Grzegorz Michał Braun (Toruń, 1967) sería un personaje meramente estrambótico si 1,2 millones de polacos no le hubieran votado en las presidenciales celebradas en primavera. Antisemita, antieuropeo, homófobo, católico recalcitrante y monárquico (cree que Jesús debería ser coronado rey de Polonia), Braun está tensando la cuerda en la política polaca. Acaba de negar el genocidio cometido por los nazis en Auschwitz-Birkenau, en particular los asesinatos en las cámaras de gas. La Fiscalía ha abierto una investigación penal al eurodiputado de extrema derecha. La negación del Holocausto puede castigarse en Polonia por una pena de hasta tres años de cárcel. 

Las declaraciones de Braun en una entrevista en directo en radio Wnet llevaron al periodista Łukasz Jankowski a cortar la emisión. Braun dijo que las cámaras de gas del campo de Auschwitz-Birkenau eran "falsas" y que en el museo que preserva la memoria del Holocausto donde los nazis asesinaron a más de 1,1 millones de judíos se promueve una narrativa "pseudohistórica". 

Braun hizo estas declaraciones mientras asistía a un acto en Jedwabne, un pueblo de 2.000 habitantes al noreste de Polonia. La ceremonia conmemoraba el aniversario de un pogromo ocurrido en 1941 en el que, según los historiadores, los polacos locales, bajo la supervisión alemana, asesinaron a más de 340 judíos, muchos de los cuales fueron quemados vivos en un granero. Braun y otros nacionalistas polacos rechazan estas conclusiones. Por ello, el líder de la Confederación de la Corona Polaca trató de impedir la víspera la llegada a Jedwabne de un convoy en el que viajaba el Gran Rabino Michael Schudrich

Diversas personalidades polacas han denunciado las declaraciones de Braun. En un comunicado, el director del Museo de Auschwitz-Birkenau, Piotr Cywiński ha señalado que "negar la existencia de las cámaras de gas no solo es una expresión de antisemitismo y una ideología de odio, sino que en Polonia también es un delito". El museo va a presentar una demanda por difamación contra Braun. El Instituto Estatal de la Memoria Nacional de Polonia, que investiga los crímenes nazis y comunistas, emitió su propia condena.

Sikorski: "Como si fuera un agente ruso"

Desde el Gobierno de Polonia, el ministro de Exteriores, Radosław Sikorski, expresó su alegría por el proceder de la Fiscalía contra Braun. En una entrevista con RMF FM, Sikorski ha dicho que Braun perjudica la imagen de Polonia, que queda retratada como un país antisemita. Braun presume de patriotismo. También le acusa el jefe de la diplomacia polaca de actuar "como si fuera un agente ruso". Braun condenó la invasión rusa de Ucrania pero defiende que se pare la ayuda a Ucrania y acusa al Gobierno de Donald Tusk de promover la histeria belicista. 

"Cada vez que Rusia ha necesitado perjudicar a Polonia, se ha montado aquí algún espectáculo antisemita. Daña la imagen de nuestro país en el extranjero. Polonia es mejor de lo que creen los antisemitas", ha subrayado Sikorski. 

El ministro polaco de Exteriores instó a que la Iglesia católica adopte una posición clara en la lucha contra el antisemitismo. Los obispos de Polonia, encabezados por el cardenal Grzegorz Ryś, emitieron un comunicado que decía: "El antisemitismo en cualquier forma es, según la enseñanza de la Iglesia, un pecado y un mal moral".

El primer ministro Donald Tusk calificó las palabras de Braun como "una vergüenza". Y añadió: "Debemos hacer todo lo posible para que nadie en el mundo asocie a Polonia con este tipo de personas, rostros y acciones".

Cadena de provocaciones

No es la primera vez que Braun acapara los focos informativos debido a sus provocaciones, cada vez más frecuentes. Se siente impune gracias a su reciente éxito electoral: superó a figuras como el presidente del Sejm, Szymon Hołownia. 

En diciembre de 2023, irrumpió en el Sejm (el Parlamento) con un extintor y apagó las velas de una ceremonia de Hanukkah celebrada para conmemorar la fiesta judía de las luces. El acto fue condenado unánimemente por todos los partidos políticos. Fue expulsado de las sesiones parlamentarias y posteriormente se le retiró la mitad de su salario y la totalidad de sus dietas como diputado durante seis meses. Desde entonces, el extintor se ha convertido en su símbolo, y sus seguidores lo exhiben en sus mítines.

Antes, en una conferencia del historiador del Holocausto Jan Grabowski Braun irrumpió en el escenario, arrancó el micrófono de su soporte y destrozó el sistema de altavoces ante un público atónito.

El año pasado, interrumpió una conmemoración del Holocausto en el Parlamento Europeo y fue suspendido durante un mes. En abril de este año, él y un pequeño grupo entraron en un hospital de Oleśnica, en el suroeste de Polonia, donde encerró a una ginecóloga en su despacho y organizó una protesta religiosa contra el aborto.

La Fiscalía abrió varias investigaciones y la cámara baja votó a favor de despojarlo de su inmunidad parlamentaria, algo que le había protegido durante mucho tiempo.

Al inicio de su campaña de 2025, Braun se enfrentaba a siete cargos penales en Polonia y a medidas disciplinarias en Bruselas. Había sido destituido de la dirección de la Confederación y la mayoría de las plataformas mediáticas le bloquearon. Pero él utiliza todo para presentarse como víctima de una persecución. 

De activista anticomunista a ultraderechista

En la primera vuelta de las presidenciales dio la sorpresa al quedarse cuarto y conseguir el 6,32% de los votos, pero este cineasta y publicista lleva tiempo dando guerra. Lo curioso es que empezó como parte del movimiento Alternativa Naranja a finales de los ochenta. Era un grupo de protesta que luchaba contra el comunismo con protestas surrealistas. Luego se dedicó a producir documentales que cuestionaban la versión oficial de la historia poscomunista de Polonia. Sus películas acusaban al líder de Solidaridad, Lech Wałęsa, de colaborar con la policía secreta comunista. 

Tras varias candidaturas fallidas al Senado y a la Presidencia en 2015, cuando apenas tuvo el 1% de los votos, en 2019 ganó un escaño como parte de Konfederacja (Confederación). En 2024 logró convertirse en eurodiputado. Está en el grupo de los no adscritos. 

En 2019, fundó la Confederación de la Corona Polaca, un partido monárquico que acabó formando parte de la alianza más amplia de la Confederación. Pero Braun tensó la cuerda incluso con los ultraderechistas que ahora lidera Sławomir Mentzen. Finalmente fue expulsado de Confederación. 

Quiénes son sus votantes

Mentzen también fue candidato y se quedó tercero, con casi el 15% de los votos. Pero su ascenso se había previsto, no así el de Braun. Y sigue creciendo: en la encuesta CBOS de julio llega al 8%. "Su electorado es mayoritariamente masculino y de edad avanzada, además de culto. Braun atrae un voto de protesta, así como a aquellos que apoyan posturas radicales y consideran correcto transgredir conscientemente las normas sociales y las leyes", explica Joanna Maria Stolarek, experta y directora de Heinrich Boll Stiftung en Polonia

En las presidenciales, más del 57 % de los votantes de Braun fueron hombres. Más de la mitad tenían entre 30 y 49 años, y su mejor resultado, casi un 10 %, se obtuvo entre los votantes de 30 a 39 años. 

Geográficamente, la base de Braun se encuentra en el conservador sureste. Obtuvo más del 9 % en las provincias de Podkarpackie y Lubelskie, y casi el 8 % en Świętokrzyskie. Casi la mitad de sus votantes procedían de pueblos. Su apoyo se redujo drásticamente en las grandes ciudades. Un tercio de los votantes de Braun tiene títulos universitarios. 

"El buen resultado obtenido por Braun fue una expresión de rebelión contra la llamada política dominante y la actual coalición gobernante. Además, el estado de ánimo actual de la sociedad polaca favorece más a los partidos de derecha/conservadores que a los liberales y de izquierda. Estos partidos se posicionan mejor como creíbles en el contexto de los retos generales relacionados con la seguridad (incluida la cuestión de la migración). Grzegorz Braun también se beneficia aquí del efecto de la claridad, como alguien que no teme proclamar abiertamente sus controvertidas opiniones, lo que le distingue de los políticos de centro, considerados insinceros y manipuladores", añade Stolarek. 

Los votantes de Braun son conscientes de que Braun es antisemita. "No defiende un programa concreto, sino que encarna más bien a un combatiente acérrimo del sistema. Se centra en temas como el tradicionalismo y el nacionalismo y aborda cuestiones polarizantes (aborto, migración, etc.), pero no se ocupa de la política económica, social o de infraestructuras. Sus posiciones y acciones van más allá de lo que otros partidos de derecha no se atreven a decir o hacer", añade la experta.

Según Stolarek, hay un creciente antisemitismo y se está normalizando la xenofobia. "Las razones del creciente antisemitismo y la xenofobia podrían ser el sensacionalismo. Braun desafía a sus oponentes políticos con comentarios incalificables y, con ello, marca la agenda. Obliga a sus oponentes políticos, por ejemplo, con la negación del Holocausto, a posicionarse frente a él, ya que deben prestarle atención porque las provocaciones no pueden quedar sin respuesta. Sus acciones son provocadoras y también ponen contra las cuerdas a los políticos de los partidos de derecha. El desánimo de los partidos establecidos es alimentado con deleite por sus seguidores". 

En las próximas legislativas veremos cuál es su apoyo. Serán un test para Ley y Justicia y su líder, Jarosław Kaczyński. ¿Estará dispuesto a pactar con un negacionista como Braun para llegar al poder? Será el fin de una línea roja tan importante en Polonia, donde fueron asesinados por los nazis seis millones de judíos.