Como si de la la canción de Eurovisión de 2022 se tratase, el Gobierno se lanzó este martes a la escena mediática para cantar la machacona canción que lleva por título Este Gobierno no tiene nada que ocultar para justificar el infame ataque perpetrado contra la imagen, credibilidad y sobre todo la seguridad de España y los españoles causado por la frivolidad interesada de anunciar a bombo y platillo que nuestro propio presidente y su Gobierno habían sido ciber espiados.

Tras aquel Gobierno de geometría variable que en su día definiese Zapatero, este presidente egoísta guiado en exclusiva por sus intereses personales y no de los que le pagamos el sueldo ha instaurado un nuevo concepto por el que ya le conocemos y recordaremos, el de la verdad de geometría variable.

Basta con recordar recientes acontecimientos en nuestro país para ver qué quiere decir la transparencia, la verdad y ese “nada que ocultar” que enarbola ahora el Gobierno para tapar sus infames devaneos con el independentismo aprovechándose de la frágil memoria de los españoles (uno de los mayores males que se cierne sobre nuestro país).

Supongo que la escandalosa maquinaria de marketing que rodea a nuestro presidente , ahora enfocada en esa docuserie que le convertirá (ni en sus mejores sueños) en el Kennedy español, no había aún acunado este eslogan del “nada que ocultar” cuando se negaba a publicar los nombres de los asesores expertos en la pandemia que guiaban sus decisiones. La vocación por la transparencia que ahora invoca hasta para justificar la docuserie sobre su persona no aplicaba cuando “al alba y con viento en calma" que dijese Federico Trillo introdujo en un hospital de La Rioja por la puerta de atrás y con total secreto al líder del Frente Polisario con la ingenua esperanza de que nadie se enterase o cuando trataba de ocultar la aún no esclarecida parada de la dirigente venezolana Delsy Rodríguez para tomar un cafelito con Ábalos en Barajas.

Tampoco se acordó nuestro presidente del "nada que ocultar" de la transparencia cuando ocultó la carta (y sus erratas) enviada al rey de Marruecos claudicando de nuestras histórica posición respecto al Sáhara. Y junto a estos ejemplos un sinfín de actuaciones que han hecho de este Gobierno el líder de los “secretitos” y la información clasificada. Desde viajes y gastos del presidente hasta informaciones reclamadas al portal de transparencia han sido declarados materia reservada por este Gobierno como nunca antes se había hecho.

¿Quién lidera la lista del peor gobernante de España? ¿Será Zapatero o su aventajado alumno Sánchez ocupará el podio en este ranking con cuerpos de distancia?

Decir ahora que este Gobierno nada tiene que ocultar al dejar al pie de los caballos a la seguridad de España, además de esperpéntico y el hazmerreír de las naciones civilizadas, es un ejercicio -como declaraban ayer el ministro Bolaños y la ministra portavoz- de transparencia como ningún otro: dejar claro que a este Gobierno solo le interesa mantenerse a flote a cualquier precio pisoteando los intereses nacionales. Es un gran ejercicio de transparencia, en efecto. Dejar muy claro que los intereses de nuestro presidente y su Gobierno están por encima de cualquiera o cualquier otra cosa y que, para salvaguardarlos, está dispuesto a vender a quien y lo que haga falta. Poner el apoyo de los independentistas por encima de cualquier cosa, incluida aceptar pactar con los partidos no nacionalistas como PP o Ciudadanos, son claros ejemplos de transparencia y de que este gobierno no tiene nada que ocultar como pregonan nuestros ministros.

Ahora solo falta que con tanto ejercicio de transparencia los ciudadanos saquemos conclusiones y tomemos decisiones. Parece que poco a poco ya estamos reaccionando. Muchas veces he reclamado desde estas páginas que solo el despertar de la conciencia adormecida por dos años de pandemia de los ciudadanos puede solucionar esta deriva interminable; esta decadencia, esta gota malaya que cada día nos ofrece un nuevo abuso, un nuevo ridículo, un nuevo despropósito de quienes nos gobiernan y que tan rápido borramos de nuestras conciencias.

Decía un articulista de El Mundo estos días que “a Sánchez todo le sale mal". En verdad creo que la dinámica ya es otra. Sánchez ya lo hace todo mal. Mal para los intereses de nuestro país, no de los suyos propios. Se dice en los mentideros que su objetivo ya no está en España, sabedor del declive imparable en que ha entrado, sino que tiene la vista puesta ahora en Europa, quién sabe si en la secretaría de la OTAN, en el Consejo Europeo o en cualquier otro cargo de avión privado y dietas.

Si ese es el destino, sea. Sea cuanto antes. La empresa privada aplica en casos como este la técnica de la patada lateral ascendente. Puede que esta sea la técnica que nos saque de este impasse de decadencia. La solución lógica, la de la derrota electoral contundente, depende de ese despertar de las conciencias de los españoles que tanto nos cuesta pero que también, espero, tarde o temprano, se producirá.

Somos bien conocidos los españoles. Siempre rivalizamos en lo negativo en lugar de en lo positivo. ¿Quién lidera la lista del peor gobernante de España? ¿Será Zapatero o su aventajado alumno ocupará el podio en este ranking con cuerpos de distancia?

Llegarán tiempos en que, espero, discutamos quién tiene mas méritos para reconocerse un gran gobernante o quién fue el mejor que pasó por Moncloa.

De momento, para ese debate parece quedar mucho tiempo.

Posiblemente esté empezando a leer esta noticia y su teléfono esté infectado. En apenas una década el crecimiento del uso […]