A los madrileños les está saliendo cara la gran nevada que trajo Filomena. Además de los daños en el arbolado, negocios, calles, caídas y molestias en el transporte y en la recogida de basuras hay que sumar la subida de contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2). Una contaminación que además de nociva para la salud puede afectar a los bolsillos de todos los españoles, no sólo de los madrileños, porque Bruselas tiene a Madrid en el punto de mira por su contaminación y puede multar a España. 

Las imágenes desde el aire distribuidas por Greenpeace estos días muestran cómo la boina de contaminación se ha instalado sobre nuestras cabezas. El olor a tubo de escape es apreciable desde las viviendas de los madrileños, la concentración de dióxido de nitrógeno ha hecho activar el protocolo de contaminación del aire desde el domingo y hasta el martes la ciudad estará con limitaciones de velocidad en la M-30 y accesos a la capital.

“La contaminación se disipa por movimientos verticales del aire, burbujas de aire que suben [turbulencias]y por movimientos horizontales, ahora tenemos las condiciones ideales, calma chicha, inversiones térmicas [que impiden que suba la contaminación] y nieve en el suelo”, explica a El Independiente Cayetano Torres, Delegado de Agencia Española de Meteorología (Aemet) en Madrid. 

Tras la histórica nevada, que limpió el aire de la capital, llegó la ola de frío y el anticiclón, una combinación mala para el aire que respiramos en una ciudad con muchos emisiones de contaminantes. “La calidad del aire depende de la situación atmosférica y de las fuentes emisoras. Cuando hay un anticiclón se forma una inversión de subsidencia, “una inversión de subsidencia lo que significa es que el perfil de temperatura está invertido, a más altura más temperatura. Esto ha producido que hubiera temperaturas más altas en Alcalá de Henares que en el puerto de Navacerrada”, asegura Torres.  Esto causa que las emisiones contaminantes no suban y se encuentren más bajas, haciendo más visible la boina de contaminación y detectándose por las estaciones que miden las emisiones.

A la inversión de subsidencia hay que añadir la presencia de hielo en el suelo, “la nieve no permite que la radiación del Sol caliente el suelo y como no se calienta no hay turbulencia -no hay movimientos verticales de calor- en esas capas y no puede subir", añade el experto de Aemet.

El resultado es un sándwich en el que se queda atrapada la contaminación en la capa donde nosotros respiramos. “Lo que se emite en coches, motos y calefacciones sube a la atmósfera y al encontrarse con inversiones no se disipa, se queda en las primeras capas de la atmósfera todo acumulado, como si hubieran puesto una carpa gigantesca en Madrid y eso añadido a que en los anticiclones hay poco viento horizontal hace que el hollín, las partículas y el humo no se muevan. Todo lo que producimos se queda con nosotros”, afirma Torres. 

La calefacción principal sospechosa

“Es muy difícil en un episodio concreto de contaminación saber  quién es el primer responsable, porque es un mix de fuentes emisiones”, explica Adrián Fernández de Greenpeace a El Independiente. El menor tráfico rodado de estos días apunta a que la calefacción ha sido el principal emisor en este episodio, dadas las bajas temperaturas de estos días. “Los vehículos son, según el Inventario de Emisiones de la Comunidad de Madrid, los responsable del 64% de las emisiones de óxidos de nitrógeno, pero tiene sentido que sea más la calefacción. En cualquier caso lo que tenemos claro es que la responsabilidad es de los combustibles fósiles, sea en calefacciones o en coches”, asegura Fernández.