La imagen de Greta Thunberg en el velero Madleen, con el chaleco salvavidas siendo retenida en aguas internacionales por el soldados israelíes, es la última imagen de una travesía que comenzó hace años, mucho antes de que la activista sueca se embarca rumbo a la Franja de Gaza. Cuando en 2018 Greta Thunberg irrumpió en la escena global con su huelga escolar frente al Parlamento sueco iniciando el movimiento global Fridays for Future, pocos imaginaban que, siete años después, la joven activista de 22 años sería protagonista de una misión humanitaria hacia Gaza, desafiando el bloqueo israelí, semanas después de que el primer barco al que iba a subirse fuera atacado por un dron israelí.

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Para Thunberg, la transición fue natural: “La situación de los derechos humanos y la crisis climática van de la mano. No se puede resolver una sin resolver la otra”, ha repetido en más de una ocasión la activista que ha sido nominada hasta cuatro veces para ganar el Nobel de la paz.

Mientras la joven sigue siendo objeto de ataques de sus detractores, la sueca ha conseguido que el movimiento climático y el ecologismo centre su mirada en  Gaza, mucho antes de su peligroso viaje.  Cuando la ofensiva israelí sobre Gaza  se hizo tan dañina para la población civil la activista no dudó en posicionarse: “El mundo debe alzar la voz y pedir un alto el fuego inmediato, justicia y libertad para los palestinos y todos los civiles afectados”.

Su posicionamiento supuso un quebradero de cabeza en el ecologismo. Muchos se preguntaban por qué esta causa sí y no otras, que debían centrarse en la emergencia climática. A finales de 2023 la activista creadora de Fridays For Future abrió una brecha entre el ecologismo de países como Alemania y Países Bajos donde el respaldo a Israel es muy fuerte. En una manifestación en Ámsterdam un manifestante recriminó a Thunberg su posicionamiento en el conflicto dejando de lado la protesta climática. La directora de Greenpeace España reconocía para un reportaje de El Independiente que la movilización de Thunberg había acentuado el debate en la organización ecologista. 

En los últimos años, Thunberg ha convertido sus redes sociales en una plataforma de El reproche a la pasividad de los gobiernos. La frustración ante la inacción institucional es un sentimiento recurrente en Thunberg. “Cuando nuestros gobiernos nos fallan… entonces nos corresponde a nosotros dar un paso al frente y ser los adultos en la sala”, declaró en una de sus intervenciones.  

Pese a la acusación de Israel de que la sueca está alineada con Hamás, la activista se ha distanciado en múltiples ocasiones de la organización terrorista. “No hace falta decirlo, o eso creía, que estoy en contra de los horribles ataques de Hamás. Como dije, el mundo debe alzar la voz y exigir un alto el fuego inmediato, justicia y libertad para los palestinos y todos los civiles afectados”. Thunberg ha sido detenida en varias ocasiones durante protestas propalestinas en Europa, una muestra más de su compromiso con la causa.

Greta Thunberg, con pañuelo palestino durante una marcha de Firdays For Future. en 2024.
Greta Thunberg, con pañuelo palestino durante una marcha de Firdays For Future. en 2024. | Claudio Furlan/LaPresse

Ecologismo solidario y descolonización

La causa palestina, para Thunberg, no es ajena a la lucha ecologista. “Esta misión es solo una parte de un movimiento mundial por la justicia social y climática, la liberación y la descolonización liderado por personas marginadas”, ha explicado. “El ecologismo es un movimiento solidario que conecta y encaja perfectamente con una visión de la humanidad como un hogar en el que todos los pueblos tienen derechos”. Así, la defensa del planeta y de los pueblos oprimidos se funden en un mismo relato.

La activista sueca, tras ser el rostro de la sensibilización contra el cambio climático, se ha volcado desde hace dos años en luchas conectadas con los procesos de descolonización pendientes en el mundo, desde Palestina hasta el Sáhara Occidental -la ex provincia española ocupada por Marruecos- o los kurdos, el mayor pueblo sin nación del planeta repartidos entre las fronteras trazadas por el colonialismo entre Siria, Turquía, Irán e Irak. En el último año, ha sido detenida en varias ocasiones durante protestas propalestinas en ciudades como Malmö, Copenhague y Estocolmo. Ha visitado, además, los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia) y el Kurdistán.

La presencia de Thunberg en la Flotilla de la Libertad ha multiplicado la atención mediática sobre la misión. “Sabemos que es una misión arriesgada, pero esos riesgos no se comparan con los que enfrentan a diario los palestinos simplemente por intentar sobrevivir”, declaró antes de embarcar. 

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