Las fuertes lluvias y el descenso de las temperaturas han vuelto a golpear esta semana a los desplazados de la Franja de Gaza, donde miles de familias palestinas continúan viviendo en tiendas de campaña deterioradas tras más de dos años de guerra y destrucción y en mitad de una frágil tregua que se sigue cobrando víctimas.
Las precipitaciones registradas el martes anegaron completamente campamentos en las zonas de Al Mawasi y Jan Yunis, donde la acumulación de agua y barro convirtió las tiendas en barreras intransitables y dejó a numerosas familias sin resguardo, según informaron medios locales y fuentes humanitarias.
En muchos puntos, el agua inundó las tiendas y empapó las escasas pertenencias de los desplazados, entre ellos ancianos, niños y recién nacidos. La falta de mantas, ropa de invierno y sistemas de calefacción agrava un escenario ya crítico ante la llegada de los meses más fríos.
“Esta lluvia, este sufrimiento… y aún ni siquiera han comenzado los fuertes temporales del invierno”, lamentó a Reuters Um Ahmed Aowdah, residente en uno de los campamentos, denunciando que las carpas y lonas que utilizan llevan más de dos años sin ser renovadas.
Tercer invierno sin refugio
De acuerdo con Efe, las tormentas han vuelto a dejar “un mar de agua” en los campamentos improvisados. “Los animales viven mejor que nosotros”, protesta un palestino en Ciudad de Gaza, mostrando una tienda completamente inundada.
Las lluvias de esta semana recuerdan a las que hace unas semanas afectaron a más de 13.000 familias, según datos de la ONU. En algunos casos, el agua alcanzó los 40 o 50 centímetros, arrastrando carpas enteras o incluso obligando a cerrar temporalmente un hospital de campaña, según testimonios recogidos por Reuters.
El impacto es especialmente duro para familias con recién nacidos, como la de Mena Ismael Husein, que dio a luz hace apenas tres días: “El niño necesita calentarse, pero no hay nada que lo abrigue. El agua cae sobre nosotros y sobre él”, relató a EFE junto a la improvisada estructura que ha conseguido montar con tres barras de hierro.
Un bloqueo que impide la entrada de refugios
A pesar de que el acuerdo de alto el fuego firmado hace más de un mes contempla la entrada de unas 300.000 tiendas y viviendas móviles, organizaciones humanitarias denuncian que Israel solo permite un número muy limitado de camiones de ayuda.
Gaza recibe actualmente unos 200 camiones diarios, muy por debajo de los 600 pactados, según las autoridades locales citadas por Reuters y EFE. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) denuncia que al menos nueve intentos de introducir tiendas de campaña han sido rechazados desde octubre, lo que impide ofrecer un refugio básico a las más de 1,7 millones de personas desplazadas.
Amjad Al-Shawa, director de la Red de ONG Palestinas, advierte que se necesitan al menos 300.000 tiendas nuevas para alojar adecuadamente a los 1,5 millones de personas que continúan sin hogar.
El deterioro de la infraestructura y las limitaciones impuestas por Israel a la entrada de suministros complican cualquier intento de preparación para el invierno. Hospitales y centros de salud siguen operando con dificultades debido a la falta de electricidad y agua potable, mientras que la ONU insiste en que la situación es “profundamente desalentadora” y requiere un esfuerzo internacional urgente.
Un informe reciente de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estima que la reconstrucción de Gaza podría costar 70.000 millones de dólares y advierte de que la economía del enclave se ha contraído un 87 % desde 2023. La ONU sostiene que Gaza vive un “abismo provocado por el ser humano”, con décadas de progreso económico borradas tanto en el enclave como en Cisjordania.
Una llamada urgente a la comunidad internacional
Ramiz Alakbarov, coordinador adjunto de la ONU para el proceso de paz en Oriente Medio, advirtió que la situación sigue siendo “terrible” y que el retraso en la entrada de refugios, mantas y materiales básicos debe resolverse de inmediato.
Mientras tanto, miles de familias afrontan un tercer invierno consecutivo sin un techo adecuado, rodeadas de escombros y ante la amenaza de más lluvias y frío en un entorno devastado por la guerra.
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