En la más famosa película de Andréi Tarkovski, hay un tipo atormentado que planta un árbol seco. Como vivir es, en parte, perder y como no hay nadie que escape a la pérdida, quien más, quien menos, ha hundido sobre el terreno plantas secas por si volvieran a florecer. A fin de cuentas, la esperanza vana a veces tiene su recompensa, por casualidad o por la razón que sea. Y como en realidad somos tan débiles, hay veces que no queda más remedio que poner en agua algunas flores secas. Si en España no existiera el capitalismo de amiguetes, hay especies que hubieran desaparecido. Lo que ocurre es que hay quien parece que leyó el guión del cineasta soviético y se percató de que, si alguien regara una planta muerta todos los días, quizá conseguiría revivirla para poder refugiarse de las inclemencias entre su follaje.

Hubo un momento en que el Grupo Prisa se llenó de ramas secas y negruzcas. Ocurrió cuando sobrevino la 'gran recesión' y la gran banca sufrió una crisis de desprestigio por temas como los desahucios a quienes no pagaban sus hipotecas y el rescate con fondos públicos. Más por el discurso de la nueva izquierda que por lo punzante de la daga mediática, que, salvo honrosas excepciones, suele ser condescendiente con los pagadores. El caso es que sucedió entonces un milagro, pues alguien vio que en la operación de salvamento de la compañía de prensa y radio -y entonces televisión- más influyente había una oportunidad de ganar. Unos evitaron la quiebra. Otros, lograron un gran aliado.

Cuando un banco, como Santander, goza de tanta influencia en la toma de decisiones de un grupo de medios de comunicación, y cuando eso se normaliza, se puede decir que hay algo que se ha hecho muy mal dentro del sector. La megalomanía de algunos editores provocó que estas empresas se endeudaran hasta más allá de lo imprudente. Y de esos barros, estos lodos.

El caso EREs

Conviene aclarar este punto, pues los cortos de vista normalmente describen la realidad desde la perspectiva política, como si las convicciones fueran más fuertes que la cantidad de dinero en caja. El matrimonio de Jesús de Polanco con el PSOE de Felipe González no fue cosa de socialismo, sino de conveniencia, es decir, por Santillana, por Canal Plus, por El País y por tantas otras cosas. Del mismo modo, el giro editorial que realizó Prisa en 2018 no fue por ideología, sino por negocios.

Tampoco son consecuencia de las convicciones políticas las reacciones que unos cuantos medios y periodistas de postín han protagonizado desde que el pasado martes trascendiera la sentencia de los EREs de Andalucía.

Suele hablarse largo y tendido de la necesidad de separar el Ejecutivo, el legislativo y el judicial, pero se presta poca atención a los movimientos de acercamiento y separación de los poderes político, empresarial y mediático, cuando estos desplazamientos suelen tener una mayor influencia sobre el Estado. Quizá sea difícil de apreciar, a simple vista, el porqué algunos de los reyes de la televisión se han posicionado tan claramente a favor del Gobierno de Pedro Sánchez en los últimos meses, hasta el punto de tener que hacer auténticos malabarismos éticos para disociar el viejo PSOE del PSOE de Sánchez. La realidad es que en 2020 cambiará una buena parte de la normativa audiovisual con la transposición de dos directivas y hay quien se juega demasiado en esta decisión. Ningún acercamiento es casual.

Ha habido quienes se vieron desahuciados -también por el acercamiento de esos tres poderes- y han fiado su retorno al prime time a Pedro Sánchez, incluso a costa de quedar como auténticos fantoches, renunciando a toda coherencia. Y ha habido quienes directamente se beneficiaron del sistema clientelar del PSOE andaluz y han bramado contra una sentencia política con argumentos irrisorios, muy similares -qué vida ésta- a los que los independentistas esgrimieron cuando se conoció la sentencia del procés. Alguno de los artículos de opinión que se ha podido leer estos días en la prensa de izquierda requirió de una gran habilidad verbal para indultar a los aliados.

La defensa del país

Publicaba El País el 20 de noviembre un editorial en el que condenaba toda forma de corrupción, pero explicaba que no todas las formas de corrupción son iguales. “Conviene recordar que los dirigentes condenados abandonaron la vida y la militancia políticas hace muchos años; que no se les sanciona por llevarse dinero público a sus bolsillos ni para financiar a su partido. La Audiencia no ha condenado unas siglas políticas, sino unas conductas y redes clientelares”, afirmaba. Unas horas antes, un artículo del periódico establecía las diferencias entre esta decisión judicial y la de Gürtel.

Es evidente que la Comunidad de Madrid no es Andalucía, pero también lo es que Manuel Chaves y José Antonio Griñán pasarán a la historia por su pertenencia al PSOE, que es el de Sánchez. Más allá de aclarar lo evidente -necesario cuando la evidencia se niega-, el caso de los EREs simboliza los intentos de un partido para comprar la paz social y así incrementar sus probabilidades de mantenerse en la Junta y seguir engordando sus redes clientelares. Que son tan beneficiosas en el poder como perjudiciales cuando se pierde. Todo ello, a costa de alguna que otra generación perdida, pues donde reina el nepotismo, suele desconfiarse del talento.

No se puede esperar mucho más de un sector podrido, en el que los anunciantes, la publicidad institucional y los odios personales convierten la redacción de los editoriales en una especie de partida de güija.

Es una lástima que la izquierda mediática, que tantas y tantas portadas y programas de televisión dedicó a la corrupción contrario -169 portadas de El País a Camps-, con toda la razón y la legitimidad, por cierto, haya mostrado una condescendencia tan enorme a la hora de juzgar lo que ha ocurrido al sur de Despeñaperros. Ciertamente, no se puede esperar mucho más de un sector podrido, en el que los anunciantes, la publicidad institucional y los odios personales convierten la redacción de los editoriales en una especie de partida de güija, en la que los espíritus 'no presentes' mueven el vaso hacia cada una de las letras.

No crean que hay medios que están libres de pecado, pues a esto juegan todos. Pero esta semana le ha tocado destacar a los grandes popes de la prensa y la televisión de izquierda.