A lo largo y ancho del recién nacido 2017 está por vencer en fondos garantizados un importe total de nada más y nada menos que 5.227 millones de Euros.

Los fondos garantizados para aquéllos que no lo sepan son unos productos que aseguran al partícipe la recuperación de la totalidad o de un porcentaje del importe suscrito más una cuantía mínima de beneficio en un plazo determinado. Existen fondos garantizados de renta fija que pueden asegurar un rendimiento fijo y fondos garantizados de renta variable, que aseguran la obtención de una rentabilidad vinculada total o parcialmente a la evolución de acciones (índices bursátiles) o divisas.

El ya vencido año 2016 fue el año del regreso de estos productos al albur de una creciente exigencia por parte de los inversores de productos sesgados a la pura preservación del capital en un entorno de volatilidad disparada. Por su parte, las gestoras, encantadas de la vida, pues lograban mantener cautivo al cliente por períodos de tiempo cada vez más largos.

La lucha por mantener estos suculentos y descansados (por la escasa gestión que exigen) saldos se va a disparar desde ya entre las gestoras patrias.

Las soluciones para evitar fugas indeseadas de capital pueden ser diversas y van desde la extensión de la garantía del producto hasta la fusión con otro fondo pasando por el cambio de política de inversión del producto o el cobro de los mínimos réditos que el fondo haya generado al final de su plazo. En los tres primeros supuestos el partícipe podrá ejercer su derecho de separación del fondo previa comunicación a la gestora con un mes de antelación.

La separación se realizará vía reembolso o traspaso. En el caso de reembolso habrá que pasar por la caja del fisco y tributar por las ganancias acumuladas que en cualquier caso no serán elevadas.

En este punto cabe preguntarse quién sale beneficiado con estos productos y qué alternativas financieras caben.

Desde mi opinión y haciendo bueno el dicho castellano de que un terreno baldío no puede aprovechar para dar frutos, no aceptar extensiones de garantía, fusiones o demás es lo aconsejable, pues el coste de oportunidad de permanecer períodos cada vez más largos en estos productos es claramente negativo para los intereses del inversor.

En 2016 se han vendido fondos con plazos de seis y siete años de vencimiento que por lo general ofrecen rendimientos exiguos. Los depósitos, con un tipo medio ponderado del 0,14%, son sin duda una mejor opción para perfiles ultra conservadores, pues posibilitan movilizar el capital y no suelen estar penalizados con las abultadas comisiones de reembolso de los fondos garantizados con las honrosas excepciones de aquéllos que permiten ventanas de liquidez en las que reembolsar sin ser penalizado.

Cabe recordar que la garantía no opera para las retiradas del capital que se realicen antes del vencimiento del plazo. En ese caso, el inversor tendrá que reembolsar al precio que tenga su participación en ese momento (valor liquidativo), que puede ser incluso inferior al valor inicial.

En el campo de batalla en que se ha convertido la obtención de rentabilidad -salvo para aquellos que suscribieron esta clase de fondos hace tres años con TAE del 3% a vencimiento- los claros vencidos serán los inversores que los suscriban en 2017.

Es bien cierto que las opciones para obtener rentabilidad van a exigir asumir mayores riesgos, pues es imposible conseguirla de otro modo en el entorno de unos tipos de interés minúsculos y los fondos garantizados solo pueden ofrecerla jugándose la rentabilidad adicional vía apuestas de inversión en renta variable lo que atenta con el perfil conservador de sus potenciales suscriptores.

Así que a vencimiento de los garantizados y, si quieren ustedes rentabilidades aceptables, van a ser  llamados a la feria de la volatilidad, el sufrimiento y alguna noche sin dormir. Es decir, a los fondos mixtos o para los más gallardos, los de renta variable.

En otro caso y si la conversión de ahorrador a inversor puro les parece inoportuna, mantener liquidez disponible es a día de hoy una mina de oportunidades para colocarla en inversiones alternativas o a la espera de la deseable regularización normalizada de tipos de interés.

En cualquier caso los fondos garantizados deberían ser cosas del pasado. En productos de inversión también aplica aquella máxima que dice que no hay tiempo para el pasado cuando el futuro nos reserva mejores oportunidades.

Yo me olvidaría de unos garantizados ya no vencidos sino cansados. Unos productos que pudieron tener su momento y que aseguran la tranquilidad en plazos eternos rentan en pequeñas creces y  suponen un seguro cerrojazo a mejores alternativas de inversión que el futuro cíclicamente ofrece.


Carlos de Fuenmayor  es director Kessler&Casadevall AF Barcelona

A lo largo y ancho del recién nacido 2017 está por vencer en fondos garantizados un importe total de nada más y nada menos que 5.227 millones de Euros.

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