Sánchez aparece como una pastorcita con cestillo, trae sus vacunas como lácteos frescos y el plan de recuperación que presenta otra vez, pero ahora con folleto, como el de una jubilación de caja de ahorros. En realidad nadie sabe dónde terminará ese dinero que dará él personalmente, duro a duro como un aguinaldo, pero traerlo en libro ya hace que pese, como los fajos antiguos, como el millón cuando era un kilo y te lo traían en los concursos de la tele en un maletín como con el oro de la diligencia. El mundo futuro de Sánchez todavía es papel cuché y las vacunas se van retrasando o nos van desilusionando entre la lentitud, la mala suerte y el miedo irracional. La Nueva Nueva Normalidad y el Segundo Verano de la Libertad están en peligro, sobre todo si Sánchez sigue sin pensar nada para sustituir el estado de alarma. A Sánchez, en fin, se le puede fastidiar el mundo maravilloso y resiliente poscovid. Otra vez, quiero decir.
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