Incendio en Pontevedra en 2017.
No hace falta que termine el año, ya sabemos que es el peor del decenio por número de grandes incendios forestales. De enero a 31 de noviembre se registraron en España 53 incendios forestales, según los datos de Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente (MAPAMA). Una cifra que eleva a 19 la media anual de grandes incendios en los últimos diez años.
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Hasta 30 de noviembre, según los datos de MAPAMA, se quemaron en España 176.587,62 hectáreas de superficie forestal, una cifra muy alta pero inferior a la superficie quemada en 2012 que 216.545 ha. Lo que deja a 2017 en el segundo peor año de la serie. El pero momento del año fueron la oleada de incendios que afectó a Galicia, Asturias y León que se saldaron con cuatro muertos y una superficie arrasada de 74.000 hectáreas.
“Lo ocurrido este año en Galicia, Portugal o actualmente el sur de California no se puede tratar como algo excepcional. Para mitigar los impactos de esta nueva era de incendios es fundamental que se tenga en cuenta el calentamiento global en la gestión preventiva y de extinción de los incendios”, asegura Mónica Parrilla, responsable de la campaña de Incendios de Greenpeace España.
En este año se ha podido constar como los incendios forestales han entrado en un nuevo estado, según los expertos, alimentados por el cambio climático son ingobernables para los servicios de extinción de incendios y dejan obsoletos los sistemas de prevención y de lucha contra el fuego que disponemos.
“Ante esta nueva era de incendios, los planes tradicionales de extinción han quedado obsoletos, y así queda reflejado con parches en las ampliaciones de campañas de extinción a última hora. La clase política no ha tenido en cuenta esta situación. Las campañas de extinción no pueden darse solamente en la época estival: incendios hay todo el año y no pueden planificarse a última hora”, asegura Parrilla de la organización ecologista.
Eduardo Rojas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, considera que la superficie quemada este año ha sido importante y superior a los años pasados. "No obstante, debemos considerar la extrema meteorología padecida con una sequía muy grave afectando a la práctica totalidad del país desde el verano de 2016 y que se ha prolongado hasta finales de año y a lo que se han sumado altas temperaturas desde la primavera hasta noviembre. Además tuvimos un episodio absolutamente anómalo como fue el paso de un huracán extratropical a mediados de octubre concentrando en esos días una parte importante de la superficie quemada". Considerando la gravedad meteorológica y el factor aleatorio de este tipo de riesgo la superficie quemada ha sido moderada en la línea de contención de los pasados 15 años y fruto de las considerables inversiones actuales en extinción".
la prevención integral que incluye el estado de nuestro montes no ha mejorado, fundamentalmente por indigencia presupuestaria estructural
Rojas, como decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, destaca otros dos aspectos relevantes en el análisis de este año. En primer lugar, "el importante episodio de incendios en Asturias en abril después de la aprobación de la reforma de su ley de montes y que elimina el acotado post incendio de las zonas quemadas, modificación sobre cuyos riesgos advertimos en su día y que lamentablemente no han tardado en manifestarse". Por otro lado, el decano señala que si bien las inversiones en extinción en su conjunto son suficientes, "la prevención integral que incluye el estado de nuestro montes no ha mejorado, fundamentalmente por indigencia presupuestaria estructural (los montes reciben por unidad de superficie 30 veces menos recursos: 400 respecto a 12 €/ha/año), minifundio, la caótica situación de la creciente interfaz urbano-forestal, la despoblación interior, el abandono de la agricultura extensivsa y un excesivo y descoordinado intervencionismo administrativo por lo que si no se abordan dichas causas la eficacia alcanzada en la extinción se verá cada vez más fuertemente condicionda". Problemas todos que esperan al monte en 2018.