El debate keynesianismo frente a economía clásica se repite de forma cíclica igual que los mercados y la economía en general. La intervención pública a través de políticas monetarias y fiscales es positiva y necesaria, al igual que es positivo defender una mayor eficiencia en la estructura económica y el funcionamiento libre del mercado.

Sin embargo, la política intervencionista puede llegar a distorsionar la realidad de la sociedad que pretende salvaguardar. El endeudamiento sin límite y el estímulo del crecimiento con compras masivas de activos por parte de los bancos centrales desplaza a ahorradores y a sectores eficientes y apoya a empresas y estructuras obsoletas. La intervención impide una verdadera asignación eficiente de los recursos del sistema, siempre escasos.

Podemos destacar dos hechos significativos ocurridos desde los años ochenta: en primer lugar, el apalancamiento constante de todos los agentes económicos, gobiernos, empresas y familias; en segundo lugar, el espectacular recorrido a la baja de los tipos de interés en distintos plazos, como resultado de un continuado empleo de políticas monetarias expansivas.

Al igual que inflación significa crecimiento continuado de los precios, podríamos definir esta etapa de intervención monetaria continuada como moneyflation. Es cierto que la intervención pública ha sido positiva, pues las economías desarrolladas han crecido, la educación, salud y todas las variables de calidad de vida han aumentado y, por ello, podríamos decir que estamos mejor que hace 30 años. Sin embargo, parece que el cambio estructural no ha seguido el mismo ritmo, al menos en la última década. Esto no es bueno.

Las políticas intervencionistas impiden una asignación eficiente de los recursos del sistema

La idea es sencilla de comprender si tomáramos el crecimiento económico de una familia como referencia para entender la evolución de la economía de un país: partimos de un momento en el tiempo, en el que la familia vive un periodo de crisis. De golpe, resulta seleccionada para obtener todo el crédito que necesite. La familia empieza a endeudarse para financiar todos los gastos necesarios en educación, salud y ocio. Las estadísticas de consumo, inversión y gasto mejoran sustancialmente y la actividad económica de la empresa familiar mejora de forma significativa, pues la compra de equipo en mercado doméstico y de importación ha permitido iniciar una venta de sus productos en el mercado interior y exterior. En este entorno, la familia crece y su empresa también.

No obstante, esta bonanza tiende a relajar y acomodar a la familia, no atendiendo a cuestiones clave como formación, cualificación y mejora de procesos que apoyen el negocio familiar en un entorno cada vez más exigente. La familia realiza excesivos gastos improductivos que hacen que la renta generada con la actividad de la empresa familiar no sea suficiente para mantener el ritmo de vida de sus componentes. Pero no pasa nada, porque acuden al mercado y encuentran financiación sin problema a un nuevo plazo y, además, el banco central del país le ofrece comprarle esa deuda de forma que el tipo de interés que paga por ello se reduce sustancialmente.

La familia entra en dinámica de endeudamiento y apoyo monetario continuo. Parece claro que la familia crece y seguirá creciendo, pero ¿hasta cuándo?. Las reformas en la estructura de la familia son clave para romper esta dinámica. Será necesario aumentar ingresos, eliminar gastos superfluos y ajustar la máquina productiva de la familia para que los excesos generados paguen el endeudamiento y permitan generar más actividad y más ingresos.

Las políticas keynesianas como suma de crecimientos de corto plazo son positivas si los receptores de las mismas son capaces de poner en práctica reformas mucho más activas y potentes que permitan superar los apoyos recibidos. Esta es la realidad que los presidentes de los bancos centrales subrayan de forma regular. Si las reformas no superan la profundidad de las políticas intervencionistas, el crecimiento económico mostrado durante este periodo no será sostenible.

No pasa nada, es meramente ciclo económico.


Javier Kessler Saiz, socio fundador de Kessler Global