La escalada de temperaturas que el planeta está viviendo a causa del cambio climático ha provocado que haya que reorganizar y replantear las escalas que habitualmente se utilizaban para distinguir las alertas, porque se están quedando cortas. Pasó, por ejemplo, con la paleta de colores que algunos meteorólogos empleaban. Y está pasando también con las temperaturas nocturnas, que han experimentado un aumento a la par que las diurnas durante las últimas décadas.

Hasta el momento existían dos términos que se empleaban habitualmente para establecer una especie de clasificación entre las noches más calurosas. Por un lado, como ya explicó a El Independiente el portavoz de Aemet, Rubén del Campo, se denominan noche tropicales a aquellas en la que la temperatura mínima es igual o superior a 20 grados. Un concepto que, como detalló el meteorólogo, en realidad no es correcto, porque esas temperaturas mínimas superiores a 20 grados se dan también ampliamente fuera de los trópicos.

Por otro lado, las noches que superan los 25 grados de mínima se denominan noches tórridas o ecuatoriales. Estos dos conceptos se han extendido ampliamente en los últimos años en el ámbito periodístico, pero también en el meteorológico, incluso a nivel internacional. Pero recientemente se ha añadido una tercera categoría.

Se trata de las llamadas noches infernales, que son aquellas que no bajan de los 30 grados. En nuestro país eran casi inexistentes, pero en los últimos años, según un reciente informe del Observatorio de Sostenibilidad, ya se han registrado hasta cinco: tres en Melilla, una en Jaén y otra en Almería. El mismo estudio alerta de que desde 1975 hasta 2022 el número de noches tropicales anuales en España se ha duplicado, mientras que el número de noches tórridas se ha triplicado.

La razón parece clara: el aumento de la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor. "En 2022 tuvimos a 41 días de ola de calor, una cifra que nunca se había registrado y que duplica la media de los últimos 10 años", explicaron desde el Observatorio de Sostenibilidad. Y añadieron: "Desde 2015 todos los años han presentado extraordinaria gravedad respecto a las olas de calor, convirtiéndose casi en una nueva normalidad cuando anteriormente, excepto en 2012, 2003 y 1991, eran casi anecdóticas"

La duración de las olas de claro también se ha duplicado en el mismo periodo. Y su extensión se ha ampliado, alcanzando el máximo de 4o provincias afectadas. Los datos demuestran que 2022 fue dramático en este aspecto, al ser el año con la anomalía más alta de temperatura registrada (4,5 ºC), superando todos los registros anteriores.

Riesgos de las altas temperaturas

Desde el Observatorio tienen claro qué nos espera los próximos años: "Las previsiones para el futuro es que cada vez habrá más noches tropicales, tórridas e infernales, y que las olas de calor serán cada vez más frecuentes y presentaran más intensidad y duración, por lo que es obligatoria la adaptación al cambio climático y todas las políticas que se realicen deben de tener en cuenta estas evidencias, porque esto tiene graves consecuencias sobre la salud".

"Los seres humanos tenemos la necesidad de mantener el cuerpo a una temperatura constante. Por eso las temperaturas muy altas por la noche juegan un papel muy importante, porque no permiten que nuestro cuerpo se enfríe y nos impiden tener un momento descanso. Estas noches infernales lo ponen mucho más difícil por lo que suponen a nivel de estrés térmico", sostiene Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S).

El experto explica que las señales de que la temperatura en todos los lugares del planeta está subiendo y cada vez cruzaremos umbrales más cálidos son inequívocas. Algo que, además, impacta de manera directa en actividades claves para la economía, como la agricultura, así como en el medio ambiente, en la fauna y en la flora. Por eso asegura que es clave adaptar las ciudades: "La parte del sur de Europa es una zona de riesgo. Todo el sistema climático esta cambiando, y nosotros nos estamos acostumbrando ya a un mundo muy distinto del que había cuando se construyeron nuestras ciudades. Pero podemos influir un poco para que el ambiente sea más llevadero".

Desde el Observatorio de Sostenibilidad llegaron a la misma conclusión después de realizar el informe: "Es urgente adaptar las ciudades a estos aumentos de temperatura, porque pueden hacer que el calor aumente todavía más a causa del fenómeno de la isla de calor, que hace que en el centro de las ciudades puedan llegar a registrarse hasta ocho grados más a causa del asfalto, el cemento y falta y de circulación del aire, de vegetación y de parques".

Un fenómeno que, según explican, es especialmente notorio en nuestro país. Y es que según sus datos la temperatura en las ciudades españolas ha subido el doble que la media mundial en 50 años. Por ello, desde el Observatorio señalan que es necesario eliminar el tráfico de vehículos de combustibles fósiles en el centro de las ciudades y aumentar el número de zonas de agua, como humedales o fuentes, además de desarrollar medidas de alerta temprana y comunicación a la población con mayor riesgo y encontrar solución a la pobreza energética que muchas veces acompaña a las poblaciones más vulnerables.