La sesión solemne de apertura de las Cortes Generales ha servido para retratar a un país, el nuestro, que con todas sus graves contradicciones, con todos sus enfrentamientos y con todas las amenazas que penden ahora mismo sobre su cabeza, se demuestra como una nación sólida y fiable en la que las instituciones cuentan sobradamente con la fortaleza necesaria para hacer frente a todas esas dificultades

La jefatura del Estado es una de ellas y su representante, el Rey Felipe lo subrayó en su discurso. Una intervención cargada de consideraciones morales que atañen a la acción política en la que recordó de inicio que la sesión que presidía significa ni más ni menos que el encuentro en la Cortes depositarias de la soberanía nacional entre los representantes del pueblo español y su persona, que es la que encarna, según dice la Constitución, la unidad y la permanencia de España.

Él es, dijo explícitamente, un Rey constitucional, un Rey comprometido con la democracia, con la libertad con la Constitución. Es decir, subrayó su papel y su compromiso constitucional y, en ese sentido, recordó también a sus señorías cuál es el suyo: ellos representan a todo el pueblo español y desde esa responsabilidad han de responder a las demandas de ese pueblo.

Felipe pidió a los diputados presentes que se sometan al poder de la palabra, de los argumentos y de la razón en unas Cortes de un enorme pluralismo representativo porque el acuerdo, les recordó, es la esencia del parlamentarismo del mismo modo que lo es el control por parte de la oposición. Fue la manera en la que el Rey instó a los representantes de la soberanía nacional a retomar la senda del mejor parlamentarismo cuyo objetivo final no puede ser sino la consecución de la concordia.

La sesión solemne de apertura de las Cortes Generales ha servido para retratar a un país, el nuestro, que con todas sus graves contradicciones

Desde esos planteamientos hizo una defensa cerrada de nuestro Estado del que quiso subrayar su carácter enumerando sus características, de Estado social, democrático y de Derecho, "los tres pilares fundamentales", dijo, "sobre los que se han construido las democracias de nuestro alrededor" y también una defensa apasionada de nuestra Constitución como lugar de encuentro de todos los españoles porque tiene una vocación integradora e incluyente.

Fue un discurso en el que se subrayaron las razones por las que los españoles debemos sentirnos orgullosos de nuestro país y en el que se apeló al espíritu de concordia, de entendimiento, de reconciliación, de respeto y por supuesto de libertad que inspiraron a los protagonistas políticos de la Transición, unos valores y unos principios que deben mantenerse vivos para garantizar un futuro de derechos y libertades a las nuevas generaciones.

El Rey recordó también a sus señorías la responsabilidad que supone representar a 47 millones de españoles que esperan de ellos respuestas a sus necesidades. Y remató su intervención haciendo un encubierto reproche a los graves enfrentamientos políticos que se están produciendo en este tiempo en nuestro país.

Pronunció el Rey unas frases que podrían haber suscrito con los ojos cerrados los diputados que elaboraron esta Constitución, cuyo objetivo fue precisamente evitar lo que Felipe VI subrayó ayer: "España no puede ser de unos contra otros. España debe ser de todos y para todos. Así lo ha querido la sociedad española desde hace más de 40 años, así lo sigue queriendo y, sobre todo, así lo merece".

Felipe pidió a los diputados presentes que se sometan al poder de la palabra, de los argumentos y de la razón en unas Cortes de un enorme pluralismo representativo

En definitiva, un discurso excelente que los diputados independentistas no quisieron oír, para lo cual se ausentaron del hemiciclo antes de que los Reyes y sus hijas hicieran su aparición. Los diputados de Podemos, que sí asistieron respetuosamente al discurso del Rey cuyas palabras aplaudieron todos los que pertenecen a los distintos niveles del Gobierno, llegaron incluso a elogiar al jefe del Estado.

Es el caso de Pablo Echenique, que tuvo un comportamiento inicial impresentable cuando pasó de largo y negó el saludo a la Princesa de Asturias y su hermana la Infanta Sofía, pero que al final de la sesión dijo que el discurso del Rey había sido"valiente", por su apuesta clara por el diálogo, los acuerdos y la palabra.

Nada menos. Y eso ha alarmado al "anticapitalista" Miguel Urban, que ha expresado públicamente sus dudas por el cambio de actuación de Podemos entre estar en la oposición y en el Gobierno.: "¿No se nos estará yendo de las manos?".

Pues probablemente sí, señor Urban, para fastidio suyo pero para satisfacción y alivio de la mayor parte de los españoles.

La sesión solemne de apertura de las Cortes Generales ha servido para retratar a un país, el nuestro, que con todas sus graves contradicciones, con todos sus enfrentamientos y con todas las amenazas que penden ahora mismo sobre su cabeza, se demuestra como una nación sólida y fiable en la que las instituciones cuentan sobradamente con la fortaleza necesaria para hacer frente a todas esas dificultades

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