Con copas de champán y bajo un sol inclemente, los activistas de la organización pro derechos animales PETA celebraron este domingo el cierre del Miami Seaquarium, un parque marino inaugurado en 1955 y convertido durante años en blanco de denuncias por maltrato animal. La organización, que encabezó las protestas más persistentes contra el cautiverio de la orca Lolita, considera el cierre un "hecho histórico", aunque el desenlace judicial del caso aún no está cerrado.
En la verja de cemento del acuario, una manifestante pegó un cartel que rezaba "cerrado por crueldad animal" y que el personal de seguridad retiró de inmediato. Fue un gesto simbólico, repetido después de más de medio siglo de quejas, demandas e informes oficiales que cuestionaron las prácticas del parque.
"Después de más de 50 años de encerrar animales en tanques pequeños y negarles todo lo que es natural para ellos, por fin está cerrando hoy el Miami Seaquarium", declaró a EFE la activista de PETA Wendy Fernández.
Medio siglo de cautiverio
Lolita, también conocida como Tokitae, fue capturada en 1970 en aguas del noroeste del Pacífico y vivió en el Seaquarium durante más de cinco décadas. Murió en 2023, a los 57 años, por una afección renal, justo cuando se planeaba su traslado a un santuario marino. Su caso se convirtió en emblema de la lucha contra la exhibición de mamíferos marinos en cautiverio.
Además de la orca, otras muertes bajo el cuidado del parque alimentaron las críticas de organizaciones defensoras de los animales. Un informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ya había documentado violaciones en las condiciones de los tanques –niveles de cloro, exposición al sol, incompatibilidad entre especies– y deficiencias en la atención veterinaria que habrían provocado sufrimiento y muertes a los animales.
PETA y otras asociaciones instaron al propietario del parque, The Dolphin Company, a evaluar el estado de los animales restantes y trasladarlos a santuarios donde pudieran recibir atención adecuada.
Un cierre en los tribunales
La clausura, sin embargo, no ha sido tan limpia como el gesto de descorchar una botella. En 2024, el condado de Miami-Dade canceló el contrato de arrendamiento con The Dolphin Company, alegando incumplimientos sanitarios y deterioro de las instalaciones. La empresa se negó a desalojar el recinto, lo que derivó en un litigio que hoy se superpone con un proceso de bancarrota federal abierto en marzo pasado.
Bajo ese procedimiento, la compañía fijó el 12 de octubre como "cierre de operaciones" para facilitar la transición de propiedad a un nuevo operador. El condado ha pedido al juez de quiebras que declare finalizado el contrato y permita avanzar el proceso de desalojo estatal, al sostener que el arrendamiento carece ya de validez.
El grupo inmobiliario Terra Group ha acordado pagar 22,5 millones de dólares para asumir el arrendamiento del parque, aunque la operación todavía debe ser aprobada por la Corte de Quiebras de Delaware, que celebrará audiencia el próximo viernes.
Mientras tanto, frente a las puertas del Seaquarium, los activistas brindaron por lo que consideran una victoria moral y política: el fin de un símbolo de la vieja industria del entretenimiento animal. Entre aplausos y consignas, se oía un eco que repetían desde hace años: “Lolita, ya eres libre”.
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