Se estima que en 2018 se suicidaron en España 3.676 personas (3.679 en 2017, datos definitivos), de las cuales el 75% fueron varones. Ningún análisis sobre el suicidio –y son abundantes desde aquel que publicó Émile Durkheim en 1897- ha señalado como causa de la mayor incidencia entre los varones a ninguna ideología o discriminación de género. Si fuera al revés, ¿qué diría el feminismo radical? 

En España durante 2018 se produjeron 15.837 muertes por causas “no naturales” (accidentes, homicidios, suicidios, etc.), y de esos fallecidos el 63% fueron varones.  

Conviene añadir que España sigue siendo uno de los países de la OCDE con tasas más bajas de suicidios (6,9 por 100.000 habitantes), frente a Lituania (28,3), Letonia (18,6) o Eslovenia (18,1), que son los países con las tasas más altas. Las causas del suicidio tienen que ver con sentimientos, sufrimientos anímicos y físicos, y, entre estos últimos, las enfermedades incurables. También con trastornos mentales. Por otra parte, no existe correlación alguna entre el nivel de bienestar de un país y la tasa de suicidios. 

Carece de sentido que esta violencia contra uno mismo se le oculte a la opinión pública mediante una muy particular e inexplicable censura de prensa

Mas, sea como sea, lo que carece de sentido es que esta violencia contra uno mismo se le oculte a la opinión pública mediante una muy particular e inexplicable censura de prensa. Se ha dicho que la publicidad (visibilidad se dice ahora) de los suicidios incitaría a que se suicidaran más personas. Un argumento discutible que desde luego no se aplica a todas las muertes violentas y mucho menos a los homicidios cometidos por hombres contra mujeres. 

Las muertes por accidente laboral en 2018 fueron 652, de las cuales el 92% fueron varones (5,7 por cada 100.000 varones ocupados), frente a 0,6 en las mujeres. En otras palabras: la probabilidad de que un varón muera por accidente laboral es diez veces mayor de que lo sea una mujer… Ampliando la observación y considerando todos los accidentes laborales que han producido baja (leves,  graves y mortales), en 2018 hubo en España 532.977, de los cuales el 71% fueron de hombres. 

Y, que se sepa, nadie ha dicho que esa enorme brecha sea debida a ninguna componente cultural o ideológica en contra de los varones. Y no se ha dicho porque sin duda la causa fundamental de esa gran diferencia se debe a que los varones realizan en el campo laboral trabajos más penosos, más duros y con mayor riesgo, que son aquellos que exigen mayor fuerza muscular. 

En el año 2017 hubo en España 325 homicidios y entre esas víctimas el 64% fueron varones. Es decir: la probabilidad de que un varón sea asesinado es casi el doble de que lo sea una mujer, pero también es cierto que el 79% de los homicidios son cometidos por varones. 

Vayamos a una estadística cuantitativamente menor pero cuyo reflejo público es hoy enorme: los homicidios que los organismos públicos califican como “ocurridos en el ámbito intrafamiliar”, pero que en los medios de comunicación aparecen como “asesinatos de género” o “asesinatos machistas”. 

Según datos publicados por el INE (provenientes de los ministerios del Interior y de Igualdad), en 2018 hubo 120 muertes de ese tipo, de las cuales 71 fueron cometidas por varones y 49 por mujeres. Por otra parte, las víctimas fueron 77 mujeres y 43 hombres. 

Como toda ideología, esta del “género” niega la evidencia de las estadísticas y en este caso califica de machista cualquier pensamiento que la contradiga

Siendo evidente que esta violencia con resultado de muerte es mayor cuando el agresor es un varón y la víctima es una mujer, no existe ninguna razón para que el 40% de todas las víctimas (los varones muertos a manos de sus parejas) se le oculte a la opinión pública. Y cuando no se tapa es porque la muerte de un varón a manos de una mujer llama la atención por su especial crueldad, tal como ha sucedido al inicio del pasado octubre en Castro Urdiales, donde una mujer entregó a su vecina una caja para que se la guardara y la vecina descubrió que dentro de la caja estaba la cabeza del marido de quien se la había entregado. 

Este asesinato en Castro Urdiales es un ejemplo, en verdad horrible y exagerado, pero señala un hecho: a la hora de matar a las parejas o ex parejas los varones lo hacen “a lo bestia” (cuchillos, palos, pistolas…), mientras que las mujeres, al tener menor fuerza física, recurren a métodos más retorcidos y “sofisticados” (veneno, homicidios sobre durmientes, descuartizamientos…). 

Según el pensamiento dominante, que ha logrado imponerse en todos los medios de comunicación españoles, esas 77 mujeres muertas en 2018 a manos de sus parejas o ex parejas lo fueron por ser mujeres y no por otra causa. Según esta explicación reduccionista, esas muertes se deben exclusivamente a la ideología machista (el “heteropatriacado” que todo lo explica) de sus asesinos y en esos hechos nada ha influido la genética, es decir, la componente animal que diferencia –también entre los humanos- a machos y hembras. Para estos reduccionistas sólo existen diferencias culturales y/o ideológicas, como si los seres humanos no tuviéramos componentes biológicas que afectan a nuestros cerebros y a nuestros actos. 

Como toda ideología, esta del “género” niega la evidencia de las estadísticas y en este caso califica de machista cualquier pensamiento que la contradiga. ¿Cómo explican estas ideólogas, por ejemplo, que la violencia de género sea mayor en las “avanzadas” Suecia, Noruega o Dinamarca que en la “atrasada” España?