En tiempos navideños y por tanto epifánicos de nuestra civilización, mientras sus enemigos –especialmente con el actual Gobierno al frente– reniegan de ella ofreciendo soluciones políticas que la contradicen y probadamente fracasadas a lo largo de la historia,  es oportuno recordarla y reivindicarla.

Desde hace tiempo una miríada de ensayos históricos vienen desvelando sistemática y  unánimemente las razones que hicieron posible la civilización occidental y su manifiesta superioridad sobre las orientales en términos de progreso económico y social. 

Para el psiquiatra y filósofo Karl Jaspers, entre las principales características de nuestra civilización, señala: su gran diversidad geográfica, su libertad política, su racionalidad –pensamiento lógico y realidad empírica- expresada con una claridad y una fuerza únicas, el conocimiento del mundo en su realidad –no se puede saltar por encima de ella- que incluye el fracaso, su inestabilidad que deja margen a las excepciones y a lo nuevo, su inquietud e insatisfacción que no permiten contentarse con algo perfecto y acabado; todo se pone en cuestión, porque en ninguna parte está el lugar absoluto.

Para el filósofo Philipe Nemo: la morfogénesis cultural de Occidente se puede estructurar en cinco acontecimientos esenciales:

  • La invención de la polis, de la libertad bajo la ley, de  la filosofía y de la escuela por los griegos.
  • La invención del derecho, la propiedad privada, la persona y el humanismo por Roma.
  • La revolución ética y escatológica de la Biblia: la caridad como superación de la justicia.
  • La santificación de la razón: la filosofía griega y el derecho romano al servicio de la ética.
  • El advenimiento de las democracias liberales y una sociedad civil diferenciada del Estado.

Para el histroriador Niall Ferguson, lo que distingue esencialmente a Occidente del resto del mundo es:

  • La competencia: una descentralización de la vida política y económica que crea la plataforma de lanzamiento del estado-nación y el capitalismo.
  • La ciencia: una vía de estudio y comprensión del mundo natural que otorgó  a Occidente ventajas militares sobre los demás.
  • Derechos de propiedad: Estado de Derecho que protege la propiedad privada y la pacífica resolución de disputas, y además es la base de gobiernos representativos.
  • La medicina: una rama de la ciencia que mejora la salud y la esperanza de vida, no solo de Occidente, también de sus colonias.
  • La sociedad de consumo: un modo de vida en el que la producción y compra de ropa y objetos de consumo juega un papel económico central sin el que la Revolución Industrial no habría sido sostenible.
  • La ética del trabajo: un marco moral y modo de actividad derivada del cristianismo.

La civilización occidental es el resultado de la integración dialéctica de la filosofía griega, la cultura romana y el cristianismo. Fuera de Occidente y de los países occidentalizados no se encuentra ninguna de las instituciones que se citan a continuación. Incluso una de ellas, la libertad, es una palabra que según el historiador Rodney Stark es muy raro de encontrar en los vocabularios de los países no occidentales.

La libertad

La propiedad privada

El orden moral

El código civil

La ley natural

La ley internacional

Los derechos humanos

Su Arquitectura

Su Pintura

Su Literatura

Su Música

La ciencia

La ciencia económica

La universidad

La caridad

Los hospitales

La industria

El liberalismo.

Occidente ha sido colonizador gracias a su superioridad científica, tecnológica y económica. Los 5.000 millones de personas suplementarias aparecidas en la Tierra desde 1750 son los hijos del capitalismo, es decir, de Occidente.

A pesar de sus grandes y exclusivos logros, nuestra civilización sigue estando rodeada de enemigos de la más diversa especie; el islamismo desde siempre, en el pasado reciente los totalitarismos políticos –principalmente el comunista- y en la actualidad incluso los socialistas europeos que se han negado a la instalación de un belén en la sede del Parlamento de la UE, como si quisieran reescribir cual ridículos adanistas –cosa evidentemente imposible– nuestra historia.

La Navidad es una manifiesta ocasión para reivindicar con sus belenes nuestra simpar civilización cristiana frente a sus ignorantes enemigos

Los actuales enemigos patrios de nuestra civilización, y por tanto de la sociedad civil, consideran que la verdad es algo relativo y que cada sujeto tiene “su propia verdad”, que la democracia tiene propiedades taumatúrgicas al margen de la ley, que el igualitarismo finalista –no de oportunidades- debe regir el destino de la sociedad, que las tradiciones originadas por manifestaciones espontáneas de la sociedad a lo largo del tiempo deben ser exterminadas, que el orden moral no debe existir, que el liberalismo en tanto que libertad bajo la ley es un encantamiento burgués y que nuestra nación no existe.

La Navidad es una manifiesta ocasión para reivindicar con sus belenes nuestra simpar civilización cristiana y todos sus enormes y ya citados logros que deben ser orgullosamente recordados y sobre todo defendidos frente a sus ignorantes enemigos.

En tiempos navideños y por tanto epifánicos de nuestra civilización, mientras sus enemigos –especialmente con el actual Gobierno al frente– reniegan de ella ofreciendo soluciones políticas que la contradicen y probadamente fracasadas a lo largo de la historia,  es oportuno recordarla y reivindicarla.

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