Aún no hay confirmación oficial por parte de la NASA. Pero Richard Stephenson, un trabajador del Complejo de Comunicaciones del Espacio Profundo de Canberra (Australia) -un centro que pertenece a la red de la agencia aeroespacial americana- ha dado motivos para creer que es posible recuperar el contacto con la sonda Voyager 1.

Hablamos del objeto fabricado por humanos que más se ha alejado de la Tierra, y de la primera nave de la historia en navegar por el espacio interestelar. Una misión histórica que, sin embargo, parecía en vía muerta desde noviembre de 2023, cuando la sonda dejó de enviar datos legibles.

"El FDS MEMUPD -el componente que daba problemas- funcionó según lo previsto. No se intentó cambiar la velocidad de bits ni volver a la frecuencia subportadora inferior, pero ahora se están recibiendo datos de telemetría. Son pequeños pasos, pero por primera vez en un par de meses me siento realmente optimista", expresó Stephenson en su cuenta personal de X, anteriormente Twitter. Sin embargo, en un mensaje posterior aseguró que la NASA será la encargada de confirmarlo cuando "estén seguros de que tienen una solución permanente".

La Voyager 1 está actualmente a más de 24 mil millones de kilómetros de la Tierra. A esa distancia las comunicaciones son complejísimas, porque una señal de radio tarda 22,5 horas en llegar a la nave espacial y otras tantas en volver. Por eso los científicos son siempre muy cautos. Pero, después de meses de 'silencio', muchas voces apuntaban a que la nave se había perdido para siempre. No obstante, el optimismo de Stephenson obliga a replantearlo todo.

Cabe recordar que el pasado 13 de marzo la NASA emitió un comunicado donde explicaba que el fallo parecía estar en el subsistema de datos de vuelo (FDS), que es responsable de empaquetar los datos de ciencia e ingeniería antes de que la unidad de modulación de telemetría los envíe a la Tierra. Pero aseguraron que días antes, el 3 de marzo, el equipo científico detectó datos legibles, que pudieron decodificar para descubrir que contenían una lectura de toda la memoria del FDS. Algo que "potencialmente" les permitiría descubrir el origen del problema e idear una posible solución. Aunque ponerla en práctica, afirmaron entonces, "llevará tiempo".

Naves gemelas para explorar lo desconocido

La Voyager 1 se lanzó el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral, a bordo de un cohete Titan-Centaur. Días antes, el 20 de agosto, se había lanzado su nave gemela, la Voyager 2, que es idéntica a su hermana y es la segunda nave que más se ha alejado de la Tierra. Pero aunque despegó más tarde, la Voyager 1 tenía una ruta más rápida, lo que propició que saliera del cinturón de asteroides antes y adelantara a la Voyager 2 en diciembre de ese mismo año. Desde entonces las sondas habían propiciado descubrimientos sin precedentes. Y la NASA presumía de que, casi 50 años después, seguían funcionando como "campeonas".

El objetivo principal de las naves era explorar Júpiter y Saturno. Aunque una vez lo consiguieron la Voyager 2 se desvió para 'visitar' también Urano y Neptuno, siendo la única que lo ha conseguido hasta el día de hoy. Cuando cumplieron con sus objetivos, y contra todo pronóstico, siguieron adelante, alejándose cada vez más de la Tierra. Hasta que en agosto de 2012 la Voyager 1 hizo historia al convertirse en la primera nave en acceder al espacio interestelar, una región plagada de material expulsado por la muerte de estrellas cercanas hace millones de años. Seis años después, en noviembre de 2018, su hermana gemela siguió su camino.

El coste total de la dos sondas fue de 865 millones de dólares, una cifra que la NASA considera una "ganga" si se coloca en perspectiva. Y es que, después de que la Voyager 2 pasara por Neptuno, ambas naves espaciales habían capturado 67.000 imágenes y habían devuelto a la Tierra un total de cinco billones de bits de datos científicos, suficientes para llenar más de siete mil CD de música.

La "Película Azul" original de la Voyager (llamada así porque fue creada a partir de imágenes de filtro azul). Registra la aproximación de la Voyager 1 durante un período de más de 60 días a Júpiter. NASA

Entre las dos exploraron todos los planetas gigantes de nuestro sistema solar; 48 de sus lunas y el sistema único de anillos y campos magnéticos que poseen esos cuerpos celestes. En todo este tiempo había habido algunos problemas de comunicación, pero siempre se habían logrado arreglar. Y hay que decir que ahora, mientras esperamos la confirmación de que la Voyager 1 sigue operativa, su hermana sigue funcionando con normalidad.

Como curiosidad, ambas naves espaciales incorporan un disco fonográfico de cobre chapado en oro de 12 pulgadas que contiene sonidos e imágenes seleccionados para retratar la diversidad de vida y cultura en la Tierra. Por si alguien, alguna vez, las encuentra. El contenido del disco fue seleccionado por un comité presidido por el legendario astrónomo y divulgador Carl Sagan, que reunió junto a su equipo 115 imágenes y una variedad de sonidos naturales, a los que añadieron selecciones musicales de diferentes culturas y épocas y saludos hablados en cincuenta y cinco idiomas distintos.

Esta vista psicodélica en falso color de Saturno obtenida por la Voyager 2 revela la estructura de las nubes en bandas del planeta. NASA

Todo esto se ha conseguido gracias a un aprovechamiento máximo de todos y cada uno de los sistemas. La potencia actual de las naves es de unos 249 vatios, y cuentan con una antena que capta información a partir de una señal 20 mil millones de veces más débil que la de un reloj digital electrónico moderno. Y sin embargo, la resolución de sus cámaras es lo suficientemente nítida como para leer el titular de un periódico a una distancia de 1 km, cuentan con una protección autónoma contra fallos y fueron diseñadas para resistir dosis de radiación hasta mil veces superiores a los niveles letales para los humanos. Pero quizás lo más impactante sea la eficiencia de su combustible, que ha sido máxima, en parte porque las naves han utilizan los campos de gravitación de los planetas para propulsarse.

En su momento la NASA aseguró que, salvo fallos graves, las Voyager podían seguir siendo operativas hasta alrededor de 2025, aunque esa fecha parece hoy muy cercana. Así que está por ver hasta dónde llegan las naves. A lo largo de los siglos los astrónomos han discutido dónde está el límite del sistema solar, y una de las posiciones más aceptadas es que se encuentra en un punto más allá de la Nube de Oort, un conjunto de miles de millones de cuerpos helados que rodea a nuestro sistema solar como una cáscara, donde la gravedad del Sol ya no domina. Pero para llegar allí y superar otra barrera las Voyager deberían navegar casi 40.000 años más.

Los hallazgos de Voyager 1

La Voyager 1 alcanza una velocidad de casi 61.000 km/h. Fue también la primera nave espacial en cruzar la heliosfera, el área límite entre el viento solar y el interestelar donde las influencias fuera de nuestro sistema solar son más fuertes que las de nuestro Sol, y que se considera la "frontera final". Cuando llegó a Júpiter descubrió un delgado anillo que cruza alrededor del planeta, dos lunas más del gigante gaseoso (Tebe y Metis) y un grupo de al menos ocho volcanes activos que arrojan material al espacio desde otro de los satélites, Ío. Lo que lo convierten en uno de los cuerpos planetarios geológicamente más activos del sistema solar, si no el que más.

Los ingenieros aseguran la portada del Disco de Oro de la Voyager 1 en esta imagen de archivo de 1977. NASA

En Saturno la Voyager 1 encontró cinco lunas nuevas y un sistema de anillos que consta de miles de bandas, nubes transitorias en forma de cuña de partículas diminutas en el anillo B, que los científicos llamaron "radios", un nuevo anillo (el "anillo G") y un "anillo pastor". Y destapó que la atmósfera de la luna Titán estaba compuesta por un 90% de nitrógeno. Y las perspectivas no acababan ahí, porque hasta estos últimos problemas la nave tenía cuatro instrumentos aún operativos.

Por su parte, la Voyager 2 se encuentra a 20,39 mil millones de kilómetros de la Tierra, y alcanza una velocidad de 55.057 km/h. Sigue siendo la única nave espacial que ha estudiado los cuatro planetas gigantes del sistema solar a corta distancia. Y en su aventura descubrió una decimocuarta luna en Júpiter, 10 satélites más en Urano (y dos anillos nuevos) y otras cinco lunas, cuatro anillos y una "Gran Mancha Oscura" en Neptuno. Y aún tiene siete instrumentos en funcionamiento.