Esto se acaba, la legislatura o la aventura de Juan Salvador Gaviota de Pedro Sánchez. La cosa ha durado lo que el vino dulce del chiquillo, lo que el cigarrillo del mozalbete, o sea lo que dura la adultez robada al adulto. La borrachera de Moncloa, la de sus jardines de rosas tintas y copas de piedra, la del champán de las azafatas, la del poder como la primera fiesta, ha tenido el placer, la duración y los destrozos de todo lo inmediato y lo caprichoso. Ha sido como la Nochevieja de un chaval, que ha dejado España, exactamente, como tras una Nochevieja de chavales, con cristales en los ombligos y los zapatos.
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