Tenemos un país poca cosa. Un paisillo. Somos como una Andorrita atestada de toreros, futbolistas y colaboradores de La Sexta, que apenas caben en la loseta que les toca. Tenemos un país del que nos caemos, tenemos un país sofá cama, tenemos un país equipaje de mano de Ryanair. Tenemos un país que nos asfixia, todo interior, sin ventanas. Tenemos un país en un florero, como el de los Nabucodonosorcitos que vivían en la maceta de Epi y Blas. Y ha venido un chico en el estirón pidiendo, claro, más país, como el que pide más paga o más megas o más zapas o más kétchup.

Errejón ya no cabe en la cama, ni en la de Podemos ni en esa otra cama de Ricitos de Oro que le preparó Carmena como una abuela montañesa. Errejón necesita más país porque se le salen los pies de él, como se le salen los pies del espectro político. Ser transversal en un país tan pequeño, harto de dormir atravesado, es que te hace imposible no pedir eso, más país como más colchón. La izquierda está atestada como un autobús nepalí, como un piso patera, una izquierda llena de siglas, confluencias, mareas, sensibilidades y pies, así que es normal pedir más país, porque allí ya no cabe nadie, sobre todo con Sánchez despatarrado, haciendo un manspreading decapitador con helicóptero.

Más País, dice. ¿Pero más de qué? Errejón, en realidad, es más peligroso que Iglesias

En serio: ¿Más País? Los nombres de los partidos eran adjetivos, descriptivos, pero ahora están entre lo motivacional y el bar de la esquina. Empiezan por el eslogan y después ya se verá. Uno sabía que el socialista era socialista, que el conservador era conservador, había ya una ortodoxia y una gente con unos modos, unas ideas, unos cafés y hasta un corte de abrigo que uno podía reconocer. Pero alguien que pide “más país” o que te dice “podemos” o “en pie”, como si te dice “vámonos que nos vamos” o “venga ya”, ése no sabe uno qué es ni qué quiere. Lo bueno es que, entonces, puede ser cualquier cosa. Iglesias ha terminado siendo un leninista burgués. Y Errejón, un posmarxista de Laclau, ha decidido arrimarse a la socialdemocracia y al guapo porque eso de Laclau no lo iba a entender nadie en la vida y él no se iba a comer un rosco, ni siquiera con esa carita de estar comiéndose un rosco que tiene él.

Más País no sabe uno lo que es, y de eso se trata. Laclau lo llamaba el significante vacío. Y no se trata de que Errejón rellene el país con lo que quiera su partido, sino de dejar que el partido se rellene con lo que quiera el país, o sea la gente y sus bares con nombres tan parecidos a esta política. Ése es el principio del populismo. Además, te permite definir el país, su calidad, su pureza, a partir de tu formación. Hay que ser muy chungo para querer menos país, o sea que tú eres el país y los demás son enemigos del país (ay, el enemigo del pueblo). Y todo eso, simplemente por ponerte un nombre que no significa nada. 

No tenemos un país pequeñito, no tenemos un país poquita cosa que necesite una extensión o un engorde. Más País significa, al contrario, un país vacío

Ya no saben cómo jugar con España. La menean, hunden, recortan, dividen, empujan, secuestran, castigan, aburren, hartan. Y ahora, parece que la quieren estirar, engordar, ampliar, hinchar, para que quepan Errejón y todo su posmarxismo mutante, que requieren por lo visto mucho espacio para respirar, como un volcán. Más País, dice. ¿Pero más de qué? Errejón, en realidad, es más peligroso que Iglesias. Iglesias es un fanático purista al que se le ve venir como a mongoles de coleta enhiesta. Errejón es igual de fanático, pero mucho más ladino. Sánchez, encantado de darle otra vuelta al colchón de La Moncloa sin hacer concesiones a los revolucionarios, se dejará pelotear, adular y regalar por el peor de estos revolucionarios. Errejón, a su vez, se dejará someter, pero sólo hasta que veamos a este repentino socialdemócrata transversal poner discos de Laclau al revés.

No tenemos un país pequeñito, no tenemos un país poquita cosa que necesite una extensión o un engorde. Más País significa, al contrario, un país vacío, rellenable de aire, con esa carita de llenar globos que tiene Errejón. Errejón y su partido son el “significante vacío” (Laclau) para conseguir la “hegemonía” (Gramsci). Con ese plan lo que nos sale, como mucho, es alguna clase de peronismo jamonero. Tendremos suerte si nos queda más o menos un país. Pero Sánchez, ya digo, está encantado. Y hasta el palco del Bernabéu, parece. Yo creo que esto es lo que más gracia le hace a Errejón: ha pedido más país y, con tal de que se acabe la agonía y el sinvivir, se lo van a dar entero.