Se mueve entre dos aguas, entre el ritmo marcado en las calles esta semana y su alianza con Donald Trump. La primera ministra italiana Giorgia Meloni, uno de los apoyos más sólidos de Benjamin Netanyahu en Europa, ha dado la orden de enviar una fragata militar hacia el Egeo tras los ataques con drones sufridos por la Global Sumud Flotilla, la iniciativa que pretende romper el bloqueo israelí a Gaza. La maniobra de Roma, a la que se sumó horas después España, revela la dificultad de Meloni para mantener un equilibrio cada vez más frágil: proteger a sus ciudadanos y dar respuesta a una opinión pública indignada, sin quebrar el vínculo estratégico con Israel y Estados Unidos.
“Italia ha sido, tras el 7 de octubre de 2023 [fecha de los ataques de Hamás], uno de los Estados europeos que más ha apoyado y alentado al Gobierno de Benjamin Netanyahu”, explica a El Independiente Andrea Dessi, profesor en la American University of Rome. Mientras otros socios comunitarios endurecían su discurso y abogaban por sanciones, Roma y Berlín se han convertido en el muro de contención de Netanyahu dentro de la UE. “Italia se ha abstenido de utilizar una retórica demasiado dura contra las acciones de Israel en Gaza en estos 23 meses de brutal conflicto. Italia y Alemania han bloqueado las propuestas presentadas por Von der Leyen para empezar a considerar también medidas punitivas y sanciones contra Israel, concretamente la suspensión del Acuerdo de Asociación y la suspensión de la participación de Israel en el proyecto Horizon Europa”.
El apoyo de Meloni a Netanyanu tiene que ver con la relación transatlántica, con la relación con Trump
El alineamiento con Netanyahu, advierte este analista, responde a un cálculo transatlántico. “Tiene que ver con la relación transatlántica, con la relación de Meloni con Trump”, desliza Dessi. Meloni se presenta como la interlocutora natural de Donald Trump en Europa y sus posiciones en Gaza son un reflejo de esa cercanía. En la última semana, tras el reconocimiento de Francia, Reino Unido, Portugal, Australia o Canadá, la primera ministra ha abierto la puerta a seguir el camino, pero con una letra pequeña que lo hace imposible en la práctica. Meloni aseguró que su gobierno presentará “una moción que exige que el reconocimiento de Palestina se supedite a dos condiciones: la liberación de los rehenes y la exclusión de Hamás de cualquier función gubernamental”.
“Las condiciones que plantea Italia para reconocer un Estado palestino —la liberación de todos los rehenes y la exclusión de Hamas del poder— equivalen en la práctica a rechazar ese reconocimiento. Son las mismas exigencias de Israel”, apunta Dessi. El patrón no es nuevo. A comienzos de siglo, Silvio Berlusconi rompió filas con Bruselas para apoyar la invasión de Irak junto a George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar. Aquella apuesta, apunta el analista, tuvo consecuencias desastrosas para Italia, para Irak y para el equilibrio en Oriente Próximo. "Meloni ha estado caminando por la cuerda floja desde la reelección de Trump, jugando tanto con Europa como con Estados Unidos. Este acto de equilibrio no es nuevo, es el mismo que Berlusconi hizo con Bush en Irak. En aquel momento, Italia rompió con Europa para quedarse con Estados Unidos, y el resultado no fue bueno para Italia ni para la región ni para Irak. Esta vez podría acabar siendo peor para los intereses italianos y europeos en Oriente Medio y el Norte de África", admite.
Presión interna: calles en ebullición y malestar diplomático
La política exterior de Meloni no se explica solo en clave internacional. En casa, el margen de maniobra se ha ido reduciendo. El lunes Italia se paralizó por una huelga general convocada por los sindicatos en protesta por la operación militar israelí en Gaza, que se ha cobrado más de 65.000 vidas. Decenas de miles de personas salieron a las calles en más de 80 ciudades, desde Palermo hasta Milán. Las manifestaciones derivaron en enfrentamientos en la capital lombarda, lo que llevó a Meloni a tachar las escenas de “indignas” y acusar a los activistas de estar movidos por la violencia, no por la paz.
La brecha entre la calle y el gobierno es cada vez más visible. Los sondeos apuntan a un vuelco en la percepción ciudadana: la mayoría considera desproporcionada la ofensiva israelí y reclama un alto el fuego inmediato. El malestar ha llegado también a la diplomacia. Trescientos funcionarios del Ministerio de Exteriores han enviado una carta interna al ministro Antonio Tajani denunciando un “profundo malestar ético y profesional” por unas políticas que, según denuncian, implican “un aval indirecto” a las acciones de Israel, acusado por la Comisión de Investigación de la ONU y la Corte Internacional de Justicia de violar el derecho internacional y cometer actos calificados de genocidio.
Hay momentos en la historia en los que la ambigüedad y los términos medios ya no son posibles, señalaron en julio ex embajadores italianos
El documento cita los informes de Naciones Unidas sobre la destrucción sistemática de infraestructuras civiles en Gaza, el bloqueo de la ayuda humanitaria, los asesinatos de periodistas y la violencia de colonos en Cisjordania con la complicidad del ejército israelí. Para la diplomacia italiana, tradicionalmente sensible al Mediterráneo y al mundo árabe, el alineamiento con Netanyahu resulta cada vez más difícil de sostener. El pasado julio, en una carta abierta a Meloni, 34 ex embajadores italianos le exigieron un cambio de rumbo. “Hay momentos en la historia en los que la ambigüedad y los términos medios ya no son posibles. Ese momento ha llegado para Gaza. […] Desde hace muchos meses, no hay justificaciones posibles ni argumentos convincentes para las operaciones militares israelíes en Gaza”, detalla la misiva.
La flotilla y la fragata
En este clima interno, la noticia de los ataques con drones contra la flotilla humanitaria ha actuado como catalizador. El convoy, compuesto por más de 50 barcos, partió de Barcelona con el objetivo de alcanzar las costas de Gaza. Entre sus participantes se encuentra la activista sueca Greta Thunberg. Los organizadores denunciaron explosiones, sustancias químicas arrojadas desde drones y daños deliberados para inutilizar los barcos.
El ministro de Defensa, Guido Crosetto, condenó el ataque y anunció el envío de una fragata de la Marina. “El buque ya se dirige a la zona para posibles operaciones de rescate”, escribió en X. En paralelo, el ministro de Exteriores, Tajani, llamó a Israel a garantizar la seguridad de los ciudadanos italianos embarcados. La posición oficial, sin embargo, sigue siendo clara: el gobierno considera legal el bloqueo israelí y no respalda la acción de los activistas. La fragata no escolta a la flotilla; se limita a situarse cerca, lista para evacuar a los italianos si fuera necesario. A primera de este jueves Italia anunció el envío de una segunda fragata.
Declaraciones calculadas
Meloni ha calibrado cuidadosamente sus mensajes en los últimos días. El 23 de septiembre anunció que su mayoría parlamentaria presentaría una moción para condicionar el reconocimiento del Estado palestino. Un día después, consideró “irresponsable” usar el sufrimiento en Gaza por parte de la oposición para atacar al gobierno. Y calificó de “gratuita, peligrosa e irresponsable” la iniciativa de la flotilla. El objetivo es proyectar firmeza frente a la oposición interna, que exige un cambio de rumbo, y a la vez mantener el alineamiento internacional. “La distancia entre la política de alto nivel y la sociedad es cada vez más clara”, alerta Dessì.
En su discurso ante la Asamblea General de la ONU, Meloni escenificó este jueves ese intento de mantener lazos con Israel. “Israel ha excedido el límite con una guerra a gran escala. Pero no nos ponemos del lado de quienes culpan sólo a Israel, porque Hamás desató la guerra. Israel debe liberarse de la trampa de esta guerra”, apuntó. “Creemos que Israel no tiene derecho a impedir un futuro Estado palestino ni a construir nuevos asentamientos en Cisjordania. El reconocimiento de Palestina necesita dos condiciones previas: la liberación de todos los rehenes israelíes y la renuncia de Hamás a cualquier papel en el gobierno de Palestina”, agregó.
Creemos que Israel no tiene derecho a impedir un futuro Estado palestino ni a construir nuevos asentamientos en Cisjordania
En su intervención Meloni siguió la estela de Trump uniéndose a sus críticas a la ONU y al consenso internacional sobre los efectos ya perceptibles del cambio climático. La italiana acusó a la ONU de "hipócritamente considerar algunos derechos humanos más merecedores de protección que otros", lo que -a su juicio- se manifesta en "la negación del valor de la libertad religiosa de los más de 10 millones de personas, mayormente cristianos, perseguidos y masacrados por su fe". También cargó contra "los 30 años de fe ciega en la globalización que ya han terminado" y contra "el ecologismo que casi ha destrozado el sector automotor en Europa" aunque dijo no ser una negacionista climática.
Este ejercicio de Meloni es cada vez más insostenible o difícil de llevar a cabo para Italia
Mientras Londres, París y Madrid ya han reconocido el Estado palestino, Italia permanece en el bloque inmovilista junto a Alemania, Hungría y la República Checa. Para Italia, el aislamiento puede resultar costoso. El país se juega su papel como puente natural entre Europa y el sur del Mediterráneo. “Esta brecha entre la alta política del Gobierno y la sociedad es cada vez más evidente. Es también en este contexto en el que el Gobierno italiano está tratando de equilibrar sus dos intereses: el de mantenerse fiel a Europa y el de mantenerse fiel a Trump”, apunta Dessì. Roma quiere seguir siendo un socio fiable para Washington y Tel Aviv, pero corre el riesgo de quedar descolgada de Bruselas y de los países de la orilla sur del Mediterráneo.
La incógnita, advierten, es cuánto tiempo podrá Meloni mantener el funambulismo sin caer al vacío. “Para Italia, esta ausencia o silencio sobre la posición de Palestina es extremadamente importante. Tendrá repercusiones en la política exterior italiana en el espacio mediterráneo, donde todos los países del Mediterráneo han reconocido ahora la condición de Estado palestino. Tendrá implicaciones para la política italiana y la política exterior y las relaciones de Italia en el espacio mediterráneo en general. “Este ejercicio de Meloni es cada vez más insostenible o difícil de llevar a cabo para Italia, como país clave del Mediterráneo”, concluye.
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