La exnovia de Jeffrey Epstein, Ghislaine Maxwell, es la pieza clave que podría desbloquear todo el caso que ahora asola a la Administración de Donald Trump. La socialité británico-francesa fue condenada a 20 años de prisión en 2022 por reclutar y engañar a mujeres adolescentes para que Epstein -y no se sabe quién más- abusase sexualmente de ellas. Actualmente, Maxwell está en una prisión federal de Florida y ha pedido al Tribunal Supremo que anule su condena, mientras que Epstein se suicidó en la cárcel en 2019 mientras esperaba para su juicio, según consta en la versión oficial del caso.
Maxwell ha vuelto a los titulares de los medios de comunicación esta semana primero porque el Departamento de Justicia ha pedido al Supremo estadounidense que rechace la apelación de la condenada, que sus abogados presentaron en abril. El movimiento llamó la atención porque tuvo lugar solo días después de que el caso Epstein estallase de nuevo por la clara negativa del Departamento de Justicia y del propio Trump a publicar la lista de clientes del supuesto abusador, algo que chocó con la versión que el presidente ha mantenido a lo largo de años.
“Su equipo legal continúa luchando por su caso en los tribunales y presentará próximamente una respuesta a la oposición del Gobierno”, han dicho los hermanos de Maxwell en un comunicado publicado el martes en una página web dedicada a su caso. La familia de la mano derecha del financiero está quejándose de que ella no recibió un “juicio justo”.
Y segundo, porque el mismo Departamento de Justicia despidió este martes a la fiscal federal Maurene Comey, que no solo es la hija del exdirector del FBI James Comey sino que también estaba relacionada con el caso de Epstein y Maxwell. Comey tuvo un papel principal en el caso de la británica, y de hecho en 2024 presentó una declaración pidiendo a un juez que no hiciesen públicos archivos relacionados con el caso Epstein porque creía que podían interferir con un posible nuevo juicio a Maxwell.
Además, una información del Daily Mail aseguró la semana pasada que la mujer -la única persona entre rejas por toda la trama- estaba dispuesta a testificar en el Congreso estadounidense sobre el caso. La noticia solamente citaba a fuentes a las que no identificaba de ningún modo, y una de esas fuentes declaraba que la exnovia del ahora fallecido jamás había recibido ningún tipo de oferta de acuerdo con la fiscalía, pero que “estaría encantada” de hacerlo ahora.
“Nadie del Gobierno jamás le ha pedido que comparta lo que sabe. Continúa siendo la única persona en la cárcel en relación con Epstein y ella daría la bienvenida a la oportunidad de contarle al público estadounidense la verdad”, recogía el artículo, sin concretar a qué verdad se refería.
Los abogados de Maxwell argumentan que Epstein llegó a un acuerdo con las autoridades en 2007 que debería haberla protegido a ella de ser procesada como coconspiradora del caso, y por eso piden al propio presidente estadounidense, Donald Trump, que intervenga como “rey de los acuerdos” al que seguramente no le parecería bien que el propio Departamento de Justicia esté pidiendo al Supremo “permitir que el Gobierno rompa un acuerdo”.
“Me sorprendería que el presidente Trump supiese que sus abogados están pidiendo al Supremo que deje al Gobierno romper un acuerdo”, ha dicho el abogado de Maxwell, David Oscar Markus.
Por todo ello, en los últimos días muchos han recuperado la sensación de que Maxwell podría revelar todo aquello que el Gobierno estadounidense no va a destapar o no puede destapar. Como este periódico ha publicado a lo largo de los últimos días, son muchos los votantes y seguidores de Trump, e incluso congresistas del Partido Republicano, que piden a la Administración que publique la famosa lista de clientes que hace unos meses la fiscal general, Pam Bondi, aseguraba que tenía encima de su mesa y ahora mantiene que no existe.
En conversación con la revista Vanity Fair, varias socialités británicas que ahora viven en Mar-a-Lago, en Florida, donde el presidente estadounidense tiene su residencia de verano, se han mostrado a favor de que Maxwell hable para romper este impás y porque quieren conocer qué pasó realmente con Epstein. Esa misma sensación parece haberse extendido ahora incluso por el Congreso estadounidense, también entre representantes republicanos.
El speaker de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, dijo este martes que está a favor “de la transparencia”, y que “deberíamos sacar todo ahí fuera y dejar que la gente decida”. En contraposición, Trump ha dicho que este es un asunto “muy aburrido” y que no deberían seguir hablando de Epstein, que “no entiende el por qué de la fascinación por el caso” porque “murió hace mucho”.
Sin embargo, en múltiples vídeos que han sido recuperados en los últimos días se aprecia cómo Trump prometió durante la campaña electoral que publicaría todos los archivos del caso Epstein si llegaba a presidente por segunda vez.
Lo que Maxwell sabe
La de Maxwell fue una de las condenas más importantes de la historia contra una socialité por facilitar una red de tráfico sexual, y supuso una victoria para las más de 100 mujeres que la acusaban por abusos sexuales a lo largo de una década. A lo largo del juicio, mujeres que entonces eran adolescentes contaron cómo Maxwell y Epstein se les acercaron cuando tenían 14 años, en algunos casos en campamentos de verano, para después sufrir abusos sexuales, en ocasiones por parte de los dos.
Otras contaron cómo les contaron que podían ganar mucho dinero haciéndoles masajes, que acudieron atraídas por esa razón a su mansión, y describieron que Maxwell no solo estaba presente y participaba de los abusos sino que diseñó un esquema con el que no era necesario que ella buscase personalmente a las niñas para Epstein, sino que simplemente pedían a las más vulnerables que trajesen a otras ofreciéndoles dinero.
Estas descripciones llevan a pensar que si existe una lista de clientes de Epstein, como Trump proclamaba hace meses, Maxwell debería conocerla. El papel que pueda optar por tomar si se le da la oportunidad de volver a hablar es lo que supone toda una incógnita.
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