En Discord, una plataforma de comunicación nacida al calor de los videojuegos, el canal de Gen Z212 era ayer un hervidero. Desde la cuenta se convocaron durante el fin de semana las protestas más multitudinarias de la última época en Marruecos. El refugio digital desde el que miles de jóvenes de la Generación Z asaltaron la calle, desafiando al aparato policial y denunciando un país demediado por los abismos sociales, con dos realidades opuestas: los proyectos faraónicos para la construcción de los nuevos estadios que albergarán el Mundial de 2030 y unos servicios públicos paupérrimos y abandonados a su suerte.
Entre las imágenes compartidas en la plataforma, figuran fotogramas de la represión policial de las protestas, testimonios de manifestantes asaltados violentamente y material antigubernamental. “Se busca a Aziz Akhannouch, vivo o muerto”, rezaba una de las imágenes más distribuidas en referencia al primer ministro y magnate que ha llevado las riendas del país desde octubre de 2021 y al que muchos señalan como rostro de las desigualdades, la apuestas por inversiones multimillonarias y la corrupción de las élites política y económica. Marruecos está construyendo al menos tres nuevos estadios y renovando o ampliando al menos media docena más, preparándose para coorganizar el evento.
“La situación de la economía local es peor que nunca. Estamos invirtiendo cantidades exorbitantes en inversiones que no tendrán ningún impacto en el empleo y la creación permanente de riqueza, mientras que la competitividad de nuestra economía sigue siendo muy baja”, asegura a El Independiente Fouad Abdelmoumni, el economista y activista de derechos humanos marroquí que durante años dirigió la sucursal local de Transparencia Internacional.
Imágenes y carteles distribuidos en la cuenta de Discord desde la que se han convocado las manifestaciones en Marruecos.
Decenas de detención tras el desafío a la represión
Durante sábado y domingo miles de jóvenes marroquíes salieron a las calles en al menos 11 ciudades -entre ellas, Casablanca, Rabat, Marrakech, Agadir o Tánger- para denunciar lo que consideran prioridades equivocadas del gobierno, como la inversión en estadios para eventos deportivos internacionales frente al deterioro de servicios públicos como salud y educación. Los manifestantes criticaron que el Estado prioriza la construcción o renovación de estadios para la Copa Mundial 2030 mientras el sistema sanitario y educativo padecen carencias. La protesta fue organizada de modo descentralizado por colectivos juveniles como Gen Z 212 y Las Voces de la Juventud Marroquí, principalmente mediante redes sociales como TikTok y Discord.
“No queremos el Mundial; queremos hospitales” o “El pueblo quiere la caída de la corrupción” fueron algunas de las proclamas
El detonante que prendió la mecha fue la muerte de ocho mujeres al dar a luz en un hospital público de Agadir, una gran ciudad costera situada a 483 kilómetros al sur de Rabat. Al grito de “No queremos el Mundial; queremos hospitales” o “El pueblo quiere la caída de la corrupción”, la convocatoria se convirtió en una demostración poco habitual del descontento que une a amplias capas de la sociedad marroquí. “Primero organizad el país y luego la copa de África”, declaró una joven antes de que unos agentes de policía vestidos de civil la arrestaran ante las cámaras. Unas imágenes que se repitieron durante el fin de semana, con los manifestantes enfrentándose a una muralla de uniformados. Según la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, la represión se saldó con más de 120 detenidos.
Los colectivos juveniles implicados ha asegurado públicamente su intención de mantener las movilizaciones como herramienta para presionar por reformas profundas y ya han convocado nuevas protestas a lo largo de octubre, alimentadas por una sombría realidad económica y una falta de esperanzas frente a la narrativa triunfalista oficial, centrada en los preparativos para la organización junto a España y Portugal del Mundial de fútbol de 2030.
Las movilizaciones son una consecuencia natural de la corrupción y la injusticia social
"Las movilizaciones son una consecuencia natural de la corrupción y la injusticia social", señala a este diario Mohamed Ben Issa, presidente del Observatorio del Norte de Derechos Humanos. "Ya hemos advertido en el pasado sobre la congestión política, económica y social y sobre la destrucción de las instituciones de mediación. ¿No vimos hace un año a decenas de miles de menores y jóvenes que querían inmigrar ilegalmente? ¿No era eso una clara indicación de que se estaba gestando una agitación dentro de un grupo que se consideraba inexistente? Un grupo social que supuestamente solo quería partidos de fútbol y jugar en línea", esboza Ben Issa.
Imágenes del el estadio Príncipe Moulay Abdellah de Rabat, con capacidad para 68.700 espectadores, incorpora una fachada LED única de diseño paramétrico.
La opulencia de los estadios más modernos del mundo
A principios de septiembre Marruecos inauguró con la habitual fanfarria el estadio Príncipe Moulay Abdellah de Rabat. Los fastos estuvieron precedidos por el príncipe heredero Moulay Hasán, de 22 años. “Diseñado por Populous, líder global en arquitectura de instalaciones deportivas y de entretenimiento, el estadio Príncipe Moulay Abdellah, con capacidad para 68.700 espectadores, incorpora una fachada LED única de diseño paramétrico. La concepción del graderío prioriza la acústica y la atmósfera, con el objetivo de amplificar la pasión de la afición marroquí: las gradas se sitúan lo más cerca posible del terreno de juego, transformando la energía del público en un auténtico muro sonoro”, se jactaba la nota de prensa de Populous, el estudio de arquitectura que ha firmado estadios por todo el mundo y que también levanta el de Casablanca, “destinado a convertirse en el mayor estadio de fútbol del mundo” y con el que el régimen alauí aspira a arrebatar a España la final del Mundial.
Los estadios más grandes y lujosos del mundo no encajan en la comprensión de los manifestantes sobre su situación social
“El Estadio Príncipe Moulay Abdellah es la nueva joya del fútbol internacional y uno de los grandes estadios, no solo de Marruecos, sino de toda África. Aporta un legado con equipamientos de primer nivel mundial, mejoras en la accesibilidad para aficionados locales e internacionales, una experiencia de público optimizada y un incremento de los ingresos. Nuestra experiencia en diseño paramétrico, desarrollada por múltiples equipos de Populous, nos ha permitido crear la fachada más ambiciosa hasta la fecha para este estadio excepcional”, glosó François Clément, uno de los principales responsables de Populous.
Una ostentación a la que han declarado la guerra los jóvenes que protagonizan las manifestaciones de estos últimos días, en plena cuenta atrás de la Copa Africana de Naciones (AFCON, que comenzará el 21 de diciembre de 2025.
“Los estadios más grandes y lujosos del mundo no encajan en la comprensión de los manifestantes sobre su situación social, pero lo mismo ocurre con los trenes de alta velocidad, las autopistas, la destrucción de barrios enteros para construir grandes autopistas urbanas o instalaciones de ocio para los ricos y los turistas”, arguye Abdelmoumni, un veterano disidente crítico -como las generaciones más jóvenes- con el curso de los acontecimientos al otro lado del Estrecho. “Personalmente, yo añadiría a esta lista el coste de la región del Sáhara, en particular la carrera armamentística y las inversiones derrochadoras en el desierto. La corrupción sigue siendo oficialmente endémica y sistémica, pero el comportamiento de las personas cercanas al palacio y el escandaloso menoscabo del sistema judicial y de las instituciones anticorrupción y de protección de la competencia hacen que la situación sea más evidente para todos”, agrega.
Una generación "ni-ni"
Una percepción que se suma a los datos de desempleo juvenil (de 15 a 24 años), que se sitúan por encima del 40% -incluso entre aquellos con titulaciones universitarias- y a las ansias de abandonar el país en busca de una vida mejor. Según un informe del Barómetro Árabe publicado el año pasado, el 55% de los jóvenes marroquíes quiere emigrar. Con 38 millones de habitantes, la edad media en Marruecos se sitúa en los 29,5 años. Según estadísticas gubernamentales publicadas hace tres años, el país cuenta con 5,9 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años. De ellos, uno de cada cuatro no trabaja ni está escolarizado ni sigue ninguna formación. Este porcentaje está copado por las mujeres (73%), de las que el 41% está casada.
En el primer trimestre de 2025, la economía marroquí creció 4,8 % en comparación con el mismo periodo de 2024, impulsada por mejoras en la agricultura, la industria y el consumo interno. Con un sector agrícola muy vulnerable a los fenómenos climáticos, las inversiones en infraestructura —incluyendo estadios, transporte y energía renovable— son una de las apuestas del gobierno para diversificar la economía, pero suscitan las críticas sociales cuando se perciben como desalineadas con prioridades básicas como la salud y la educación en el reino de Mohamed VI, una de las mayores fortunas de África.
Dos realidades que abonan la narrativa de dos Marruecos, dos países que se mueven a dos velocidades y en el que las clases media y baja pagan el precio mientras la élite sigue ampliando su riqueza. Las protestas de los últimos días han vuelto a mostrar descarnadamente lo que también dejó al descubierto el terremoto de hace dos años. “Hoy en día, a las afueras de Marrakech -la cara turística de Marruecos ante gran parte del resto del mundo-, grandes sectores de la población luchan contra la pobreza extrema como lo han hecho durante décadas, con un acceso limitado a los servicios básicos, incluidos hospitales, escuelas, saneamiento, agua corriente o electricidad. El gobierno marroquí optó por destinar la mayor parte de sus recursos a las zonas y comunidades que se consideraban más rentables económicamente, es decir, las zonas costeras con grandes poblaciones”, deslizaba hace dos años Intissar Fakir, directora del Programa sobre el Norte de África y el Sahel del Middle East Institute. Una realidad que sigue marcando trágicamente a los marroquíes bajo el reinado de Mohamed VI. Para Ben Issa, la rebelión continuará "incluso si las autoridades lo gestionan de la misma manera que con las protestas anteriores". "Las protestas actuales son una continuación de las semillas abortadas de lo que se llamó la nueva era con la llegada al poder del rey Mohamed VI, y posteriormente un intento fallido de socavar los logros del Movimiento 20 de Febrero", concluye.
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