8,50: primera hora de la mañana para ser sábado. Suena el pitido del móvil en señal de que acaba de entrar un whatsapp. Yo en el baño a punto de afeitarme. Es un buen amigo que me alerta de la entrevista al presidente del Senado, Manuel Cruz, que publica El País con un enlace incluido. No puedo creerlo. Lo leo dos veces, miró el periódico en el propio móvil y, en efecto, veo este titular: "Una sentencia absolutoria de los líderes del 'procés' lo reconciliaría todo".

Inmediatamente llamo al director adjunto de El Independiente para que se reproduzca la entrevista. Es evidente que va a generar gran revuelo.

El efecto sísmico no tarda en producirse. Dos horas después lo líderes del PP, Pablo Casado, y de Ciudadanos, Albert Rivera, exigen a Cruz una rectificación.

A las 14,30 me envían una nota con la rectificación de El País. Lo que, en realidad dijo Cruz, según la nueva versión fue: "Habría un escenario que podría reconsiderar esto y es que la sentencia fuera absolutoria. Bueno, es una posibilidad, yo no voy a entrar en eso".

En una jornada de reflexión, a unas horas de unas elecciones municipales, autonómicas y europeas, a nadie se le escapa que el titular de El País iba a provocar un auténtico terremoto político. Por mi experiencia, si El País -o la periodista que firma la entrevista- hubieran manipulado tan burdamente un titular, la rectificación se hubiera producido de manera inmediata y a primera hora. No se hubiera esperado hasta entrada la tarde hasta después de haber provocado la sacudida política que, en efecto, se produjo.

Tampoco es normal que un periodista se invente cosas, y menos aún una palabra tan poco frecuente como "reconciliaría", o que la confunda con "reconsiderar". En fin, de ser cierta la versión del propio diario, la cuestión merecería algo más que una simple rectificación, ya que el periódico habría puesto al presidente del Senado a los pies de los caballos con una afirmación que no es suya. Conociendo los controles de ese diario me parece muy extraño que eso haya sucedido así. He visualizado en repetidas ocasiones el vídeo que supuestamente sirve para avalar la rectificación para sonrojo de la periodista que firma la información, y a medida que lo vuelvo a escuchar más me convenzo de que hay gato encerrado, porque hay un corte en la grabación que no permite saber a qué se refiere Cruz cuando habla de "reconsiderar todo" ¿Reconsiderar qué? No lo sabemos.

No creo que un periodista se invente palabras para llevarlas a un titular. Lo peor es que, en las dos versiones, Cruz piensa que la absolución de los presos ayudaría a mejorar las cosas en Cataluña

Pero, dicho esto, lo fundamental, es lo que piensa el presidente del Senado. Y lo que piensa, tanto en la primera versión, como en la segunda, es que una sentencia absolutoria a los presos procesados por rebelión por parte del Tribunal Supremo serviría para apaciguar la situación política en Cataluña. Eso es precisamente lo grave.

El presidente del Senado considera que la tranquilidad se produciría si el Supremo borrara lo sucedido entre los meses de septiembre y octubre de 2017 con la goma Milán de una sentencia absolutoria y lo considerara símplemente como una broma, un exceso quizás en el ejercicio de la libertad de expresión.

Se trata de una hipótesis, en todo caso, dudosa ¿Cuál sería el siguiente paso del independentismo? ¿Se retirarían satisfechos a sus casas o exigirían de inmediato la convocatoria de un referéndum de autodeterminación, esta vez, legal?

¿Tranquilidad a qué precio? La credibilidad del Supremo quedaría liquidada para siempre. Y, en buena lógica, si se produjese tal sentencia, tanto a los fiscales como al instructor Pablo Llarena habría que procesarles por prevaricadores.

¿Y los catalanes que no son independentistas, esos, qué dirían? No, no, esos no cuentan.

Manuel Cruz, militante del PSC, columnista, tertuliano e incluso filósofo, se ha olvidado de que ahora representa a una institución del Estado. Que él es una autoridad del Estado, y que no puede hablar como si estuviera tomándose un café con unos amigos en una terraza de La Rambla.

Lo que aterra del incidente de la mala transcripción de El País es que la mayoría cree la versión original porque es coherente con lo que ha venido pasando en los últimos días. Encaja perfectamente con la decisión de la presidenta del Congreso, y compañera de partido de Cruz, Meritxell Batet, de lanzarle al Supremo la pelota de la suspensión de los presos. Cuadra con los mensajes que se han venido transmitiendo desde el gobierno sobre un escenario de diálogo, y no chirría en absoluto con las manifestaciones de su jefe político, Miquel Iceta, partidario de la libertad provisional y del indulto a los presos.

El error de Cruz ha sido decir lo que ha dicho un día antes de las elecciones. Cosa que no se sabe si conviene al PSC, pero que, desde luego, no beneficia al PSOE.

No puedo ni imaginarme el tirón de orejas que se habrá llevado Cruz por parte de Moncloa.