"Pedro Sánchez es una máquina para construir escenarios. Desde que disputó el liderazgo del PSOE recorriendo España en un utilitario. Ahora quiere irse a presidir el Consejo Europeo". Quien habla conoció al presidente del gobierno cuando solo él veía posible llegar tan lejos. Al contrario que la mayoría, cree que Sánchez dimitirá este lunes y que su próximo destino será Bruselas.

Desde que Pedro Sánchez divulgó una carta el miércoles a través de su cuenta en X en la que anunciaba que se iba a tomar unos días para reflexionar sobre su futuro, después de sufrir "una estrategia de acoso y derribo que lleva meses perpetrándose", dentro y fuera de España se especula sobre cuál será su futuro. El detonante de su decisión habría sido la apertura de diligencias previas en un juzgado de Madrid contra su mujer, Begoña Gómez, por "supuestos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios".

En Estrasburgo, al día siguiente se celebraba la última sesión de la novena legislatura en la Eurocámara. Entre el 6 y el 9 de junio se celebran elecciones en los Veintisiete. El portavoz del Parlamento Europeo, Jaume Duch, explicaba a El Independiente que son las más relevantes de los últimos años. "Con una guerra a las puertas está en juego el modelo europeo", decía Duch en un rincón del edificio Louise Weiss.

Los sondeos vaticinan que los dos grandes grupos, Partido Popular Europeo y Socialistas y Demócratas, seguirán siendo los más votados en ese orden. Pero perderán poder. Cada vez su peso es menor y los liberales de Renew tampoco mejoran.

Los euroescépticos de Identidad y Democracia, donde se incluye la Agrupación Nacional de Marine Le Pen y la Liga de Salvini, entre otros, serán los terceros, seguidos de Conservadores y Reformistas, donde está Vox y los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni. Los que quieren dar un giro de 180 grados a la Unión Europea controlarán unos 200 de los 720 escaños de la Eurocámara, sobre todo si el Fidesz del primer ministro húngaro, Viktor Orban, se une a sus filas.

En este contexto en las filas socialistas en el Parlamento Europeo el anuncio de Sánchez causó preocupación. "La estrategia de la derecha y la extrema derecha es deshumanizar a sus oponentes a cualquier precio. El acoso, tanto personal como político, al presidente del Gobierno de España y su familia es intolerable. Las mentiras, las calumnias y los discursos de odio no tienen cabida en el debate democrático. No ganarán la batalla". Así reaccionaron en el grupo de Socialistas y Demócratas, que preside la española Iratxe García.

"Es la pieza más importante que tiene la socialdemocracia a las puertas de la gran negociación de julio", señalan fuentes del grupo de Socialistas y Demócratas en Estrasburgo. El otro jefe de gobierno socialdemócrata de un país fuerte es el alemán Olaf Scholz, pero el SPD va a la baja en los sondeos. Y el portugués António Costa tuvo que dimitir por un caso de corrupción que al final quedó en nada.

"No descarto que Sánchez se está haciendo un Costa. Renuncia y se va para que luego se demuestre que no hay caso de corrupción, porque en realidad es tráfico de influencias. Como no puede gobernar, por una situación que él mismo ha creado, se iría pero como víctima de la ultraderecha, de modo que podría optar a un cargo europeo", indica una fuente con experiencia en Bruselas.

Andrea Betti, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, ve más una clave nacional, pero destaca cómo "la performance del PSOE en Europa es muy importante y Sánchez tiene mucho peso". Betti destaca que "entre los Verdes tiene buena imagen por su compromiso medioambiental, tampoco la tiene mala entre los izquierdistas por la coalición de gobierno en España y en una parte de los liberales como los más progresistas. El PPE le da muy duro porque apoya al PP. Esperan que los populares saquen buen resultado y manden muchos eurodiputados a Bruselas".  

Betti cree que el movimiento de Sánchez busca que el PSC se refuerce en Cataluña y el PSOE en las europeas. "Polariza para movilizar en esas convocatorias", apunta Betti, que apostaría a que planteará una moción de confianza este lunes.

Relevo de Charles Michel

En el reparto de cargos que se negociará después de las elecciones europeas el partido más votado suele quedarse con el cargo de presidente de la Comisión Europea. Si se cumple lo que vaticinan los sondeos, la actual presidenta, Ursula Von der Leyen, del PPE, tendría opciones de seguir. En caso de que no fuera Von der Leyen, suenan nombres de su familia política como la actual presidenta el Parlamento Europeo, Roberta Metsola, la presidenta del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva o el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis.

El segundo grupo, los Socialistas y Demócratas, elegirían al presidente del Consejo Europeo, puesto que actualmente ocupa el belga Charles Michel, que fue apoyado por los liberales. En 2019 los socialistas cedieron ante Renew.

Pedro Sánchez es un peso fuerte en esta familia política y si ya no estuviera en el cargo le facilitaría el acceso al puesto. El actual primer ministro polaco, Donald Tusk, era también jefe de gobierno cuando fue designado presidente del Consejo Europeo en 2014, pero fue una excepción. La marcha de Tusk, apoyada por la canciller alemana, Angela Merkel, hizo posible la llegada al poder de Ley y Justicia en 2015. Hasta las elecciones de octubre pasado no fueron desbancados del poder, por una coalición que lidera precisamente Tusk.

Hasta ahora como posible candidato socialista al Consejo Europeo se hablaba de António Costa. El propio presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, decía esta semana que sería un excelente presidente del Consejo Europeo, y que podría contar con simpatías del Partido Popular Europeo y de los liberales, dada su buena relación con el presidente francés, Emmanuel Macron. Fuentes europeas señalaban que Costa dejaría paso a Sánchez en caso de que estuviera interesado, ya que es más joven, y tiene un perfil más europeo. A su favor también cuenta que, a pesar de ser de distintas familias políticas, tiene buena sintonía con Von der Leyen.

No sería Costa su mayor escollo, sino las reticencias del húngaro Viktor Orban o de la italiana Giorgia Meloni, quien vería con mejores ojos a Mario Draghi, con un perfil más transversal. Y Orban y Meloni estarán con los grupos en ascenso tras las elecciones europeas, si se cumplen los pronósticos. La posición de Pedro Sánchez sobre Israel tampoco le ayuda de cara a los países (Austria y Alemania especialmente) que no quieren desmarcarse de la política del Estado hebreo, a pesar del desastre humanitario que ha provocado en la Franja de Gaza.

El peso de España, cuarta economía de la UE, no lo podrá jugar en exceso pues hay varios españoles en cargos relevantes como Nadia Calviño, presidenta del Banco Europeo de Inversiones, y Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo. El Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad ha sido hasta ahora un español, Josep Borrell, que no ha querido figurar en las listas europeas del PSOE. En su lugar va Teresa Ribera, vicepresidenta segunda y ministra de Medio Ambiente, que aspira a ser comisaria. Puede ser clave para la supervivencia del Pacto Verde, que los euroescépticos quieren torpedear.

De Sánchez, que habla un inglés fluido y se maneja bien con los líderes internacionales como se vio en la cumbre de la OTAN en Madrid o en las que albergó España como presidenta de turno de la UE, también se habló como aspirante a secretario general de la Alianza Atlántica, pero ya parece que la cuestión está entre el ex primer ministro holandés, Mark Rutte, y el presidente de Rumanía, Klaus Iohannis. España, con un 1,3% del PIB de presupuesto en defensa, ha de mejorar sus credenciales para aspirar a este cargo.

En suma, con Sánchez nunca se sabe cuál será su siguiente paso. Es de los que saltan al precipicio confiando en que haya red. Hasta ahora ha sido así. "Es un ganador", nos confesaba un eurodiputado del grupo liberal europeo. Si Sánchez ve que su camino está agotado en España, no sería tan extravagante que buscara nuevos horizontes.