"O el caos o la responsabilidad". Es la elección que han de hacer los diputados de la Asamblea Nacional de Francia el próximo 8 de septiembre, según ha dicho este martes François Bayrou. El primer ministro francés ha lanzado un órdago en forma de moción de confianza con la esperanza de volver a sobrevivir, como las ocho veces anteriores en sus ocho meses en Matignon. La convulsa vuelta al curso político en Francia hace presagiar un otoño al rojo vivo con un primer ministro en las últimas y la convocatoria de una huelga general el 10 de septiembre. A su vez, la extrema izquierda vuelve a poner sobre la mesa la revocación del presidente. 

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Bayrou sorprendió a sus ministros al comentarle poco antes de hacerlo público en rueda de prensa su idea de plantear una moción de confianza. El objetivo es que la Asamblea Nacional se retrate sobre su proyecto de ley que prevé reducir el déficit presupuestario 44.000 millones de euros en 2026 mediante una drástica reducción del gasto, salvo en defensa, y un aumento de impuestos. Entre las medidas más impopulares incluye la supresión de dos días festivos: el 75% de los franceses se opone a que sean laborables el Lunes de Pascua y el aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Bayrou incluso se ha abierto un canal de YouTube para explicar por qué hay que poner freno a la deuda. 

"Hemos de responder a una pregunta fundamental: ¿es necesario sanear urgentemente las finanzas públicas para evitar la trampa de la deuda?" Bayrou plantea esta cuestión a los diputados, a los que pide que reflexionen los 13 días que faltan su voto. Según el primer ministro, no es posible plantear el presupuesto sin definirse sobre este asunto.  Bayrou asegura que si Francia no se aprieta el cinturón acabar dependiendo del Fondo Monetario Internacional. La deuda de Francia, del 114% del PIB, es la mayor de la UE, después de Grecia e Italia. 

Bayrou no tiene los votos

Sin embargo, ni la mayoría de los partidos políticos representados en la Asamblea Nacional ni los ciudadanos están dispuestos a los sacrificios que exige el plan diseñado por Bayrou. El primer ministro, de centro, ha optado por una salida entre suicida y temeraria. Los números no le salen, pero prefiere pasar a la Historia como alguien que puso las cartas sobre la mesa que como quien forzó la máquina para conseguir un enésimo remiendo. 

Varios ministros confesaban a BFMTV su sorpresa con la decisión de Bayrou. Alguno creía que daba el paso tras contar con el apoyo de los socialistas o al menos una promesa de abstención. Pero no es así. Los primeros espadas del Partido Socialista, como su secretario general Oliver Faure, han anunciado que iban a votar en contra. El eurodiputado socialista Raphael Glucksmann confesaba en su cuenta de X su preocupación "por nuestra nación y su democracia". Recordaba cómo Francia vive “en permanente crisis política desde el 9 de junio de 2024”. Fue entonces cuando Macron convocó elecciones anticipadas tras la victoria en las elecciones europeas del partido que lidera Marine Le Pen, Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés). 

La Asamblea Nacional resultante de esas elecciones legislativas del verano pasado está condenada al bloqueo permanente, ya que los escaños se reparten en tres bloques irreconciliables: la extrema derecha de RN, la extrema izquierda liderada por Jean-Luc Mélenchon, que para la convocatoria aglutinó a la izquierda también, y los centristas maronitas y los conservadores de Los Republicanos.

Bayrou apenas cuenta ahora con 211 diputados, una tercera parte del total de escaños. Siete de cada diez franceses está a favor de que caiga Bayrou el 8 de septiembre, según un sondeo difundido por la cadena de televisión BFMTV. 

Bardella: "O disolución o dimisión de Macron"

Tanto la extrema derecha como la extrema izquierda coinciden en que el tiempo de Bayrou, y también de Macron, se ha acabado. En esta ocasión Agrupación Nacional va a votar en contra de Bayrou. Su objetivo es que vuelvan a convocarse elecciones legislativas o que dimita Macron. Una vez pasado un año desde las anteriores ya se puede volver a las urnas. Corresponde al presidente Macron decidir si busca a alguien que pueda reemplazar a Bayrou o llama a las urnas. El problema es que es posible que de nuevo el resultado sea una Asamblea Nacional bloqueada. 

El delfín de Marine Le Pen, el jovencísimo Jordan Bardella, ha dicho en una entrevista en TF1 que si Bayrou pierde la moción de confianza, los franceses tendrían que acudir a las urnas. "O disolución de la Asamblea Nacional o dimisión del presidente", ha dicho Bardella, quien ha asegurado que están preparados para "la alternancia".

Agrupación Nacional se ve fuerte, tanto como para asumir el riesgo de perder a Marine Le Pen en la Asamblea Nacional. Marine Le Pen está inhabilitada y no podría presentarse. Fue condenada por desvío de fondos en marzo pasado y el recurso está pendiente. Si se ratifica la condena, tampoco podrán competir en 2027 por la Presidencia. Pero sí podía ser primera ministra si Agrupación Nacional gana las legislativas, aunque Bardella también toma posiciones. Tendría que ser una victoria contundente, ya que en julio de 2024 el bloque más votado fue el formado por la Francia Insumisa y otras fuerzas de izquierda pero Macron se negó a nombrar un primer ministro de estos partidos. Entonces eligió a Michel Barnier, conservador, que cayó por una moción de censura en diciembre. 

Mélenchon se suma al 'Bloquons tout'

Mélenchon, líder de la Francia Insumisa, está claro que elige el caos. Su estrategia es demostrar que Macron es incapaz de regir el destino de una Francia a la deriva. Pide el voto en contra de Bayrou, pero el primer ministro no es, a su juicio, el responsable sino Macron. Por ello planteará la revocación del presidente en un procedimiento muy complejo que requeriría el voto a favor de dos terceras partes de la Asamblea Nacional. 

Mientras tanto, la izquierda se va a sumar a la huelga general del 10 de septiembre. Un colectivo ciudadano llamado Bloquons Tout (bloqueemos todo) lleva desde julio convocando a esta protesta. Tanto la extrema izquierda como la extrema derecha y los antisistema están dispuestos a seguir esta convocatoria. "No pagar más, no consumir más, no trabajar más" son los lemas de esta movilización, que nace ligada a Les Essentiels, cercano a círculos conspiracionistas, aunque ha atraído a la izquierda más radical y a antiguos chalecos amarillos.

Sería como una reedición de los chalecos amarillos, el movimiento de protesta en las calles que en 2018 sembró el caos en Francia por la subida de los impuestos al combustible. La diferencia con 2018 es que la capacidad de maniobra de Macron ahora es nula porque no cuenta con una mayoría en la Asamblea Nacional. 

El primer ministro ha convocado la moción de confianza justo dos días antes del paro general. Es una elección estratégica, ya que si cae el Gobierno, esa movilización en las calles pierde impulso. ¿Contra qué gobierno se manifestarán? O quizá el riesgo es mayor porque quedará claro que el objetivo, a quien consideran responsable de unas medidas que gran parte de la población no entiende, es Macron. 

Los franceses se niegan a aceptar que el Estado del bienestar tal y como lo han conocido no puede mantenerse. Solo escuchan a aquellas fuerzas políticas que les prometen que todo puede seguir igual sin que tengan que renunciar a nada. "O yo o el caos", decía Macron cuando su candidatura rivalizaba con la de Marine Le Pen. "Responsabilidad o caos", interpreta Bayrou. El problema es que los franceses han perdido el miedo al caos. Ni siquiera las convulsiones de los mercados financieros (la prima de riesgo en Francia se dispara) y las bolsas no les impresionan. Macron va a tener una vuelta al curso político de pesadilla. 

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