Es la séptima fortuna de la República Checa, se declara admirador del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y sus seguidores le jalean con gorras rojas en las que puede leerse Silné Česko (Una República Checa fuerte). Andrej Babiš, nacido en Bratislava, actual Eslovaquia hace 71 años, ya fue primer ministro entre 2017 y 2021, pero tuvo que dejar el cargo a su pesar. En 2023 aspiró a la Presidencia pero fue desbancado por Petr Pavel, ex comandante de la OTAN. Su partido, ANO (Acción de Ciudadanos Insatisfechos, aunque "ano" significa "sí" en checo), es el favorito en las legislativas que se celebran este viernes y sábado con un 30% de apoyos en los sondeos.
"A mi no me importa ser primer ministro, pero es importante para la gente. Si no soy primer ministro, yo puedo tumbarme al sol en una isla griega", dijo Babiš en una entrevista en el Financial Times. Fue el primer jefe del Gobierno de la República Checa cuya lengua materna no es el checo sino el eslovaco.
Ambicioso, tenaz y adicto al trabajo, es un populista de manual y uno de los políticos más camaleónicos de Europa: empezó siendo europeísta y de centro, luego viró a la izquierda, pero ahora se une a los que quieren dinamitar la UE desde dentro en los Patriotas. Allí coincide con los españoles de VOX y Reagrupación Nacional, de Marine Le Pen. Como ellos su agenda es anti inmigración y contraria al Pacto Verde.
Asegura que jamás se ha visto con Putin, pero cuestiona que su país se vuelque con Ucrania más que con los propios checos. Dice que no defiende una salida de la OTAN pero cuestiona el aumento del presupuesto en defensa pactado en la cumbre de La Haya. Su evolución política permite adivinar que se unirá a quien más convenga a sus intereses, sin muchos prejuicios ideológicos. Pero su victoria será una buena noticia para Orbán y el eslovaco Robert Fico, los más euroescépticos en la UE.
Bajo sospecha en los tribunales
¿Qué lleva a un millonario como Babiš a querer ser jefe de gobierno de nuevo? En lo personal tiene una espina clavada. Acabó su mandato en 2021 entre protestas en la calle por acusaciones de abuso de poder y por la sospecha de haberse aprovechado de los subsidios de la UE para beneficiar a su conglomerado de empresas, Agrofert, del sector agrícola y alimentario.
Babiš siempre ha negado estas acusaciones y las atribuye a intereses políticos. Como le ocurrió a Trump, aún tiene pendientes causas judiciales relacionadas con el caso de los fondos europeos.
Un tribunal reabrió el caso por los subsidios de la UE en julio. El ministro de Agricultura, Marek Výborný, afirma que Agrofert debería pagar unos 230 millones de euros al Estado. "Son invenciones de Bruselas y los neocomunistas", sentencia el millonario.
Con un ego que le asimila a Trump, quiere borrar esa mancha en su historial y volver al poder aclamado por el pueblo. Ha hecho mucho dinero, pero ahora quiere salir en las fotos con los líderes del mundo. El sol en una isla griega no le parece tan tentador.
Un camaleón tenaz y ambicioso
Cuentan quienes fundaron con Babiš el partido ANO, en origen centrista y anticorrupción, en 2011 que el empresario es un luchador tenaz. Nadie se creía que tuvieran opciones en las elecciones anticipadas de 2013 y se quedaron segundos cuando partían en los sondeos del subsuelo. Fue viceprimer ministro y ministro de Finanzas. En 2016 el Parlamento introdujo la llamada Lex Babiš, que le obligó a dejar Agrofert durante un tiempo en manos de unos fondos fiduciarios.
Como también poseía los dos principales periódicos de la República Checa, en los medios le llamaban Babišconi, por la semejanza con el magnate italiano Silvio Berlusconi. Ahora su partido pretende inmiscuirse en los medios públicos, algo que hasta el momento ha sido una línea roja en la política checa. También quiere controlar a las ONG, algo que recuerda a los usos y costumbres de su admirado Orbán.
El primer ministro húngaro tampoco oculta su admiración por Babiš y él incluso recurre a su buena relación en campaña: "Cuando he preguntado a mi admirado Viktor qué debo decir a la gente, él me ha contestado que les cuente que soy mucho mejor en economía y finanzas que él". Realmente Orbán no puede presumir de gestión económica porque Hungría está en recesión y con una inflación galopante. El PIB per cápita con paridad de poder adquisitivo (48.600 dólares) es inferior al de Rumanía (49.200 dólares).
Ganador entre los pensionistas
Asegura que es bueno para un país que alguien rico como él quiera dedicarse a la política: "Otra gente quiere llegar al gobierno solo para hacerse ricos y caen en prácticas corruptas. Yo he perdido millones por estar en política. Es mucho más fácil estar al margen y dar dinero a los partidos para influir en sus políticas o darles espacio en los medios". Como empresario de éxito, afirma que va a llevar el país como una de sus compañías.
Sus electores más fieles están entre los pensionistas, aunque su equipo se ha empeñado en mejorar en redes sociales para llegar a los más jóvenes. Como Trump ganó por el Rust Belt, el millonario checo es apreciado en la zona minera e industrial de Moravia-Silesia, allí donde antes votaba a la izquierda. El lema de su campaña es: "¡Vota por una vida mejor!" Promete pensiones más altas, bajar la edad de jubilación, hipotecas más baratas y control de los precios.
Atrae especialmente a los decepcionados con el gobierno del conservador moderado Petr Fiala, cuya popularidad está bajo mínimos por aplicar medidas de austeridad y romper su promesa electoral de no subir los impuestos.
A pesar de los buenos augurios de los sondeos, el partido de Babiš será el más votado pero se quedará lejos de la mayoría en el Parlamento de 200 diputados. O bien gobierna en minoría o pacta con los Motoristas, una formación anti establishment y antiecologista. Otras opciones serían la extrema izquierda de Stačilo! o la extrema derecha del SPD.
Hay una red de seguridad en República Checa para evitar giros de guion. El Senado, dominado por la derecha moderada, puede vetar leyes electorales y cambios constitucionales. También el presidente, Petr Pavel, ya ha dicho que se opondrá a que el primer ministro o cualquiera de su gabinete proponga salir de la UE o de la OTAN. No es el caso de Babiš, pero puede verse bajo presión si no cuenta con suficientes apoyos.
Con la previsible victoria de Babiš, lo que se confirma es una tendencia al populismo trumpista en Europa Central. Ya lo vimos con el triunfo de Karol Nawrocki en las presidenciales en Polonia.
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