Antes de comentar los resultados electorales del domingo conviene recordar lo que decían las encuestas con las que los medios acostumbran a darnos la matraca durante meses. Para ello recurriré a las estimaciones más solventes, que son las que hace Kiko Llaneras mediante un modelo propio basado en datos históricos y en las múltiples encuestas publicadas. Pues bien, esta vez “las encuestas” han conseguido meter dentro de sus horquillas, tanto en Galicia como en el País Vasco, todos los resultados (en escaños), excepto el BNG en Galicia (estimaban entre 1 y 4 y ha sacado 6 escaños) y el PP en Euskadi (estimaban entre 6 y 8 y ha sacado 9).

El PP (¿o se ha de decir Núñez Feijóo?) mantiene en Galicia, ampliada, su mayoría absoluta, cosa que se planteaba como muy difícil de obtener. Y Urkullu recupera dos diputados respecto a 2012. Dos éxitos evidentes.

Otra cuestión a resaltar es el carácter políticamente moderado de los dos ganadores en las elecciones celebradas ayer. La derecha ganadora en ambas comunidades autónomas se ha moderado, mientras la izquierda aparece claramente perdedora, perdida y dividida. Infectada, además, con el virus del nacionalismo.

¿Servirán este varapalo y la moderación del adversario para que la Ejecutiva del PSOE tome nota? Porque la noche electoral fue la de alguien que no se presentaba: Pedro Sánchez, cuyas listas han obtenido, una vez más, los peores resultados desde la muerte de Franco: el 11,9% de los votos en el País Vasco, el 17,9% en Galicia.

Si hemos de hacer caso a comentaristas y “politólogos”, lo  más relevante de estas elecciones era saber si los resultados podían o no servir para desbloquear la situación política a nivel nacional. O dicho en román paladino, ¿van a servir  estos resultados para que Pedro Sánchez dé un paso a un lado y el PSOE abandone con él el empecinamiento? ¿O conseguirá Sánchez imponerse a sus barones y sacar adelante un Gobierno Frankenstein (PSOE + Podemos Unidos + Independentistas?).

Poco antes de la cita electoral, el analista Roger Senserrich, miembro del grupo Politikon y hombre que no es precisamente partidario de que el PP siga en La Moncloa, escribió:

»Es triste admitir que ahora mismo un gobierno de Rajoy es mejor que cualquier otra alternativa posible, sencillamente porque no hay otro gobierno alternativo. El PSOE debe abstenerse. No porque le convenga al país, no porque le convenga al partido, no porque sea un ejercicio de responsabilidad. Simplemente porque ese partido es incapaz de hacer otra cosa. Es hora de renunciar a la pantomima, abandonar las armas y rendirse.

Una extrapolación razonable de lo sucedido en Galicia y en Euskadi es que quien ganaría unas hipotéticas terceras elecciones sería el PP y los que peor parados quedarían serían el PSOE y Ciudadanos.

Sánchez, como es obvio, tendrá ahora que escoger entre dar paso al PP o provocar esas nefastas terceras elecciones. Pero, ¿alguien se imagina a Pedro Sánchez dando marcha atrás? Yo no.

Pues si Sánchez no está dispuesto a rectificar, al PSOE, si quiere sobrevivir, no le queda otra que relevarlo ya. ¿Cómo? Propondré una fórmula, aun a sabiendas de que en el PSOE nadie me va a escuchar: Poner al frente del Partido una Comisión Gestora, compuesta por los secretarios generales que lo han sido después de la muerte de Franco: Felipe González, Joaquín Almunia, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez.

¿Para qué? Para ordenar al grupo parlamentario socialista que se abstenga en una nueva votación antes de que termine el mes de octubre, y luego esa Gestora deberá preparar un congreso que rehaga lo deshecho, “repinte los blasones” y saque a los socialistas del sectarismo y les haga olvidar las utopías populistas.