La Franja de Gaza amanece cada día más cerca del vacío. La vida cotidiana se ha convertido en una lucha por sobrevivir entre la falta de alimentos, los bombardeos y la incertidumbre sobre el futuro. Agencias humanitarias advierten que el enclave palestino está entrando en un “colapso humanitario irreversible”, una expresión que resume la combinación de hambre, violencia y bloqueo que asfixia a más de dos millones de personas.
Hambre y muerte: seis nuevas víctimas
La hambruna avanza sin tregua en el enclave palestino. En las últimas 24 horas, seis personas han fallecido por desnutrición, entre ellas varios niños, elevando a 175 el número de fallecidos por inanición desde el inicio del bloqueo intensificado. Más de la mitad de las víctimas son menores de edad.
En los hospitales, sin electricidad ni combustible suficiente, los médicos intentan alimentar con jeringas a niños esqueléticos, mientras sus madres esperan en pasillos abarrotados. “No tenemos leche, no tenemos pan, no tenemos nada”, lamenta una enfermera en Rafah. La falta de alimentos y medicinas ha convertido cada jornada en una carrera contra la muerte.
Al menos 62 personas fueron asesinadas por fuego israelí desde el amanecer del sábado, incluyendo 38 civiles que buscaban ayuda en puntos de distribución gestionados por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), apoyada por Israel y EE. UU. Además, se informó la muerte de un empleado de la Media Luna Roja Palestina durante uno de estos ataques
El vídeo que estremeció a Israel
La jornada del domingo quedó marcada por la difusión de un vídeo de un rehén israelí, pálido, con barba crecida y visiblemente demacrado. En la grabación, el hombre -identificado comoEvyatar David, de 24 años- aparece cavando un túnel que describe como “su tumba”, un mensaje que busca presionar a Israel en las negociaciones hasta ahora fallidas de rehenes.
El impacto en la opinión pública fue inmediato. En Tel Aviv, cientos de manifestantes bloquearon avenidas para exigir un alto al fuego y la liberación de los rehenes. Se estima que de los 50 rehenes que permanecen en Gaza, solo unos 20 podrían seguir con vida, según filtraciones de los últimos días.
La ayuda, una gota en el desierto
El flujo de asistencia internacional sigue siendo dramáticamente insuficiente. Solo 36 camiones con alimentos lograron entrar en las últimas horas, junto con unas cisternas de combustible que no alcanzan para mantener en funcionamiento hospitales, panaderías ni plantas desalinizadoras. Según estimaciones de expertos, se necesitan al menos 600 camiones diarios para evitar que la hambruna alcance dimensiones catastróficas.
En los puntos de distribución de ayuda, el caos es constante. Al menos 80 personas murieron en un solo día, muchas de ellas esperando alimentos o intentando huir de ataques en plena fila. Entre las víctimas, se encontraba un trabajador humanitario de la Media Luna Roja Palestina. La población acude a estos puntos a sabiendas del riesgo: “Si no lo intentamos, moriremos igual en casa”, dice un vecino de Ciudad de Gaza.
Hamas condiciona la asistencia
Hamas anunció que permitirá la entrega de alimentos a los rehenes a través de la Cruz Roja si Israel detiene los bombardeos y abre corredores humanitarios permanentes. La propuesta busca, al mismo tiempo, aliviar la presión internacional y reforzar su control interno en medio de la catástrofe.
Por su parte, Israel insiste en que cualquier movimiento humanitario debe ir acompañado de garantías de seguridad. La desconfianza mutua mantiene estancadas las negociaciones, mientras los civiles sufren las consecuencias.
Una cuenta atrás sin margen
Diplomáticos de varios países intentan acelerar un plan de emergencia que combine alto al fuego, asistencia masiva y reconstrucción, pero el calendario de la crisis corre más rápido que la diplomacia. Cada día sin cambios se cobra nuevas vidas y acerca a Gaza a una tragedia que podría ser ya irreversible.
En las calles, el paisaje habla por sí mismo: niños descalzos entre escombros, largas colas de mujeres esperando pan que no llega, hospitales silenciosos donde los generadores se apagan al caer la noche. Gaza parece haberse quedado sin aliento, atrapada en un limbo entre la guerra y el hambre, mientras el mundo observa una catástrofe anunciada.
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