El juego no ha hecho más que empezar. Y Vox apenas ha dejado asomar sus cartas antes de poner el listado de condiciones sobre la mesa para facilitar que el PP conserve el gobierno autonómico extremeño, con o sin María Guardiola. El líder de la ultraderecha, Santiago Abascal, compareció ayer para dejar claras sus dos líneas rojas en lo que se prevén unas negociaciones de alta tensión: no apoyará nada que suponga entorpecer "el cambio" en Extremadura ni tampoco que obligue a Vox a "traicionar" a sus votantes. A saber lo que entiende por una cosa u otra. A diferencia, sin embargo, de la campaña electoral, ayer no exigió la cabeza de Guardiola como condición previa para sentarse. Otra cosa es cómo deriven los acontecimientos.
Los populares advierten preventivamente de que si decide ir por esa vía "se equivocará rotundamente". Primero, "porque en ningún caso otro partido nos va a cambiar de presidenta" y, segundo, "porque el mandato de las urnas respecto a Guardiola es muy claro. Los extremeños no han dejado lugar a dudas respecto a quién quieren que les gobierne". Llegan a calificar de "broma" el mero enunciado de esa posibilidad, mientras oficialmente desde el PP expresan su negativa a "entrar en especulaciones sobre lo que puede o no pedir Vox".
Génova cree que sería "sorprendente" que Vox pidiera entrar en el gobierno extremeño después de haberlo abandonado
Otra exigencia menos radical pero también lesiva para los intereses de Génova en general y de Alberto Núñez Feijóo en particular, pasa por tener que aceptar de nuevo a Vox en un gobierno de coalición. Abascal no cerró ayer esa puerta, pero en la dirección popular hablan de lo paradójico que resultaría que, en su momento, "decidieran salir del gobierno autonómico y ahora, con 4 puntos más de porcentaje de voto para Guardiola, quisieran entrar. Nos sorprendería mucho". La dirección nacional apuesta por un ejecutivo monocolor en Extremadura, siguiendo el modelo que Feijóo quiere para sí mismo.
El mismo respeto que Abascal reclama para sus votantes lo exigen también en el PP para los suyos y vuelven a apelar a la "proporcionalidad" de la que habló Feijóo ante su Junta Directiva Nacional este lunes. Puede interpretarse no solo como un recado a Vox, sino a la propia baronesa popular, quien ha protagonizado sonoros enfrentamientos con Vox y a quien delegan el peso de la negociación. El centro derecha y la ultraderecha suman el 60 por ciento del voto en un territorio que ha conocido treinta y seis años de gobiernos socialistas en solitario y en coalición. Todo un cambio de paradigma en el que era uno de los baluartes del PSOE.
Abascal no está dispuesto a regalar ni una abstención para la investidura
Pero aún siendo espectacular la subida de Vox, admiten en el PP, el 16,9 por ciento de voto obtenido este 21-D queda muy lejos del 43,18 de la popular. No les falta razón, pero Guardiola sólo ha subido un escaño (de 28 a 29) y se ha quedado a cuatro de la mayoría absoluta. Todo depende de dónde se ponga el acento en el análisis postelectoral. A la extremeña le valdría con la abstención de Vox para ser investida presidenta, pero Abascal no está dispuesto a regalar ni siquiera esa abstención aunque tenga que jugar con el riesgo de abocar a la región a una nueva repetición electoral.
En una entrevista al diario extremeño "Hoy", Abascal expuso durante la campaña que será el PP quien deba tomar una decisión "en favor de la prosperidad de Extremadura, de la seguridad en las calles y de la libertad de las familias. Nosotros no vamos a quitar o a poner candidatos de otros partidos, no nos compete salvo que las cosas se pongan muy feas". Es cierto que ayer no llegó a esta tesis, pero a nadie se le escapa que las relaciones de Bambú y la baronesa popular son muy malas. Ayer mismo, en rueda de prensa, Abascal acusó a Guardiola -a la que ha llegado a llamar "la Irene Montero de Extremadura"- de haber "arrebatado el cambio" que necesita Extremadura al no pactar los presupuestos de la región y convocar elecciones.
La negociación en Extremadura coincidirá con la precampaña y campaña en Aragón
En la dirección nacional del partido prefieren hacer un análisis mucho más sosegado. Sostienen que los voxistas tienen un margen de maniobra limitado para elevar demasiado el listón incluso tras el duro intercambio de mensajes entre ésta y Abascal en las últimas semanas. "Si las exigencias no son razonables, ya veremos cómo responde Aragón", dicen en referencia a la siguiente precampaña y campaña electoral, que arranca inmediatamente a la vuelta de las vacaciones de Navidad.
La Cámara extremeña deberá constituirse no más allá del 20 de enero y puede arrojar alguna pista respecto a si hay acercamiento con Vox. La presidencia de las asambleas suele ser moneda de cambio en los pactos postelectorales, así como la composición de las mesas parlamentarias. Es evidente que el PP querrá asegurarse el control de la misma. Tras este paso, se abre un nuevo periodo de quince días para proponer un candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura. La Cámara no puede hacerlo más tarde del 4 de febrero, ya en plena campaña electoral de otros comicios, los aragoneses del 8-F. De ahí que los populares defiendan que Vox no puede poner en peligro a Guardiola so pena de ser castigados en Aragón.
La primera sesión de investidura no puede ser más tarde del 19 de febrero
Tras el 4 de febrero vuelve a correr otro plazo máximo dos semanas para ir a la primera sesión de investidura, es decir, no después del 19 del mismo mes. Y como ocurre en la mayoría de los parlamentos, incluidas las Cortes Generales, si no consigue la confianza de la Cámara autonómica ni por mayoría absoluta ni simple, comienzan a correr dos meses desde la primera votación para volver a intentarlo o ir a una convocatoria automática de elecciones, a celebrar en el mes de abril.
Te puede interesar