hijo, busqué un lugar donde los periodistas de mi país no pudieran encontrarme fácilmente", declara el rey desde su retiro, ya no tan secreto aunque sometido a estrictas medidas de seguridad y acceso. "¡La última vez que vino un periodista español, las autoridades locales lo metieron en la cárcel! Tuve que intervenir para sacarlo", revela.
El porqué de un libro
"Dudé en escribir este libro, pero poco a poco me di cuenta de que los hijos y nietos de mis amigos no tenían ni idea de quién era Franco ni de la transición democrática que siguió. ¡Y eso que los años 70 no están tan lejos! Pensé que era necesario aportar el testimonio directo de lo que viví durante 39 años al servicio de mi país". "Tengo la sensación de que me roban el relato de mi vida. Ha habido muchas mentiras y exageraciones en lo que se ha dicho de mí, entonces he querido contar mi historia, mi versión, a corazón abierto, y hablar de todos los temas con sinceridad", justifica.
La pluma la pone la escritora francesa Laurence Debray, fan declarada de Juan Carlos y autora de un libro previo, Mi rey caído, del cual Reconciliación es la continuación lógica. Antes lo habría intentado sin éxito con dos autores españoles cuyo nombre no se revela. Según el periodista de Le Figaro, Felipe VI habría presionado para que estas memorias no se publicaran, retrasando en parte su publicación y no se sabe si imponiendo algún tipo de lectura previa.
De Franco al 23-F
"Me van a atacar, tengo que comprar un escudo", bromea el rey acerca de la recepción que espera. Y es que Juan Carlos no duda en describir una relación casi filial con Franco y en ofrecer un retrato ponderado de su figura, en plena conmemoración gubernamental de los 50 años de su muerte. El dictador, dice, le nombró sucesor a título de rey consciente de sus convicciones liberales y de que con él llegaría la democracia. "¿Por qué mentir si fue él quien me convirtió en rey y, en realidad, lo hizo para crear un régimen más abierto?", declara al periodista francés.
El emérito también aprovecha el libro para poner negro sobre blanco su versión de lo sucedido el 23-F. En Reconciliación describe la cena que el presidente francés Emmanuel Macron ofreció en febrero de 2023 con motivo del ingreso de Mario Vargas Llosa en la Academia Francesa. Allí coincidió con Javier Cercas, que en su libro Anatomía de un instante desliza la ambivalencia del rey respecto a la intentona. "¿Cómo puedes creer que yo estaba involucrado?", le espetó al escritor. "No hubo un golpe, sino tres golpes. El golpe de Tejero, el de Armada y el de los políticos cercanos al franquismo. Alfonso Armada estuvo 17 años a mi lado. Le quería mucho y me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre", asegura Juan Carlos.
Corinna, "un error que lamento amargamente"
En sus memorias, Juan Carlos no se recrea en los escándalos que han marcado los últimos años de su vida, pero tampoco los esquiva. Explica que los 100 millones "donados" por el rey de Arabia Saudi, fuente de buena parte de sus problemas y que obligaron a Felipe VI a renunciar a su herencia paterna, fueron "una generosidad de un rey hacia otro".
Sí se muestra franco respecto a su relación con Corinna Larsen. "Fue un error que lamento amargamente" y que empañó su reputación "a ojos de los españoles" admite. "Tuvo un impacto nocivo en mi reinado y en mi vida familiar, erosionó la armonía y la estabilidad de estos dos aspectos esenciales de mi existencia, llevándome finalmente a tomar la difícil decisión de abandonar España (...). Aunque parezca banal", en ocasiones los hombres y las mujeres se ven "cegados hasta tal punto que no ven la evidencia (…). En esta caza al hombre, he resultado ser una presa fácil". Pero aclara que su debilidad fue "la de un hombre", no la de un monarca, y que Larsen "nunca interfirió en mis preocupaciones de rey por mi país".
Pese a todo, Juan Carlos, que asegura que preferiría el título de "rey padre" al de rey emérito, se rebela contra la necesidad de su exilio, forzado por "los deseos de la Casa Real y el Gobierno actual". "Ninguna guerra, ninguna investigación judicial me obligaba a ello. Frente a la presión de los medios y del Gobierno, tras la revelación de la existencia de una cuenta bancaria que tenía en Suiza y acusaciones totalmente infundadas de comisiones, decidí partir para no lastrar el buen funcionamiento de la Corona, ni perjudicar a mi hijo en el ejercicio de sus funciones de soberano", explica en un pasaje del libro. El monarca confiesa a Le Point los sinsabores de su vida en Abu Dabi. "Estoy resignado, herido por un sentimiento de abandono", reconoce. Y no consigue contener la emoción cuando piensa en ciertos miembros de su familia para los que ya no cuenta "y sobre todo en España".
"Di la libertad a los españoles instaurando la democracia pero nunca he podido beneficiarme yo mismo de esta libertad. Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por deber, que quienes se dicen mis amigos me han dado la espalda, me doy cuenta de que nunca he sido libre", se lamenta. "Vivo sin perspectiva, sin ninguna certidumbre de poder regresar a vivir a mi país, incluso si todos los asuntos jurídicos han sido cerrados y no hay nada en mi contra", pero "en pie frente a todo, por instinto de supervivencia, por fuerza de carácter". Y con la esperanza de "tener una jubilación tranquila, renovar la relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, regresar a España, a casa".
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