Para mucha gente, ingresar dinero en el banco o hacer uso de una línea de crédito es algo natural. Sin embargo, no es así para aproximadamente 1.700 millones de personas; de hecho, casi la mitad de la población activa mundial no tiene acceso a una cuenta bancaria. Esta disparidad es aún mayor entre las mujeres: solo el 65% tiene una cuenta, frente al 72% de los hombres, y esta brecha ha permanecido inalterada desde 2011.

No obstante, no se trata de un fenómeno que esté pasando inadvertido, y los gobiernos de todo el mundo se han puesto manos a la obra. Según el Banco Mundial, desde 2010 más de 55 países han asumido compromisos de inclusión financiera y más de 30 han lanzado o están desarrollando una estrategia nacional. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer.

Casi la mitad de la población no bancarizada del mundo se concentra en siete países

En su mayor parte, las bajas tasas de penetración de los bancos son un problema del mundo en vías de desarrollo. Así, casi la mitad de la población no bancarizada del mundo vive en siete países: China, India, Pakistán, Indonesia, Nigeria, México y Bangladesh. Pero, la tecnología está impulsando la inclusión financiera y permitiendo a las personas, incluso en las regiones más remotas, acceder a productos financieros sin necesidad de sucursales físicas.

A medida que mejora el acceso a Internet y las tecnologías móviles, las tasas de bancarización deberían mejorar también. Prueba de ello es que el 52% de los adultos ha enviado o recibido un pago digital durante el pasado año, frente al 42% en 2014.

Es evidente que la inclusión financiera y, de hecho, la formalización general de muchas economías emergentes es una tendencia que genera cambios positivos. Los modelos de negocio del sector financiero deberían verse favorecidos por los cambios estructurales a largo plazo, como la transición del dinero físico a los pagos digitales y el auge de los pagos a través del móvil, y para beneficiarnos de ello buscamos empresas en los países emergentes y frontera donde el mercado esté subestimando este cambio.

El desarrollo financiero es clave para Latinoamérica

Pongamos a Brasil como ejemplo. Aunque es una de las mayores economías emergentes, estas tendencias están todavía en pañales: solo el 32% de los brasileños de más de 15 años poseía una tarjeta de crédito en 2015, frente al 60% en el Reino Unido.

El dinero en efectivo sigue suponiendo casi la mitad (48%) de todos los pagos de los consumidores brasileños, mientras que en el Reino Unido esta cifra es mucho más baja (27%), según datos de PagSeguro de enero de 2018. En este contexto, aquellas entidades bancarias que demuestren que pueden salir airosas de los ciclos bajistas y, al mismo tiempo, ser rentables durante la mayor parte de los periodos serán las más beneficiadas.

Un ejemplo de ello es por ejemplo el banco brasileño Itaú, que además está elevando su perfil conservador y, en este sentido, ha realizado con éxito la transición hacia una cartera de préstamos "más segura", tanto en clientes empresariales (alejamiento de las pymes) como particulares (préstamos de mayor calidad). Itaú lo ha conseguido al tiempo que incrementaba su ROE por encima del 24% durante los últimos dos trimestres y existe margen para que surjan cambios estructurales positivos a largo plazo de la concentración sectorial.

En el África subsaharia, el porcentaje de adultos con una cuenta de efectivo en móvil se ha duplicado desde 2014

Donde más evidente resulta el ritmo acelerado de progreso tecnológico es en el África subsahariana, una región en la que el porcentaje de adultos con una cuenta de efectivo en un dispositivo móvil se ha duplicado desde 2014, hasta el 21%. De acuerdo con el Findex (el índice de inclusión financiera del Banco Mundial), las cuentas de efectivo en dispositivos móviles se utilizan especialmente en Kenia, donde el 73% de los adultos posee una, así como en Uganda y Zimbabue, donde este porcentaje se sitúa en el 50%.

Analicemos el ejemplo del Kenya Commercial Bank (KCB). La difusión de M-Pesa, una plataforma para transferencias monetarias y financiación a través del móvil, es la punta de lanza de la penetración de los servicios financieros en Kenia y gran parte del África subsahariana. Lanzada en 2007, la plataforma es actualmente el servicio financiero a través del móvil más exitoso del mundo en desarrollo. KCB está aprovechando esta floreciente tecnología para ofrecer cuentas de ahorro y préstamos con comisiones atractivas y periodos variables de ahorro o pago.

Pensiones y seguros

Indudablemente, la inclusión financiera va más allá del mero acceso a una cuenta bancaria y abarca instrumentos financieros más complejos. Dos ejemplos serían las pensiones y los seguros.

Estos dos sectores presentan unas tasas de penetración bajísimas en Turquía, donde solo el 20% de los empleados disfruta de un plan de pensiones de empresa, pero el gobierno turco quiere mejorar esta estadística. El estado está incentivando el ahorro con una aportación complementaria del 25% y, a consecuencia de ello, el mercado está creciendo rápidamente —tasa de crecimiento anual compuesto del 20%— desde una cota muy baja.

Gran cantidad de empresas en el mundo en desarrollo se beneficiará de la mejor inclusión financiera

Las empresas están tratando de aprovechar al máximo esta tendencia y una de ellas es AvivaSA, una sociedad conjunta de pensiones y seguros creada por la aseguradora británica Aviva y el conglomerado turco Sabanci. La empresa se sitúa en el epicentro de este movimiento estructural hacia la seguridad financiera y creemos que el mercado subestima su potencial para generar tasas de crecimiento elevadas.

Como inversores, en última instancia buscamos empresas escasamente analizadas e infravaloradas que se beneficiarán de cambios estructurales y creemos que existe una gran cantidad de empresas bien gestionadas en todo el mundo en desarrollo que podrían beneficiarse de los profundos cambios que propiciará la mejora de la inclusión financiera.


Ross Teverson es responsable de estrategia de mercados emergentes en Jupiter AM