Inútiles los ruegos, inútiles los argumentos, todo es inútil ante un PSOE que ya no es el que era, porque el que era es el de la Transición. Y este es el de la descomposición de España.

Con 121 diputados, una nadería que no le llegaría al viejo PSOE para una muela, Pedro Sánchez ha convertido a su partido en una masa compacta en la que su palabra es la ley como en los viejos corridos mejicanos.

Pero aquí se cumple a rajatabla y, salvo Emiliano García Page, arropado por su mayoría absoluta, no hay nadie que le rechiste al líder que ha hecho un partido a su medida y donde es imposible la disidencia.

Y con esta medida tan desautorizadora de la Transición, porque lo es, como es una ley de amnistía hecha a la medida de los siete escaños de Carles Puigdemont, no hay nadie ni en La Moncloa ni en la calle de Ferraz de Madrid que le ponga una mínima pega a una ley que desmonta todo el planteamiento de la Transición.

España va a pasar a ser un Estado opresor donde el delincuente es el propio Estado y los que antes habían delinquido pasan a ser los buenos y sus acciones pasan a ser defendibles porque no existirán ya las leyes que castiguen lo que antes se consideraban delitos de gravísimas consecuencias.

La Constitución, que el presidente en funciones dice defender a muerte, porque es obra de un consenso que ya no hay, quedará mortalmente herida y será inservible para abordar las cuestiones que deciden la vida de una nación

El Tribunal Supremo quedará desautorizado para los restos y ante los tribunales supremos de cualquier país civilizado, que ya no será este. Quedará inerme y sin poder aplicar una ley que ya no existe porque Pedro Sánchez y los suyos se la cargaron en la anterior legislatura.

Todo por mor de una Cataluña pacificada -¿pero no estaba pacificada ya?- y sobre todo por mor de esos siete escaños que nos van a costar sangre.

Se demuestra inútil el esfuerzo de tantos socialistas de la primera hora de la democracia que están clamando cada vez en número creciente, pidiendo que, por Dios, no se apruebe esa ley de amnistía

Por eso se demuestra inútil el esfuerzo de tantos socialistas de la primera hora de la democracia que están clamando cada vez en número creciente, pidiendo que, por Dios, no se apruebe esa ley de amnistía que desmonta toda la labor de la Transición hasta aquí.

Sus ruegos son inútiles porque Pedro Sánchez preside otro partido distinto de aquél que fue. Este es un partido donde al líder no se le discute nada, sea esto lo que sea, aunque tenga la importancia de una ley de amnistía a petición de aquél que se fugó de la Justicia y vive en un palacio que pagamos todos los españoles.

Pero que esto desmonta el esfuerzo hecho por los españoles durante más de 40 años, eso no hay quien lo evite, si no es el propio Pedro Sánchez, que no lo evitará porque le importan más esos siete votos que cualquier otra consideración por trascendental que sea.

Esperaremos a ver en qué consiste esa ley, no vaya a ser una ley de Punto Final tan propia de las dictaduras. Una ley que probablemente incluya los delitos de corrupción cometidos por los dirigentes separatistas y de otras, como Laura Borrás que está encausada por haber troceado unos contratos para favorecer a un amigo, pero cuya inclusión en la ley de amnistía también pretende el señor Puigdemont.

No así la actuación de las Fuerzas del Orden para reprimir lo que era un asalto a la normalidad democrática. Esos no entrarían en esa ley de amnistía de la que tanto hablamos pero que en realidad no conocemos porque como todo en este campo, se está elaborando en secreto.

Es muy de aplaudir la reacción, algo tardía tengo que decir, de tantos socialistas de la primera hora de la democracia. Pero me temo que es un esfuerzo inútil.