El maltrato a la mujer, para publicidad, es una cosa fea, deslucida, poco agradecida para la cartelería. Es algo así como la cartelería de hospital, con esas enfermeras como de manicomio, que chistan con más amenaza que consuelo, o esos cirujanos en el quirófano mirándote como extraterrestres que te han abducido. Publicitarte la colonoscopia, a ver quién es el guapo que te vende eso. Como publicitarte el seguro de deceso (las compañías te sacan un sol, o una playa, con la pareja de blanco marbellí, como si te fueran a enterrar en un chiringuito de sangría y orquesta bongosera, como si fueras a cruzar la laguna Estigia en el barco de Vacaciones en el mar). O publicitarte a Hacienda, con una satisfacción de donante de sangre. Sí, hay temas complicados. Y aún lo son más si eres de un Gobierno del Cambio como el de Andalucía, es decir, que tienes que hacer las cosas de manera diferente para que la gente sepa que ya no están Susana ni el PSOE, que es como pensar que ya no está Juan y Medio.

Es difícil eso del maltrato a la mujer, así pensado para pegatina, para marquesina de autobús, para anuncio en el carrusel deportivo. Pero se puede empezar por llamarlo maltrato, que es algo un poco más afelpado que la violencia. Y hasta suena un poco vintage, un poco Cuéntame, como volver a hablar de malcasadas o de queridas, algo que diría la abuela, María Galiana, mientras prepara un huevo pasado por agua. Pero no es suficiente todavía. Hay que hacerlo con sonrisa. Con sonrisa profesional, quiero decir. Porque las maltratadas reales sonríen sin la luz dentífrica, sin la luz heladera que requiere la publicidad. Sobrevivir a un maltratador no es beber una cocacola, ni siquiera es pasarte la menstruación en un columpio. Si quieres acentuar que el maltrato puede terminar, que puede terminar bien, que se supera y te quedas así como con adhesivo dental nuevo, como jubilada en Mallorca, feliz de body milk, de Nenuco o de Hemoal, hay que recurrir a la profesionalidad. Se trata de una nueva época, no lo olviden. La Junta de Andalucía tiene un logo como de boca triste con barbilla triste, con toda la arruga de la tristeza, y había que darle la vuelta. Con los temas más duros, sobre todo. Y cuanto más duro es el tema, más profesionalidad se requiere.

Modelos, las maltratadas sonrientes de la publicidad de la Junta de Andalucía son modelos

Modelos, las maltratadas sonrientes de la publicidad de la Junta de Andalucía son modelos. Y ni siquiera son modelos contratadas para plasmar la alegría de una nueva vida sin maltrato, sin maltratador, que sin duda será una alegría para quien lo consiga, aunque dudo que les quede ese aspecto All-Bran que tiene la campaña. No son ni siquiera actrices que hayan interiorizado y dado la vuelta a las cicatrices de la violencia machista, violencia antigua o eterna, como actrices de Los santos inocentes. No, son modelos de un banco de imágenes, modelos extranjeras con la sonrisa de marca blanca, con la alegría estándar occidental, o sea alegría de nueva compañía telefónica, de tinte sin amoniaco, de línea aérea con buenos reposapiés, de cafetera de George Clooney, de supertirita para las ampollas, de Spotify en el coche, de cerveza futbolera, de tele sin IVA, de bañera sin cal. Algunas las habían despegado directamente del anuncio del móvil o del implante bucal para ponerlas allí, a dar ejemplo de vida después del infierno, así como si vinieran de una cita con Ronald McDonald.

El PSOE era chusquero y vecindón en la Junta, pero el Gobierno del Cambio andaluz quiere demostrarnos que es profesional. La profesionalidad es una cosa transversal y ubicua, y se tiene que notar lo mismo en el que derriba chiringuitos de enchufados que en la maltratada revivida por las nuevas políticas del bipartito, que parecerá indistinguible de las azafatas de Tío Pepe porque las mandarán de la misma agencia. Bueno, quizá se pueda admitir que la profesionalidad de la cartelería no ha coincidido esta vez con la profesionalidad de los publicistas. Pero seguro que hay algún modelo en algún banco de imágenes para concienciar de que de estas chapuzas insultantes también se sale con una sonrisa. Algún modelo de vacaciones en la nieve para Juanma Moreno y quizá otro de nueva colección de camisas de cuadros para Juan Marín.