El telescopio espacial James Webb ha logrado una imagen directa del exoplaneta más ligero observado hasta la fecha, un gigante gaseoso de masa comparable a la de Saturno. Bautizado como TWA 7 b, el planeta orbita alrededor de la joven estrella TWA 7, situada a unos 34 años luz de la Tierra, en la constelación de Hidra, y representa un nuevo hito en la exploración de mundos fuera del sistema solar.

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El hallazgo ha sido publicado en la revista Nature por un equipo internacional de astrónomos liderado por un investigador del CNRS francés. La observación ha sido posible gracias al coronógrafo de fabricación francesa instalado en el instrumento MIRI del telescopio, una tecnología que bloquea la luz de la estrella central para permitir el estudio de objetos más tenues a su alrededor.

TWA 7 b tiene una masa aproximadamente un 30 por ciento de la de Júpiter, y se encuentra inmerso en un disco de escombros de polvo y gas en torno a su estrella, que apenas tiene 6,4 millones de años –el Sol, en comparación, tiene unos 4.600 millones de años.–. Esta región es ideal para estudiar la formación planetaria, ya que se encuentra en una fase temprana del desarrollo de un sistema solar.

Un avance clave

La imagen obtenida muestra al planeta dentro de un anillo especialmente estrecho del disco, flanqueado por dos zonas vacías. Las simulaciones indican que el propio planeta podría ser el responsable de esculpir esa estructura, generando un patrón de anillo y hueco coincidente con las observaciones. El descubrimiento ofrece una visión directa de cómo los planetas interactúan con el material circundante durante su formación.

Desde la confirmación del primer exoplaneta en los años noventa, se han identificado cerca de 6.000 de estos cuerpos. Sin embargo, la mayoría han sido detectados por métodos indirectos, como el tránsito o la velocidad radial. Obtener imágenes directas sigue siendo una tarea extremadamente difícil, debido a la cercanía aparente entre planeta y estrella y al contraste de brillo entre ambos.

El uso del coronógrafo y la sensibilidad del Webb en el rango del infrarrojo medio han abierto nuevas posibilidades para observar planetas más pequeños y ligeros, más cercanos en masa a los de nuestro sistema solar. Según los autores del estudio, este avance permitirá caracterizar con mayor precisión las interacciones entre planetas y discos protoplanetarios, y allana el camino para identificar otros mundos potencialmente habitables con las futuras generaciones de telescopios.

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