Era una gran noticia para nosotros: la Reina Isabel II iba a venir a inaugurar el nuevo edificio de la London School of Economics (en la que yo era profesor) en el centro de Londres el miércoles 5 de noviembre de 2008, el día después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. El entonces director de la Escuela, Howard Davies, me llamó para contármelo, y para decirme que "el Palacio" había pedido que le explicáramos la crisis financiera a la Reina, y que le gustaría que lo hiciera yo. Le dije que encantado, claro. Acababa de dar una charla en la escuela al respecto (de ahí la petición del director), y lo tenía listo. 

La curiosidad de la Reina era lógica: el momento económico era aterrador. Hacía menos de dos meses que el estallido de la burbuja inmobiliaria había amenazado con llevarse por delante el sistema financiero mundial. Como dijo el gran economista Ben Bernanke, en aquel momento presidente de la Reserva Federal, al rogar a los líderes del Congreso y Senado estadounidenses que aprobaran el plan de rescate financiero que les proponía, "si no hacemos esto hoy, es posible que no tengamos economía el lunes".  

La noche anterior a la visita fue larga. Barack Obama optaba a la Presidencia. La celebración de su victoria tuvo lugar en Chicago, la ciudad donde yo había vivido 15 años, y no quise perderme ni un minuto de la retransmisión. Tras dormir dos horas, me puse una flor de papel en la americana en honor de los caídos en la Primera Guerra Mundial (sabía que a ella le agradaría), cogí el bus 68 desde mi casa en Dulwich y llegué, a las nueve de la mañana, al que con gran originalidad denominamos "Nuevo Edificio Académico", que estaba hasta arriba de policía. Tras recibir a la Reina y hacernos las fotos de rigor, pasamos a la clase: una breve charla sobre la crisis financiera, con 6 o 7 gráficos que había preparado. Todo sucedió sin complicaciones, ella se interesaba y asentía. 

Al terminar de explicarle los desequilibrios que se habían acumulado en el sistema financiero, la Reina, sorprendida, me preguntó: Pero, si había tanto peligro, ¿por qué no nos habían avisado antes?"

 Al terminar de explicarle los desequilibrios que se habían acumulado en el sistema financiero, la Reina, sorprendida, me preguntó: "Pero, si había tanto peligro, ¿por qué no nos habían avisado antes?" Gran pregunta. Sencilla y al grano, como todas las buenas preguntas. Yo le expliqué que se había producido un fallo sistémico, que, en cada momento, cada inversor confió en los demás y todos pensaban que hacían lo correcto. Habían fallado las reglas del juego, la regulación. No di importancia a su pregunta. Solo había una periodista, de la agencia de noticias oficial Press Association (la agencia de noticias propiedad de los medios provinciales británicos) y no pensé que la visita tuviera mayor eco. 

Me equivocaba. No era consciente de que estas serían las únicas palabras que pronunció la Reina sobre la crisis financiera. La pregunta tuvo enorme repercusión en el Reino Unido y en la Commonwealth, quizás porque la Reina capturaba con su sorpresa el sentir de la población. Corrieron entonces, y siguen corriendo 14 años después, ríos de tinta sobre "la pregunta de la Reina". Decenas de economistas y de opinadores han debatido cómo nos pudo coger desprevenidos la crisis financiera.

Más allá de la crisis, el momento ejemplifica a la perfección un reinado en el que la reina supo reflejar el sentir de sus súbditos, como en 2008 sus dudas y sorpresa por la crisis financiera. Un reinado en el que la Reina no dio jamás un paso en falso, ni dijo una palabra de más.  Y un reinado en el que ella, la Reina, siempre antepuso su sentido del deber a cualquier egoísmo personal. 

Líderes así nos han faltado en estos últimos años de sucesivas crisis. Es por eso, quizás, que su fallecimiento nos ha dejado a todos entristecidos y un poco huérfanos. 

Descanse en Paz, Reina Isabel. Nadie dudará que siempre cumplió su deber. Ojalá se pueda decir lo mismo de nosotros. 


Luis Garicano es profesor de Economía (en excedencia) en IE Business School y en la actualidad, profesor visitante en la Universidad de Columbia.