Se llama Alejandro Palomas, y tal vez su nombre, hasta el pasado jueves 27 de enero, a muchos no les resultara familiar. A pesar de haber sido galardonado con el Premio Nadal en 2018, Palomas ha eclosionado con fuerza a los medios a partir de su valiente denuncia sobre los abusos sexuales que sufrió siendo muy niño por parte de un religioso de la Salle. Una terrible experiencia que le marcó de por vida. Su paso adelante, tras leer en los medios un esclarecedor reportaje sobre esta congregación, motivó una llamada de apoyo que recibió por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se ha hecho viral y que le ha convertido, de repente, en todo un símbolo.

La historia es, sencillamente, escalofriante, aunque enfocada con frialdad podría no pasar de ser una más de las que han sufrido, durante décadas, decenas de miles de niños a lo largo y ancho del mundo. Pero las circunstancias que la han rodeado la hacen especial. Un escritor de éxito, de cuyo pasado nadie conoce grandes detalles y que un día, tras leer un reportaje sobre abusos en la congregación religiosa de La Salle, decide que hay que ponerle cara y nombre a este relato. De esta sencilla forma se decide a salir del anonimato y hacer pública su historia. Lo más terrible de su testimonio, dejando aparte los detalles más escabrosos sobre tocamientos, masturbaciones e incluso una violación, sea tal vez una frase en la que sintetiza en pocas palabras la cruda realidad de una vida destrozada: ‘Soy un tío mermado, a los ocho años me convertí en un superviviente’. Brutal.

El cura ‘L.’: un demonio con sotana.

Cuenta Alejandro Palomas como, siendo muy niño, con ocho años tan sólo, sus padres le enviaron al Colegio La Salle de Premiá de Mar en Barcelona… y cómo allí comenzó su infierno. Chico introvertido y con poca facilidad para hacer amigos y con lo que hoy denominaríamos ‘altas capacidades’, cayó inmediatamente en las garras del padre ‘L.’, un religioso cuya filiación no ha transcendido, aunque de él se sabe que hoy está retirado a sus 91 años y protegido en una residencia de la congregación. El adobo, el repugnante ‘atrezzo’ de esta maldita película de terror, es siempre el mismo: típico cura muy carismático y popular entre los chicos al que todos desean acercarse… hasta que el malnacido clava sus garras en uno de ellos y se abren las compuertas del infierno.

Una llamada con respuesta inmediata

El testimonio del escritor, por la viveza con la que ha sido expresado y por la relevancia del propio protagonista, se ha hecho viral y ha llegado a provocar una llamada del propio presidente del Gobierno, tras una apelación directa hecha por Alejandro Palomas a Pedro Sánchez a través de la red social Twitter. En un expresivo mensaje, el escritor pedía al político que diera voz a las víctimas porque ‘somos memoria histórica enterrada en vida’.  El tuit provocó la inmediata llamada del presidente. En ella, el jefe del Ejecutivo le expresó, como no podía ser de otra manera, su afecto y su comprensión y le agradeció su ‘coraje’ y su ‘valentía’ para con contribuir, con su paso adelante, a ‘ayudar a reparar el dolor de todas las víctimas’. le ha citado la próxima semana para una entrevista personal en el Palacio de La Moncloa. Era el propio Pedro Sánchez el que ponía el punto seguido de momento a la cuestión, también desde su cuenta oficial de Twitter, con un expresivo: ‘Nos vemos pronto’.

Las réplicas del terremoto político y social provocado por Alejandro Palomas no se han quedado ahí. Su relato ha servido como revulsivo para la solicitud formal de una Comisión de Investigación en el Congreso por la formación que comparte gobierno de Sánchez, Unidas Podemos, y varios de los grupos parlamentarios que le apoyan, ERC y EH- Bildu. Apenas veinticuatro horas después, Adriana Lastra manifestaba su sensibilidad hacia esta iniciativa y la disposición favorable de su partido a apoyarla, más si cabe tras los testimonios ‘sobrecogedores’ de las víctimas: ‘El PSOE siempre ha estado de del lado de las víctimas’, ha sentenciado Lastra.

El asunto no es sencillo porque se produce en un momento delicado para el Ejecutivo. Hace apenas dos semanas, se producía una importante entrevista entre el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y el responsable de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella. En ella, se desbloqueaba otro escabroso enredo, el de los bienes inmatriculados irregularmente por la Iglesia desde 1998. No conviene olvidar que aún están frescas también en nuestras retinas las imágenes de la vicepresidenta Segunda del Gobierno. Yolanda Díaz con el Papa Francisco en su reciente visita al Vaticano. Como punto a favor de que el partido que encabeza el Ejecutivo se decida a liderar esta Comisión está el compromiso personal del presidente con este tema; fue Sánchez, personalmente, quien promovió la llamada ‘Ley Rhodes’, así llamada en honor del pianista británico afincado en España que también sufrió abusos sexuales siendo un niño.

¡Si no hay reparación, al menos que haya luz y taquígrafos!

Es de sobra conocido que las Comisiones de Investigación son siempre una aventura política de incierto resultado: algunas han conseguido sus objetivos y otras, la mayoría, han quedado finalmente en meras escenificaciones parlamentarias, sin resultado concreto, y que sólo parecen servir para que los grupos se tiren mutuamente los trastos a la cabeza. En el caso que nos ocupa, la cuestión es especialmente delicada porque afectaría a miles de víctimas, la gran mayoría de ellas silentes, en las cuales se generarían unas expectativas de reparación cuyo éxito real, a posteriori, no estaría ni mucho menos garantizado. En cuanto a la vía judicial, ni que decir tiene que la práctica totalidad de los casos están prescritos y sus autores, o son ancianos o muy probablemente han fallecido ya. Si a ellos sumamos la habitual opacidad de la Iglesia Católica en torno a este delicado asunto, la combinación resulta endiabladamente difícil de resolver.

Sin perder de vista todas estas dificultades, soy un firme partidario de ‘remover Roma con Santiago’, como dice el conocido aserto español y activar todas las vías posibles, independientemente de su resultado factible, para arrojar luz sobre este escandaloso asunto que lleva enterrado durante décadas, entre el silencio cómplice de algunos, comenzando por la propia Institución eclesiástica, la cobardía de otros, y la hipocresía de la mayoría, a los que escandalizan más las posibles consecuencias que el ‘pecado original’ en sí mismo.

¡No más impunidad! ¡Fuera velos, caiga quien caiga!

Una vez más, me veo en la obligación de escribir sobre un asunto que me resulta especialmente doloroso. Lo es, […]