En el Mediterráneo, camino a Oriente Próximo, navega la misión humanitaria impulsada para romper el bloqueo que ha condenado a la hambruna a dos millones de personas en la Franja de Gaza. “No os voy a mentir: tengo miedo por nuestras vidas en esta flotilla. El ruido de Israel se hace cada vez más fuerte: primero nos llaman 'flotilla de Hamás', ahora calumnian a nuestro convoy pacífico por perseguir un 'curso de acción violento'. Todo apunta en una dirección letal”, tuiteó ayer el activista David Adler a bordo de uno de los barcos.
La Flotilla Global Sumud, compuesta por más de medio centenar de embarcaciones con unos quinientos activistas, médicos, periodistas y políticos de más de cuarenta nacionalidades -entre ellos Greta Thunberg o Ada Colau-, avanza hacia Gaza. Partió a principios de mes de Barcelona. A cada milla náutica, sin embargo, aumenta el riesgo de un asalto israelí en alta mar. El Gobierno de Benjamin Netanyahu, en medio de un creciente aislamiento internacional, ha comenzado a preparar el terreno para un desenlace violento.
El ministerio de Exteriores israelí lanzó este lunes una advertencia inequívoca: si los barcos no atracan en el puerto de Ashkelon, a 13 kilómetros de la Franja, para que la ayuda sea descargada bajo supervisión israelí, “se tomarán las medidas necesarias” para detenerlos. Jerusalén califica la expedición de “iniciativa yihadista” al servicio de Hamás. “La Flotilla a Gaza está abiertamente apoyada por el grupo yihadista Hamás”, insistió la diplomacia israelí en un mensaje publicado en X. Una acusación sin más pruebas que ha sido amplificada en los últimos días por una campaña de difamación en medios europeos, incluido alguna cabecera española.
En paralelo, el Gobierno israelí acusó a uno de los portavoces, Saif Abu Kishk, de ser “agente de Hamás” y de ocultar, a través de una empresa registrada en España, la propiedad de las embarcaciones. “El vínculo con Hamás no está oculto. Está a la vista de todos”, declaró Exteriores, sin evidencia alguna. En conversación con El Independiente, Abu Kishk rechaza las acusaciones. “He bajado del barco para apoyar nuestra organización en tierra, dadas las amenazas israelíes. El viaje sigue en buen camino hacia Gaza. Lo que hace Israel es una estrategia para desviar la atención de sus crímenes en Gaza y del genocidio”, replica.
A última hora de este martes, la flotilla advirtió a través de sus redes sociales: “Nos estamos acercando a Gaza y cada vez estamos más cerca de unirnos como una flota completa. Nuestra misión humanitaria de llegar a Gaza y romper el bloqueo ilegal de Israel no se ve afectada por acusaciones infundadas. Cada día, enviaremos actualizaciones a medida que nos acerquemos a la zona de alto riesgo dentro de las aguas territoriales de Palestina. Todos los que están a bordo confían en que el mundo los mantenga en su punto de mira. Su testimonio es su protección. Por favor, comparta este mensaje tanto como pueda”.
España lanza advertencia a Israel
Abu Kishk considera que “evitar los ataques depende de la complicidad de los gobiernos y si van a tomar la decisión ética de proteger los derechos humanos o mantienen su complicidad”. España, país de origen de parte de la expedición, advirtió a Israel que responderá a cualquier acción contra la flotilla. Junto a otros quince Estados —desde Turquía hasta México—, firmó una declaración conjunta pidiendo respeto al derecho internacional y protección para los activistas.
“Cualquier violación del derecho internacional o ataque en aguas internacionales dará lugar a rendición de cuentas”, subrayó Exteriores español, que ordenó a la embajada en Túnez investigar los ataques con drones sufridos por la misión en puertos tunecinos.
La memoria del Mavi Marmara
El fantasma del Mavi Marmara, la nave turca asaltada por comandos israelíes en 2010 con un saldo de diez muertos, sobrevuela cada comunicado. Desde entonces, las sucesivas flotillas han sido interceptadas en alta mar y sus pasajeros deportados, en ocasiones tras pasar por prisiones israelíes. La actual expedición, sin embargo, es la mayor organizada hasta la fecha.
Los organizadores insisten en que el ofrecimiento israelí de descargar en puertos bajo control de Tel Aviv es, en realidad, “una obstrucción deliberada”. Recuerdan que Amnistía Internacional y Human Rights Watch consideran el bloqueo como “castigo colectivo” y sus intercepciones marítimas “violaciones del derecho internacional”. "El historial de Israel de interceptar buques, bloquear convoyes y restringir rutas demuestra que su intención no es facilitar la ayuda humanitaria, sino controlarla, retrasarla y denegarla", señalan desde la flotilla.
Escalada en el horizonte
En los últimos días, los barcos han denunciado la presencia de drones sobrevolando en aguas internacionales. Naciones Unidas ha pedido a Israel que “cese todas las amenazas de daño” contra la flotilla. El riesgo de una colisión naval aumenta a medida que la expedición se acerca a las aguas de Gaza.
Cada día que pasa, el Mediterráneo se convierte en escenario de un pulso político y moral. Israel sostiene que intenta impedir que Hamás capitalice la expedición. Los activistas replican que su objetivo es exclusivamente humanitario: llevar alimentos y medicinas a una franja devastada por una guerra que, según datos palestinos, ya ha costado la vida a más de 65.000 personas. Abu Kishk pide que “se tomen las medidas necesarias para acabar con el genocidio”. “Al final nuestra movilización es por el fracaso de los gobiernos y los políticos en actuar”.
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