Es el petróleo, estúpido. El presidente de EEUU, Donald Trump, ha ordenado "el bloqueo total y completo de todos los petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela". Es un paso más en la escalada de Trump contra Maduro. También ha declarado al régimen venezolano como "organización terrorista extranjera". En su cuenta Truth Social, ha dicho que la presión seguirá hasta que "devuelvan todo el petróleo, las tierras y otros activos que robaron previamente" a Estados Unidos.

En su mensaje, el presidente agregó que "el régimen ilegítimo de Maduro está utilizando el petróleo de estos yacimientos robados para financiarse, el narcoterrorismo, la trata de personas, el asesinato y el secuestro". Así queda más claro cuál el siguiente paso de Trump en su presión contra Maduro, que ha dicho que la amenaza es "grotesca" y que EEUU quiere apoderarse de sus riquezas.

Todo empezó con 'Skipper'

Pero Maduro sabe que ese bloqueo ya empezó de facto hace días. Skipper es el nombre del primer superpetrolero incautado en el Caribe por órdenes de Donald Trump la semana pasada. Formaba parte de la flota fantasma de Maduro con la que evade las sanciones y exporta crudo a China, Rusia, Irán, o Cuba. Días después el régimen chavista denunciaba un ciberataque a la industria petrolera.

El oro negro es clave en la campaña de presión militar de Trump contra Maduro, ya que el dictador basa su supervivencia en los recursos naturales del país. Trump quiere ahogar económicamente a Maduro y después que las empresas estadounidenses se beneficien de las oportunidades que brindaría el nuevo reparto de cartas en la transición.

Intereses estratégicos, económicos y geopolíticos

"El petróleo es un eje central (aunque no siempre explícito) de la tensión entre Trump y Maduro, porque conecta intereses estratégicos, económicos y geopolíticos: para Trump, Venezuela representa una reserva probada de crudo, una oportunidad para reforzar la primacía energética estadounidense y, al mismo tiempo, desplazar a China del hemisferio occidental; para Maduro, el petróleo es su principal fuente de ingresos y una palanca de supervivencia internacional", asegura John Polga-Hecimovich, profesor de Ciencia Política en la Academia Naval de Washington y autor de Authoritarian consolidation in Times of Crisis: Venezuela under Nicolás Maduro.

En la Estrategia de Seguridad Nacional queda claro que Trump busca asegurarse el control de la región y acceder a sus recursos energéticos de forma prioritaria. Dice así el texto divulgado recientemente: "Queremos asegurarnos de que el hemisferio occidental siga siendo lo suficientemente estable y bien gobernado como para prevenir y desalentar las migraciones masivas hacia Estados Unidos; queremos un hemisferio cuyos gobiernos cooperen con nosotros contra los narcoterroristas, los cárteles y otras organizaciones criminales transnacionales; queremos un hemisferio que siga estando a salvo de incursiones extranjeras hostiles o del control de activos clave […]".

Es un llamamiento a recolonizar los recursos en la región, según algunos analistas.

Desplazar a China de la región

Ahora es China el país que tiene mayor presencia en la industria petrolera venezolana. La mayor empresa extranjera con inversiones y operaciones en la industria venezolana es China National Petroleum Corporation, o CNPC, una empresa estatal que realiza negocios conjuntos con PDVSA. Desde 2019, ha adoptado un papel más pasivo en Venezuela para evitar violar las sanciones estadounidenses.

El año pasado, una empresa privada china, China Concord Resources Corporation, firmó un contrato de 20 años con PDVSA para invertir más de 1.000 millones de dólares en el desarrollo de yacimientos petrolíferos venezolanos, según informa The New York Times. Trump pretende desembarazarse de un personaje incómodo como es Maduro y a su vez reducir el dominio de China en la región.

Venezuela es clave: posee alrededor del 25% de las reservas de petróleo conocidas en el mundo, más que Arabia Saudí, por ejemplo. Son más de 300.000 millones de barriles. Pero solo es capaz de producir un millón de barriles al día. Antes de que llegara Hugo Chávez al poder, en 1998, llegó a superar los tres millones. También posee la octava reserva mundial de gas.

Objetivo: la asfixia económica

"El operativo de la captura del petrolero tiene que ver con la estrategia de ir ahogando al régimen de Maduro. Es la forma de cortar una vía de ingresos y aislar al gobierno. Su objetivo no son las droga, sino la imposibilidad de que saquen productos de los que obtienen ingresos como oro o petróleo. A ello también contribuye el cierre del espacio aéreo", afirma Francisco Sánchez, director del Instituto de Iberoamérica en la Universidad de Salamanca.

"Venezuela tiene muchas reservas pero cada vez sus instalaciones son menos eficientes así que capturar un carguero grande genera un problema grave al gobierno. El efecto es claro: dejar sin recursos al gobierno. Y el país necesita muchos recursos para funcionar. Así se va creando un desabastecimiento interno y se genera descontento. Además se reduce la capacidad de redistribuir dinero que es parte del sistema de compensación a los que apoyan a Maduro", añade Sánchez. 

Según José Manuel Puente, profesor de Economía en IESA y en IE, "la captura de petroleros tiene consecuencias tremendas: ¿quién va a querer transportar petróleo venezolano si se arriesga a que EEUU se apropie del barco? Es un hecho que afecta el ingreso petrolero venezolano y las posibilidades de crecimiento de la economía. Ya es el país con la inflación más alta del mundo, entre 500 y 600%. Esta crisis política y militar está agravando la crisis económica y social y generando un nuevo éxodo de venezolanos".

Venezuela, a través de su compañía estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA), opera junto con socios extranjeros, entre los que destaca la estadounidense Chevron, que tiene una licencia del Departamento del Tesoro de EEUU. Así queda eximida de las sanciones. Chevron lleva un siglo operando en Venezuela y es la única empresa estadounidense que se mantuvo en el país cuando, hace décadas, el Gobierno venezolano obligó a las empresas occidentales a convertirse en socios minoritarios en empresas conjuntas con PDVSA.

El efecto es claro: dejar sin recursos al gobierno. Y el país necesita muchos recursos para funcionar"

Francisco Sánchez, I. de Iberoamérica

Gana la estrategia de Marco Rubio

En los últimos meses, los asesores de Trump han debatido cómo conseguir un mayor acceso al petróleo venezolano para las empresas estadounidenses, dada la hostilidad de Maduro y la presencia de China, según ha publicado The New York Times. El enviado especial para Venezuela Richard Grenell lideró las conversaciones con Maduro, quien ofreció a Trump abrir la industria petrolera venezolana a los estadounidenses.

Trump lo rechazó porque hizo caso a quienes le dijeron, como el secretario de Estado, Marco Rubio que Maduro no es de fiar. Apuestan por la llegada al poder de María Corina Machado, la líder opositora que acaba de recoger el Nobel de la Paz. Machado favorecería a las empresas estadounidenses. En una intervención online el mes pasado en un foro de inversores y políticos en Miami, habló del "infinito potencial de su país". Y añadió: "Estamos hablando de una oportunidad de 1,7 billones de dólares".

"Aunque la Casa Blanca justifica su presión en términos de narcotráfico y seguridad, las negociaciones secretas, las sanciones, la incautación de petroleros y el propio discurso de Trump ('take the oil') sugieren que el control del flujo petrolero es un objetivo clave. En ese contexto, Trump sí parece aspirar a un trato de favor con un eventual gobierno de transición liderado por Machado: ella ha ofrecido explícitamente abrir todo el sector a empresas estadounidenses, privatizar parte de la industria y limitar la presencia china y rusa, lo que encaja con la visión de Trump y el Secretario de Estado Rubio", explica John Polga.

El régimen chavista, organización terrorista extranjera

La declaración del régimen venezolano como "organización terrorista extranjera" tiene serias consecuencias. Como explica el profesor Vladimir Petit Medina en X, "en lo práctico, congela activos, criminaliza transacciones y expone a terceros a sanciones: hacer negocios con el Estado venezolano pasa de riesgoso a potencialmente criminal". En el terreno político ahonda en el aislamiento. "Cierra salidas negociadas tradicionales: ya no es un régimen autoritario más, sino un actor tratado como amenaza de seguridad", añade Petit Medina. En lo económico golpea el corazón petrolero y en lo militar "habilita mayor presencia, inteligencia y acciones coercitivas de EEUU bajo el marco antiterrorista, elevando el nivel de disuasión y de riesgo. Y brinda escenarios y mayors justificaciones para una acción militar doméstica".

De momento, Maduro se aferra al poder, que perdió en las urnas en las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. La presión de EEUU por el despliegue militar y los ataques a las narcolanchas no han hecho que ceda. Los asesores de Trump aseguran que va a continuar hasta que Maduro caiga. "Trump está haciendo una gran presión para que haya una transición en Venezuela pero veo poco probable una acción militar. Juegan al quiebre interno para que haya una transición. Será lo único que podría salvar a Venezuela de la línea de catástrofe que sigue en este momento", apunta José Manuel Puente. 

La incautación del petrolero y las nuevas sanciones al sector petrolero venezolano tienen como objetivo vencer la obstinación de Maduro. El anuncio de bloqueo es un paso más. A Trump nada se le pone por delante. Como ha dicho a Vanity Fair, su jefa de gabinete Susie Wiles, actúa como lo haría un borracho: cree que no hay nada que no pueda hacer.