Las tormentas solares que durante los últimos días han impactado en la Tierra se encuentran entre las más fuertes desde que hay registros. Eventos como el que el miércoles comunicó la Agencia Espacial Europea (ESA) recuerdan la necesidad de estar preparados para un tipo de fenómenos cuyo impacto en nuestra vida puede ser alto, especialmente si no se está preparado. Los meteorólogos espaciales lo tienen claro: no lo estamos. Esta semana hemos tenido suerte. 

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Jorge Amaya, coordinador de los modelos de meteorología espacial de la ESA estuvo muy pendiente la noche del miércoles de la evolución de la tormenta. “Alrededor de la medianoche llegó la eyección de masa coronal a la Tierra. Estábamos esperando ver cómo de impactante podría ser el evento, finalmente las propiedades del plasma que nos alcanzó llegó de una forma que no causó impactos muy graves”. Le preguntamos si podría haber sido más grave. “Sí, puede haber eventos de mucha más energía, de mucha más velocidad y con una configuración diferente y que pueden causar impactos muy severos", contesta. 

Es sabido que las tormentas solares pueden impactar gravemente en algunas zonas de la Tierra, es una cuestión de tiempo que estas ocurran. Amaya advierte de que este tipo de episodios son cuestión de probabilidades que se elevan con el paso del tiempo. “No hemos visto tormentas como estas y las de 2024 en mucho tiempo, pero lo más fuerte que hemos visto fue hace 160 años. Fue el evento Carrington, es un evento que debería -en teoría- ocurrir una vez cada 100 años y no lo hemos visto en 160 años, así que puede ocurrir mañana o puede ocurrir en 50 años”, explica. 

Los meteorólogos espaciales no saben con certeza cómo es la naturaleza concreta de lo que se dirige a la Tierra desde el Sol hasta que no está muy cerca. “Podemos tomar imágenes del Sol desde muy lejos, pero el campo magnético, por ejemplo, es una propiedad que tienes que medir con un instrumento a su paso para saber como es de fuerte y esa es una de las propiedades importantes del plasma. No tenemos ningún satélite muy cerca al Sol. Los satélites más cercanos están en lo que llamamos el punto L1, que está en el 1% de la distancia al Sol. Es decir, muy cerca de la Tierra. Cuando medimos ese campo magnético ya está a unos minutos de llegar hasta nosotros y no podemos reaccionar”, asegura el meteorólogo de la ESA.

“Si ese campo magnético en vez de ser norte hubiera sido sur, anoche habríamos tenido serios problemas porque la velocidad en torno a los a los eh 900 km por segundo habría generado problemas serios”, afirma Consuelo Cid Tortuero catedrática en Física y Matemáticas e investigadora del grupo de Meteorología Espacial de la Universidad de Alcalá de Madrid. ¿Alguien tenía certeza de que iba a ser norte en vez de sur?, le preguntamos. “Eso no lo sabía nadie en el mundo, científicamente eso es uno de los puntos que ahora mismo están abiertos y donde todos estamos investigando”, contesta la investigadora. ¿Hemos tenido suerte? “Sí, hemos tenido suerte”, asegura.  

Magnetograma del 28 de agosto de 1859.
Magnetograma del 28 de agosto de 1859. | British Geological Survey.

Un evento Carrington en el siglo XXI

En 1859 se produjo la mayor tormenta solar de la que se tiene registro, es conocido como evento Carrington por su observador, el astrónomo Richard Carrington. Las auroras boreales fueron visibles en América del Sur y causó fallos en los telégrafos de Europa y América del Norte.

Preguntamos al experto de la ESA si el aviso que nos llegó de su organización podría haber sido catastrófico. “Sí, podría. Tenía para nosotros, en lo que estábamos viendo en los datos iniciales, un evento muy importante porque lo que vimos fue una eyección [solar] muy rápida, con ruido de radio en las señales, cuando la recibimos, que interrumpió ciertas ondas de radio en la Tierra causadas por una por una llamarada solar que fue muy fuerte. Las siguientes horas observamos las imágenes y vimos que había algo que estaba creciendo en el Sol y que se estaba dirigiendo hacia nosotros. Una vez tienes observaciones, calculas la velocidad con la que se está acercando y haces una predicción de cuánto tiempo va a tomar llegar aquí, de qué  velocidad trae, pero hasta que no llegue hasta un punto donde puedas observarlo, no sabes cuál es la densidad, no sabes cuál es la temperatura, no sabes cuál es la configuración magnética. Así que puedes hacer muchas suposiciones, la podemos tratar de hacer unas ciertos modelos para intentar ver los impactos, pero es únicamente casi que unos ciertos minutos antes de llegar a Tierra que podemos estar más seguros de qué es lo que se está acercando hacia nosotros”, asegura.

Sin sistemas de alerta

Ante esta situación en la que los científicos detectan un riesgo que puede afectar a sistemas fundamentales para nuestra vida como la red eléctrica, los satélites o los sistemas de navegación por GPS, preguntamos a Jorge Amaya qué se hace en esos casos, si se activa algún tipo de protocolo de seguridad. ¿Qué tipo de protocolo se activó?

“Hoy en día no tenemos un servicio operacional de alarmas de meteorología espacial en Europa. Hay algunos servicios de nacionales, como por ejemplo en Reino Unido, produce ciertas advertencias; en Holanda y en los países nórdicos tienen otro servicio, que son un poco más operacionales, pero no hay un servicio coordinado europeo todavía. Lo que tenemos en este momento en la Agencia Espacial Europea son servicios que llamamos preoperacionales. Son servicios que mantienen datos casi en tiempo real y que nos permiten ver esta evolución de las tormentas, pero no nos permiten activar alarmas y contactar personas que puedan ser afectadas o contactar gobiernos para avisarles que que haya una tormenta que se está acercando. Así que nos toca hacerlo un poco de forma informal”.  Por informal se refiere a avisos no protocolorizados que hacen llegar a instituciones y empresas que les han pedido estar al día de situaciones como las de estos días. 

“Estamos tratando de construir un sistema que se vuelva operacional y estamos trabajando con la Comisión Europea para crear ese servicio operacional a nivel europeo que produzca estas alarmas para los servicios que más lo necesitan”, explica Jorge Amaya. “Estamos trabajando de forma continua con otros actores europeos para crear conocimiento de los riesgos y para tratar de promover acciones que permitan activar protocolos para en caso de un de un evento similar”, añade.

Preparación ante tormentas solares

Ante la imprevisibilidad de las tormentas solares, los científicos llevan años avisando de su impacto. “Esto es serio y no sé si alguien se lo está tomando con la seriedad que requiere o quien debería de tomárselo con la seriedad que requiere se lo está tomando”, afirma Tortuero, quien esta semana ha vivido con intensidad, sin “despegarse de la pantalla” las distintas oleadas que se han producido de tormentas solares.

“Tenemos que estar preparados. No es necesario que como ciudadanos nos preocupemos mucho de esto porque no creo que esta imagen de que toda la sociedad se va a destruir por un evento solar, no creo que esto vaya a ocurrir, pero sí es posible que empresas vengan problemas económicos y si afecta un un sistema muy clave, eso sí que puede ser un problema mayor. Ya lo has visto con el apagón que hubo en España hace unos meses. Es importante dar con los puntos problemáticos, encontrar cuáles son los puntos que pueden causar un problema sistémico”, reflexiona el meteorólogo de la ESA.
En este sentido la Agencia Espacial Europea ha propuesto nuevas misiones para acercarse más al Sol. Si se mide el campo magnético a un 10% de la distancia de la Tierra al Sol “podríamos tener varias horas de aviso que nos darían mucha más información para estar más seguros”, afirma Amaya. Algo que este meteorólogo espera que empiece a ocurrir a mediados de la década de 2030. ¿Mientras tanto? Suerte.

Cómo se produce una tormenta solar

Las tormentas solares se producen por grandes explosiones en la superficie del Sol. Son lo que se conoce como fulguraciones que, a veces, van acompañadas de Eyecciones de Masa Coronal (CME [Coronal Mass Ejection], por sus siglas en inglés). Cuando se produce una gran explosión en el Sol que emite plasma solar al espacio perturban el flujo del viento solar que, dependiendo de dónde se produce en el Sol, puede alcanzar a la Tierra. El hemisferio norte es la zona del planeta más susceptible de recibir el impacto de un fenómeno de esta naturaleza. 

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