"Democracia o rebelión". Decenas de miles de israelíes, que entonan este lema, se han concentrado en las inmediaciones del Tribunal Supremo y de la Knesset en Jerusalén, donde han bloqueado carreteras, así como en otras ciudades del país como Tel Aviv y Haifa, para denunciar la aprobación de la ley contra el principio de racionalidad, que permitía a la Corte revisar las decisiones del Gobierno. Es la primera ley de la controvertida reforma judicial. El enfado ciudadano por la deriva autoritaria del gobierno va in crescendo. La policía ha tratado de dispersarlos con cañones de agua. Dieciocho manifestantes han sido arrestados.

En la protesta en Jerusalén, Nadav Argaman, ex jefe del Shin Bet (Servicio de Inteligencia), en el puesto hasta 2021, ha dicho que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, está "en manos de una coalición que ha perdido el contacto con la gente". Ha asegurado también: "Vamos a luchar con todos los instrumentos a nuestra disposición".

La oposición se ha ausentado en pleno de la votación que se ha saldado con 64 votos a favor y cero en contra. Hasta el último minuto la oposición ha intentado impedir que se diera luz verde a esta ley que recorta las facultades del poder judicial, un primer paso en el plan de la parte más extremista del gobierno de eliminar cualquier limitación al Ejecutivo. Incluso ha intervenido el presidente, Isaac Herzog, que reconoce que el país se encuentra "en estado de emergencia nacional". Pero Netanyahu, a quien acaban de implantar un marcapasos, está preso de sus aliados extremistas en el gobierno. El primer ministro, en un discurso al final del día, ha ofrecido consensuar el resto de la reforma judicial.

El ministro israelí de Justicia, Yariv Levin, del Likud, el gran defensor de estas medidas, ha querido inmortalizar el momento con unos selfies que se han difundido en Twitter, lo que ha despertado críticas, dado el crítico momento que vive el país. "Es el primer paso de un proceso histórico", ha sentenciado Levin, que lleva desde los 90 con este propósito. En otoño se darán los siguientes pasos de la reforma judicial.

El papel del Tribunal Supremo

En Israel es el Tribunal Supremo el que realiza la labor de control que en otras democracias se refleja en la Constitución o en una Cámara Alta. De ahí que sea tan grave que el gobierno que encabeza Benjamin Netanyahu quiera restringir la labor del Supremo. La oposición liderada por Yair Lapid y tres organizaciones de derechos civiles van a intentar que el Supremo revoque la ley recién aprobada argumentando que contradice las Leyes Básicas del Estado de Israel.

Netanyahu lleva años advirtiendo de los peligros de un régimen fundamentalista con capacidad nuclear. Ahora quiere establecer un régimen similar en Israel"

Yuval noah harari, historiador y filósofo en 'financial times'

En palabras del historiador y filósofo israelí Yuval Noah Harari, en un artículo en el Financial Times, "como otras fuerzas autoritarias, el gobierno israelí no entiende lo que significa la democracia. Cree que es una dictadura de la mayoría, y que los que ganan las elecciones democráticas han de tener un poder ilimitado". Y va más allá al referirse a cómo el primer ministro, Benjamin Netanyahu, "lleva años advirtiendo al mundo de los peligros de un régimen fundamentalista como el iraní con capacidades nucleares. Ahora Netanyahu quiere establecer un régimen similar en Israel. Esto atizaría el fuego en todo Oriente Medio, con consecuencias que tendrían eco más allá de la región. Sería increíblemente estúpido que Israel hiciera algo así, pero hemos aprendido de la invasión rusa de Ucrania que hemos infravalorado la estupidez humana. Es una de las fuerzas más poderosas de la historia".

Netanyahu encabeza su sexto gobierno, el más derechista de la historia de Israel. En noviembre de 2022 su partido, el Likud, obtuvo 32 escaños de los 120 de la Knesset. Para gobernar pactó con cinco partidos: el Judaísmo Unido de la Torah, los ultraortodoxos del Shas, los colonos del Partido del Sionismo Religioso, Poder Judío y Noam.

Los socios de Netanyahu consideran que el Tribunal Supremo es demasiado intervencionista a favor de las minorías y por ello quieren recortar su poder, básico en la democracia israelí. Netanyahu se arriesga a que sus aliados dejen de serlo si no sigue adelante con esta polémica reforma. Pero al continuar adelante está poniendo en peligro la esencia democrática del Estado de Israel. No es extraño que su salud se resienta: hace unos días fue hospitalizado por un golpe de calor y este fin de semana le han colocado un marcapasos.

La rebelión contra la reforma judicial

Sin embargo, como también dice Harari, "la buena noticia es que en los últimos meses ha emergido un poderoso movimiento de resistencia con el objetivo de salvar la democracia". Invocan la tolerancia frente a los que defienden una ideología supremacista. Por el contrario, sus defensores critican que los opositores no respetan las decisiones de los elegidos en las urnas.

A las manifestaciones, que ya cumplen más de 30 semanas consecutivas y que este pasado fin de semana han culminado con una marcha de Tel Aviv a Jerusalén bajo un sol implacable, se han sumado miles de israelíes, liderados, entre otros, por la científica Shikma Bressler, de 42 años, del Instituto Científico Weizmann. Bressler considera que la reforma judicial acaba con la división de poderes en Israel.

Especialmente relevante es el paso dado por unos 10.000 reservistas del Ejército israelí, incluidos un millar de la Fuerza Aérea, que anunciaron que renunciarán si el Parlamento aprueba la limitación del poder del Supremo. El gobierno de Netanyahu lo califica de "golpe militar", cuando los soldados dicen que justo es lo contrario porque su compromiso es con la democracia israelí.

Esta decisión es excepcional y muy simbólica, dada la importancia del Ejército en Israel y de la relevancia de los reservistas. Un grupo de 15 ex jefes del Ejército, directores de servicios de Inteligencia y responsables policiales, acusaron a Netanyahu el fin de semana de "poner en peligro" la seguridad de Israel.

Este lunes, además, han convocado a la huelga unas 150 empresas, incluidos bancos y firmas ligadas a las nuevas tecnologías, según informa Haaretz. Israel es un país puntero en startups. Los empresarios han llamado la atención al Ejecutivo, debido a la repercusión negativa en la imagen del país que tiene este pulso con el Supremo, ya que aviva la incertidumbre, de lo que huyen los inversores. Las compañías israelíes que cotizan en la Bolsa de Nueva York han perdido más del 1,5% tras conocerse la aprobación de esta parte de la ley. A la huelga se suma este martes la Asociación de Médicos de Israel.

Tampoco es del agrado del amigo americano la decisión del Parlamento de Israel. El presidente de Israel se vio la semana pasada con el estadounidense, Joe Biden, quien se mostró dispuesto a recibir a Netanyahu. Sin embargo, un portavoz de la Casa Blanca ha calificado de "desafortunado" el paso dado en la Knesset. Biden habló el domingo con Netanyahu para que frenara la ley o introdujera modificaciones consensuadas. "No tienen sentido estas prisas", dijo Biden. Pero los aliados del primer ministro, encabezados por el ministro Levin, han seguido presionando hasta conseguir su objetivo.

Es la identidad de Israel lo que está en juego, precisamente en este 2023 cuando se cumplen 75 años de su formación como Estado. La disputa refleja un cisma entre quienes defienden un país más secular y plural, y los que tienen una visión nacionalista y religiosa, y plantea la cuestión de si es compatible un Estado judío con los principios democráticos. Y, por supuesto, pone en el foco cómo una democracia no es un sistema donde se vota cada cierto tiempo a los representantes. Es fundamental que haya un sistema de equilibrios y controles (checks and balances), que tampoco gustan a quienes quieren gobernar sin rendir cuentas.