Durante años, Jared Leto ha cultivado con esmero una imagen ambigua: actor metódico, cantante mesiánico, figura inclasificable en la cultura pop contemporánea. En torno a él, sus seguidores –muchos jóvenes, muchos mujeres– han construido una devoción que ha ido más allá de lo estético o musical. Pero ahora, a sus improbables 53 años –aparenta bastantes menos–, el actor y líder de Thirty Seconds to Mars –actuará en el festival Mad Cool de Madrid el 10 de julio– enfrenta algo más que ironías sobre su atuendo o su ego: un reportaje de AirMail recoge los testimonios de nueve mujeres que describen patrones persistentes de comportamiento inapropiado con menores de edad o mujeres muy jóvenes, algunos de ellos remontándose a mediados de los años 2000.

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La pieza, firmada por Elena Clavarino, no se limita a recoger rumores ni se apoya en suposiciones. Las voces que aporta dan cuerpo a lo que varias fuentes califican de "secreto a voces" en ciertos círculos de Los Ángeles: la presencia habitual de Leto en fiestas privadas donde predominaban chicas adolescentes, sus aproximaciones directas a menores en lugares públicos, llamadas telefónicas a horas intempestivas y conversaciones de tono sexual con chicas que no superaban los 16 o 17 años. En algunos casos, los encuentros descritos derivaron en situaciones incómodas, humillantes o directamente agresivas.

Figura seudoespiritual

El culto a Leto no es solo una figura retórica. Desde hace años, el propio cantante ha promovido una estética seudoespiritual a través de Mars Island, un retiro musical en una isla croata que él mismo define como "experiencia inmersiva". Los asistentes, vestidos con túnicas y dispuestos en procesiones silenciosas, imitan los gestos del músico-actor en imágenes que recuerdan deliberadamente a un mesías posmoderno. "Sí, esto es una secta", escribió su banda en redes en 2019, sin atisbo de ironía.

En ese mismo periodo, según el reportaje de AirMail, seguía vigente un patrón: la búsqueda –mediante asistentes, fiestas privadas o mensajes directos– de mujeres muy jóvenes, a menudo con aspiraciones en la música o la moda, a quienes Leto cortejaba con una mezcla de halago, distancia y manipulación. Uno de los casos más llamativos es el de la DJ y productora Allie Teilz, que afirmó en redes haber sido agredida por Leto cuando tenía 17 años. Su testimonio, lejos de ser aislado, desencadenó una ola de mensajes similares, muchos de ellos compartidos en privado.

Leto lo niega todo

Las respuestas del entorno de Leto han sido tajantes: niegan todos los hechos y los califican de "rotundamente falsos" o "demostrablemente infundados". Atribuyen los rumores a chismes reciclados de tabloides y destacan que el artista lleva más de 35 años sin consumir drogas ni alcohol. También apuntan a supuestas contradicciones o cambios de versión en algunos testimonios. Pero el volumen, la coherencia y la naturaleza prolongada de las acusaciones arrojan dudas difíciles de despejar con desmentidos genéricos.

No es la primera vez que Jared Leto se ve envuelto en una polémica. En 2016, durante la promoción de Suicide Squad, se le acusó de enviar regalos extraños –condones usados, una rata muerta– a sus compañeros de reparto como parte de su "preparación actoral". Lo que entonces se leyó como excentricidad o exceso interpretativo cobra otro matiz a la luz del actual contexto.

El reportaje de AirMail se limita a documentar con detalle cómo ciertas dinámicas, aceptadas o ignoradas durante años en la industria del entretenimiento, hoy se reinterpretan bajo una nueva sensibilidad, más atenta a los desequilibrios de poder, la edad y el consentimiento. Leto, que ha sido premiado con un Óscar y admirado por su versatilidad, enfrenta ahora no una cancelación inmediata, sino un lento ajuste de cuentas.

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