Hay huellas que ni la concienzuda ocupación de medio siglo, que ha alterado su demografía en favor de los colonos marroquíes, puede borrar. En los territorios ocupados del Sáhara Occidental, el otrora Sáhara Español, los vestigios de la presencia española saltan a la vista: la catedral de El Aaiún -levantada por el mismo arquitecto del Valle de los Caídos-, el Parador de la capital saharaui, las fortificaciones e incluso el alcantarillado guardan memoria de la provincia número 53 de España, que tal día como hoy de hace 50 años comenzó a desvanecerse con el inicio de la Marcha Verde y la abrupta salida de la entonces España franquista.

A principios de este año el español Javier Gallego viajó al Sáhara ocupado, la última colonia de África, en busca de esa huella que resiste a las vicisitudes del tiempo y el capricho del ocupante.

Su inventario fotográfico de un territorio vetado a la prensa y a las misiones que tratan de levantar acta de las sistemáticas violaciones de los derechos humanos que sufren los saharauis es un pequeño tesoro de la arquitectura que diseñó y puso en pie la presencia española desde el siglo XIX. “Sentí pena y rabia en todo momento por el abandono del pueblo saharaui en 1976 a resultas de la famosa Marcha Verde marroquí que no supimos enfrentar”, reconoce a El Independiente Gallego, que ha cedido este preciado material fotográfico.

“Era un momento muy delicado para nuestro país porque Franco estaba muriendo y la incertidumbre sobre el futuro de España en aquel momento era total. Aun así, no se justifica nuestra rápida salida y menos aún el cambio de postura actual de nuestro presidente de gobierno que se ha doblegado a los intereses del rey de Marruecos, país que no es una democracia en absoluto”, advierte.

Cinta transportadora de fosfatos.
Fortín de Villa Cisneros Javier Gallego
Iglesia de Villa Cisneros
Fuerte General Pérez de Lema, popularmente conocido como Fuerte Chacal
Cantina Daora
cuartel de Sidi Buya, sede hasta 1975 del Tercio Sahariano D. Juan de Austria
Viviendas de cubiertas semi esféricas.
Antiguo Parador de El Aaiún. Javier Gallego
Catedral católica de El Aaiún. Efe
Sede de la Asociación de antiguos alumnos del colegio La Paz en El Aaiún. Efe
Faro del Cabo Bojador

Acompañado de una colección de libros sobre la huella del Sáhara Español, Gallego retrató la vida cotidiana de cafés y calles de un territorio que la ONU considera no autónomo y pendiente de descolonización. Sus instantáneas también captan el estado de edificios como el antiguo casino, usado hoy como la "Depositaría de Bienes del Estado Español en El Sáhara". “Es un edificio levantado en época española, que ahora custodia la documentación y administra los restos de nuestras propiedades en el territorio”, apunta.

Cincuenta años después de aquel abandono, Marruecos ha cambiado calles, nombres, símbolos y mapas. Pero no ha logrado borrar tres cosas esenciales: la traza urbana heredada, el recuerdo colectivo y una lengua que ha vuelto a crecer cuando todos pensaban que desaparecería.

Sede de la Asociación de antiguos alumnos del colegio La Paz en El Aaiún. | Efe

El español que regresa al aula

En las aulas del Colegio La Paz, fundado en 1972, el español sigue sonando. El centro estuvo al borde de desaparecer en los años ochenta. Hoy, en cambio, están matriculados 324 estudiantes, 22 docentes y una lista de espera de más de 300 personas. “Hay muchísima demanda de español”, cuenta a Efe la directora, María José Navarro. La recuperación del idioma no es sentimental, sino práctica. El español se ha convertido en herramienta para trabajar, estudiar fuera o recuperar vínculos familiares con Canarias.

Recuerdo la enorme emoción que algunos habitantes saharauis sentían cuando nos oían hablar español

Para Javier Gallego, el descubrimiento fue emocional. “Recuerdo la enorme emoción que algunos habitantes saharauis sentían cuando nos oían hablar español y se acercaban a nosotros mostrándonos sus documentos de identidad españoles. A pesar del abandono, no nos reprochaban nada, sino que nos hablaban con ilusión de que una vez fueron españoles”, narra.

La ciudad que imitaba una duna

El casco antiguo de El Aaiún conserva un urbanismo diseñado para dialogar con el desierto: viviendas de cúpulas semiesféricas que reproducían la lógica térmica de una jaima. Una arquitectura que permite que el calor ascienda hacia el hueco superior, refrescando las estancias. La diseñó, cuenta Gallego, el capitán Enrique Alonso Allustante. “En la ciudad vieja de El Aaiún quedan numerosos edificios españoles, como en la antigua Avenida del Ejército donde todavía permanecen las viviendas con cubiertas semi esféricas o 'tipo huevo', construidas en la época en la que era una provincia española”, señala Gallego.

Viviendas de cubiertas semi esféricas.

Las viviendas poseen “muros de mampostería ordinaria, generalmente de una sola planta, con tejados de forma semiesférica para mantener la estancia más fresca al subir el calor al hueco superior”. “También quedan viviendas construidas en la época española con bóveda ovoide, conocidas como catenarias. Esta forma de construir, responde a una tendencia arquitectónica llamada Sistema Ctesiphonte o de cúpula invertida, por estar inspirada en el arco del palacio del mismo nombre en la ciudad persa de Seleucia en Irak. Esta construcción permitía espacios de anchura y altura suficiente para su fin, sin necesidad de estructura metálica, material escaso y de elevado coste”.

Antiguo Parador de El Aaiún. | Javier Gallego

En el callejero cercano de El Aaiún, la capital del Sáhara, también sobreviven el Parador de los años setenta -que aún se promociona como uno de los alojamientos más alojamientos de la ciudad y donde se establecieron las autoridades militares marroquíes tras la Marcha Verde- y “la antigua avenida donde se asentaron las primeras familias españolas”.

Catedral católica de El Aaiún. | Efe

“En buen estado está la Catedral de San Francisco de Asís, o simplemente Catedral Española, templo católico de la prefectura apostólica del Sahara Occidental. Fue construida en 1954, durante la soberanía española del territorio. En la actualidad, la catedral está a cargo de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada y sirve a la pequeña comunidad española que sigue presente en la ciudad y al personal de la misión de la ONU en el país. Es obra del arquitecto Diego Méndez, autor del Valle de los Caídos. Fue ampliada en 1960. De planta rectangular y bóveda de medio punto, la fachada presenta celosías para la entrada de la luz”, detalla Gallego.

cuartel de Sidi Buya, sede hasta 1975 del Tercio Sahariano D. Juan de Austria

La siguiente parada de Gallego fue el exterior del “impresionante cuartel de Sidi Buya, sede hasta 1975 del Tercio Sahariano D. Juan de Austria, 3º de la Legión”. “Actualmente lo ocupa el ejército marroquí y no se puede visitar. Sidi Buya fue un magnífico acuartelamiento legionario, amplio, limpio, funcional, con dependencias cómodas, dormitorios de tropa suficientes y espaciosos. Su campo exterior era vasto, dilatado y suficientemente variado ya que contenía llanuras y barrancos sobre la Saguia el Hamra, o Río Rojo, el cual rodea la ciudad de El Aaiún”, apunta el español.

Javier también visitó las ruinas de Daora, donde aún quedan murales pintados por soldados; Aargub, en la bahía de Río de Oro. Y algunos de los fortines construidos para proteger Villa Cisneros, hoy Dajla, en el extremo sur del Sáhara Occidental. “Muchos están abandonados, otros ocupados por el ejército marroquí”.

Una dejadez que corroe la base española de Tropas Nómadas de Daora, situada a unos 60 kilómetros al norte de El Aaiún y a unos 25 de Tah, en la frontera con el antiguo territorio de Cabo Juby, cuya capital era Villa Bens, hoy Tarfaya. “Situada en un punto algo elevado de la orilla derecha del río Hagunía, conocido en esa zona como 'uad' (cauce) Marmuza, que tras pasar las dunas de Ajreitin se dirige al oeste para desembocar en la laguna, casi siempre seca, de Daora”, describe Gallego.

La memoria del Sáhara español no se entiende sin las Tropas Nómadas, unidades formadas en su mayoría por saharauis y dirigidas por oficiales españoles. Patrullaban a camello y más tarde en lnad Rover, siguiendo rutas que iban de Smara a Daora, de Cabo Juby a Río de Oro, atravesando zonas donde no había caminos.

Fuerte General Pérez de Lema, popularmente conocido como Fuerte Chacal

En la arquitectura militar que dejaron atrás los españoles en su salida en 1975 también despunta el fuerte General Pérez de Lema, popularmente conocido como Fuerte Chacal. “Fue una fortificación medieval saharaui reconvertida en fuerte legionario español entre 1961 y 1964 y situada en el Sáhara Occidental, junto a Edchera, población situada a unos 30 kilómetros de El Aaiún. Fue convertido en fuerte español por el I Grupo Ligero Blindado del Tercio "Juan de Austria", 3.º de la Legión. En este lugar tuvo lugar la batalla de Edchera el 13 de enero de 1958, en el contexto de la guerra Ifni-Sahara contra el autodenominado Ejército de Liberación Nacional de Marruecos, que no contra la población autóctona saharaui. A raíz de esa batalla, se dieron las dos últimas concesiones de la Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración militar de España, al brigada Francisco Fadrique Castromonte y al legionario Juan Manuel Maderal Oleaga que cubrieron la retirada de sus compañeros hasta su muerte. A la caída de la noche se produjo el repliegue de los marroquíes, cuyas pérdidas cuadruplicaron a las españolas (unos doscientos hombres frente a 37 en el lado español)”, rememora Gallego.

Muy cerca del fuerte se halla también el oasis Meseied, “un lugar histórico asociado con la Legión Española en la zona de Saguia el Hamra”. “Se menciona en relación con el Combate de Edchera durante la Guerra de Ifni-Sahara, que fue un conflicto no declarado de España y Francia contra Marruecos, desarrollada entre el 23 de noviembre de 1957 y el 30 de junio de 1958. Situado a unos 18 km de El Aaiún, se encuentra en una región con clima desértico, caracterizado por altas temperaturas y precipitaciones muy escasas. Las lluvias, cuando ocurren, suelen ser torrenciales y de corta duración”, apunta este peregrino español por los vestigios de la provincia número 53 de España.

Iglesia de Villa Cisneros

El legado de Villa Cisneros, en demolición

Al sur del Sáhara, Dajla se vende hoy como destino de deportes náuticos y turismo de viento. Pero bajo la imagen renovada aún quedan huellas: la iglesia española que la población local se negó a ver demolida, las tapas de alcantarilla con el antiguo nombre de la ciudad, los fortines que cerraban el istmo o el faro de Arciprés con su torre de franjas. “Queda muy poco de la época española. Marruecos se ha encargado de ir haciendo desaparecer los escasos vestigios que allí había”, denuncia Gallego.

Fortín de Villa Cisneros | Javier Gallego

España levantó cuatro fuertes en la península de Río de Oro para proteger el asentamiento de Villa Cisneros de posibles ataques de tribus locales. Los fortines, construidos en mampostería, se conforman como recintos de pequeñas dimensiones y planta cuadrada, con unas medidas de 5 metros de lado y 7 metros de altura, con dos torres circulares o cubos, de 2 metros de diámetro, en los dos ángulos contrarios, con una planta y terraza almenada. Todos ellos contaban con un aljibe exterior subterráneo. “Los cuatro fortines, que formaban una línea defensiva, se construyeron en una de las partes más estrechas de la península y a unos 5 kilómetros al noreste del fuerte principal de Villa Cisneros”, comenta Gallego.

”La línea de fortines de Villa Cisneros ha llegado hasta nuestros días de forma fragmentada e incompleta. Ocho décadas después de su construcción, tan sólo tres de los cuatro fortines originales se mantienen en pie, habiendo sido arrasado uno de ellos y desaparecido por completo el espacio de la alambrada longitudinal y la edificación en la que los habitantes del desierto debían dejar las armas para acceder a la colonia. Los edificios históricos de la época española que aún permanecen en la península de Río de Oro están condenados a desaparecer. Circunstancias políticas y económicas hacen que esto sea una realidad, y las autoridades marroquíes que administran la mayor parte del territorio del Sáhara Occidental no contemplan una situación diferente, más bien al contrario. Una vez desaparecido en 2005 el emblemático Fuerte español, origen de la actual ciudad de Dajla, no es aventurado pensar que puedan correr su misma suerte los pequeños fortines de la antigua línea defensiva de Villa Cisneros”, vaticina Gallego.

Cinta transportadora de fosfatos.

La cicatriz de hierro en el desierto

Entre Bucraa y El Marsa se extiende la cinta transportadora de fosfatos, construida en 1972. Noventa y ocho kilómetros de estructura metálica que pueden verse desde el satélite. Un tajo lineal en el desierto. España la levantó, Marruecos la explota, y el desierto la observa sin intervenir.

Javier, que guarda memoria fotográfica de una visita singular, maldice el abandono del que cumplen cinco décadas. “Hemos abandonado a los saharauis dos veces. La primera en 1975. La segunda ahora, cuando aceptamos la posición marroquí sin consultar a nadie”, desliza.

“El territorio está tomado completamente por Marruecos y ha trasladado allí a muchos ciudadanos suyos. Las huellas españolas y saharauis se borran de todos los lados y sólo se habla de la marroquinidad del territorio y de su soberanía. Cuando Marruecos invadió el Sahara, masacró a la población y muchos, los más afortunados, consiguieron huir al sur de Argelia a vivir en campos de refugiados. El Frente Polisario ha luchado por su libertad desde entonces. Espero que no salga adelante esa falsa autonomía y el pueblo saharaui pueda decidir su futuro y abandonar los campamentos de Tinduf para volver a su casa hoy ocupada por Marruecos”, concluye.