Donald Trump no logró el viernes el Nobel de la Paz pero este lunes se ha coronado como el único líder global capaz de lograr un acuerdo entre Israel y Hamás. Durará lo que dure pero Trump ha tenido el día de gloria con el que soñaba. Ovación en la Knesset, abrazos con las familias de los rehenes, y un buen número de líderes mundiales aplaudiendo sus logros en Sharm el Sheij. Hacía de anfitrión, el general Al Sisi, un dictador que tendría las bendiciones de Mubarak, pero, como diría Trump, "es nuestro general", o dictador, qué más da. El caso es que nos consiga buenas transacciones.
Después del show en Sharm el Sheij, Trump ha saboreado las mieles del éxito como negociador internacional. Ha confesado que creía que lo primero que conseguiría sería la paz en Ucrania, "por mi buena relación con Putin", pero no fue así. Ha sido más fácil logra un acuerdo de mínimos, en realidad un alto el fuego, entre los terroristas de Hamás y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, que entre Putin y Zelenski.
Es cierto que Hamás depende en gran parte del apoyo de los que han actuado de mediadores, sobre todo de Qatar, y eso ha hecho posible poder presionarlos adecuadamente. Las medallas por este alto el fuego se las coloca Trump pero habría sido imposible sin Qatar, Egipto y Turquía. De Israel se ha ocupado Trump y al final han salido todos contentos. De momento.
"En lo que a mi respecta, la guerra ha terminado", decía Trump justo antes de partir hacia Israel. El presidente considera que su labor ha llegado a su fin. Ahora toca implementar las fases más complejas del acuerdo y esa es la tarea más delicada. Si a partir de ahora, hay descarrilamientos Trump ya no asume la responsabilidad.
Rusia, tarea pendiente
En la Knesset, el presidente de Estados Unidos ha confirmado que considera que tiene una tarea pendiente en Ucrania. Al presentar a su enviado especial, Steve Witkoff, le ha dicho ante los diputados, y ante el mundo: "Tenemos que hacer lo de Rusia. Hemos de focalizarnos en Rusia".
Steve Witkoff, que ha ejercido de mediador junto a Jared Kushner, yerno de Trump, en Oriente Próximo, también fue quien preparó la cumbre de Alaska con Vladimir Putin. Pero Alaska no fue la cita previa a la firma de un alto el fuego, como aspiraba Donald Trump, quien puede imponerse a Netanyahu pero no al líder ruso. Putin no está dispuesto a aceptar un alto el fuego como quedó claro en Alaska.
Para Zelenski el avance logrado en Oriente Próximo podría impulsar avances en Ucrania. "Estamos trabajando para que el día de la paz llegue para Ucrania también", ha escrito Zelenski en sus redes sociales. Ha añadido que el final de la guerra en Oriente Medio "trae más esperanzas de paz a las regiones donde la vida sigue amenazada". Según Zelenski, "la agresión rusa es la última fuente global de desestabilización".
En este contexto, Zelenski se verá el viernes con Trump en Washington el próximo viernes, según ha adelantado el Financial Times. Tratarán de ver opciones para que Putin acepte sentarse a negociar. Será la tercera visita del presidente ucraniano a la Casa Blanca desde que Trump asumió la Presidencia el pasado 20 de enero.
Merz invoca a Trump
Los líderes europeos también confían en que Trump pueda ayudar a poner fin a la guerra en Ucrania. "Tengo la esperanza de que el presidente estadounidense ejerza también sobre el Gobierno ruso la influencia que ha ejercido sobre los implicados en la región”, ha dicho el canciller alemán, Friedrich Merz. Putin mantiene la línea de comunicación con Trump, al que el Kremlin trata con un respeto que no muestra por otros dirigentes.
"Para nosotros los europeos esta guerra en Europa es la mayor amenaza para nuestra libertad", ha indicado Merz en relación a Ucrania. El canciller ha destacado la relevancia del apoyo de Washington a Kiev.
Los Tomahawk como instrumento de presión
La presión sobre Moscú ha de incrementarse si se quiere conseguir que Putin cambie de posición. La opción que está barajando Trump es atender a las demandas del presidente de Ucrania sobre los Tomahawk si Putin no pone fin a la guerra. Son los misiles de largo alcance que tanto teme Moscú que lleguen a manos ucranianas. Zelenski asegura que solo los usarían para atacar objetivos militares, no civiles e infraestructuras como hacen los rusos.
Trump se lo lleva pensando ya un tiempo porque asegura que no quiere una escalada y en todo caso sería EEUU quien diera luz verde en caso de ataque en territorio ruso.
Pero los dirigentes rusos están nerviosos. Dmitri Medvédev, número dos del Consejo de Seguridad, ha dicho que si Trump entrega Tomahawk a Ucrania "puede acabar mal par todos, incluido para Donald Trump". Esta narrativa es la habitual en el Kremlin cada vez que Ucrania ha demandado a sus aliados occidentales armamento más sofisticado. Sirve para dilatar la decisión y para sembrar el miedo.
También serviría para incrementar la presión sobre Moscú que la Unión Europea decidiera finalmente usar los activos congelados de Rusia se dedicaran a ayudar a Kiev. Ahora ya solo se opone Bélgica. La economía rusa se está resintiendo de la guerra, ya que tienen que dedicar la tercera parte del PIB a alimenta la maquinaria bélica, pero aún no se ha producido un colapso gracias a la ayuda de China e India.
Las sanciones a estos países también cumplirían su papel. Sin embargo, los dos son potencias globales y son difíciles de aplicar. De hecho, todavía hay países de la UE, entre ellos España, que compran combustible a Rusia.
Son las garantías de seguridad, estúpido
En el caso de Ucrania, como vimos después de la cumbre de Alaska, la dificultad para Trump es que tanto el presidente Zelenski como sus aliados europeos no solo exigen un alto el fuego, como lo firmado ahora en Sharm el Sheif, sino un acuerdo con garantías de seguridad. No vale una mera transacción, como lo que se ha llevado a cabo hasta ahora entre Israel y Hamás.
Ucrania tiene experiencia en el trato con Putin y sabe que tiene facilidad para saltarse lo acordado. Por ello Ucrania necesita, sobre todo, mantener un Ejército fuerte. A su vez, precisaría que los aliados se comprometan a vigilar a Rusia desde territorio ucraniano. Es decir, las garantías de estar en la OTAN aún sin esta en la OTAN.
Trump, con la euforia del show de Sharm el Sheij y la aclamación en la Knesset, puede verse con fuerzas para lanzar un órdago a Putin.
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