Estos días conmemorábamos el primer aniversario del terrible atentado yihadista en Barcelona y Cambrils que dejó dieciséis víctimas mortales y cientos de heridos, en un duro golpe a toda la sociedad catalana y al conjunto de España. Eran días de homenaje, de recuerdo y de estar –como hemos hecho al largo de todo este año- al lado de las víctimas y de sus familiares. Eran días, también, para reafirmarnos en que somos una sociedad unida que, desde la pluralidad social y política, estamos juntos ante el terrorismo y dispuestos a plantar cara a la barbarie. En este sentido, agradecimos la presencia del Rey de España, cuya figura ha sido siempre símbolo de unidad de los demócratas frente al terrorismo.

Con estos sentimientos acudió el Partido Popular a los actos de recuerdo que se organizaron en Barcelona y Cambrils, en los que las víctimas y sus familiares, su dolor y su memoria, tenían que ser los únicos protagonistas. Unos sentimientos compartidos con la gran mayoría de la sociedad catalana, a pesar de que algunos quisieron aprovechar estos actos para, de manera mezquina y torticera, empañarlos nuevamente con sus reivindicaciones independentistas. No lo consiguieron porque somos muchos los que creíamos que en ese día lo único importante era el recuerdo a las víctimas y la unidad de todos frente al terrorismo. Pero algo no funciona en Cataluña cuando son los propios familiares de las víctimas quienes tienen que levantar la voz para exigir una tregua a los independentistas durante los homenajes.

Solo desde el cinismo absoluto se puede entender al presidente Torra”

Ni 24 horas de tregua respetó el Gobierno de la Generalitat. Solo desde el cinismo más absoluto se puede entender a un presidente Torra reclamando respeto por las víctimas del atentado, mientras deseaba suerte a los Comités de Defensa de la República en su manifestación independentista por las Ramblas, defendía como libertad de expresión la presencia de una pancarta en Plaza Cataluña ultrajando a la figura del Rey, humillaba a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado poniendo en duda su trabajo o ponía el colofón al día con un acto ante la cárcel de Lledoners en el que amenazaba, literalmente, con atacar al Estado. Ese fue el respeto que mostraron a las víctimas y a sus familiares en un día que tenía que ser de homenaje, de recuerdo y de acompañamiento en el dolor.

Que los independentistas van a los suyo sin mostrar ningún respeto por nada ni por nadie, lamentablemente, ya lo sabíamos. Hace ya mucho tiempo que el Gobierno de la Generalitat ha dejado de preocuparse por las necesidades y el sentir general de la sociedad catalana. Lo que resulta inaceptable es que el Gobierno de Pedro Sánchez, el Gobierno de todos los españoles, haya decidido que la respuesta a cualquier humillación o amenaza es mirar a otro lado, no se vayan a enfadar sus socios independentistas y se rompa ya definitivamente la frágil mayoría que le sostiene en la Moncloa.

Los independentistas utilizarán cualquier vacilación o cualquier ambigüedad en beneficio de sus propios intereses. Es por ello que desde el Partido Popular, hemos defendido y seguiremos defendiendo que la única respuesta a la amenaza independentista es la unidad, la defensa de las instituciones y del estado de derecho.