España fue consciente el pasado domingo de que José Luis Ábalos era un mandao. No es lo mismo pronunciar el término mandao con ‘de’ en el sufijo que sin ella, como tampoco es igual expresarlo aquí que en Argentina, donde ‘un mandado’ equivale a ‘un recado’. Ser ‘un mandado’ implica más dignidad que ser un mandao. Hay mandados que hacen el bien, pero rara vez se aprecia eso en un mandao, que no suele rechistar ante peticiones apestosas. El país actual cada vez es más pobre, por lo que el número de mandaos 'haciendo mandados' humillantes por miedo al desamparo o a la miseria es más elevado que cuando aquí atábamos los perros con longaniza. Eso genera ciertos comportamientos sucesivos interesantes. Efectos secundarios indeseados, pero comprensibles.

Porque el buen mandao no es siempre inconsciente de su patetismo, como el buen salvaje. Hay casos en los que acumula cierta frustración, hasta el punto que su vientre, ansioso, termina por convertirse en una caldera. Esa pena patética no se queda ahí, en las entrañas. Suele exteriorizarse de las formas más impensables. Hay quien corre maratones para aliviar tensiones. Para soltar humo por la escotilla y evitar cocinarse en su jugo. Hay mandaos que a su vez necesitan otro mandao para desahogarse, lo que amplía la cadena de esclavitudes y provoca que las organizaciones sean infelices.

Óscar López es un buen mandao, diría que de sorprendente resistencia. Conoce bien las broncas que el presidente del Gobierno reparte en Moncloa, como también el alivio que sienten por allí cuando se va de viaje. López fue su jefe de gabinete y se las llevó. Después de tres años de extrema cercanía, le envió a la plaza más difícil para un socialista, como es Madrid. Allí todavía es un buen mandao. Sobreactuado incluso alguna vez. Admirador, soldado o indignado, según toque interpretar. Este domingo, fue el primero que reaccionó a la publicación en el diario El Mundo de los mensajes de WhatsApp entre Sánchez y Ábalos. Explicó que aquello era “muy grave” y que formaba parte de una campaña “infame” contra el presidente del Gobierno.

Conviene apuntar -pero sólo por apuntar- que la jefa de gabinete de López fue Pilar Sánchez Acera, quien, tras recibir “de unos periodistas” el contenido de un correo electrónico del abogado del novio de Isabel Díaz Ayuso, se lo remitió a Juan Lobato para que -presuntamente- lo difundiera y lo utilizara como arma política en la Asamblea. Simplemente, por contextualizar.

Periodismo de consigna(s)

Seguramente ella también fuera una mandá, como lo son quienes ostentan todos los puestos de quita y pon que asigna el poder de turno para garantizarse cierta protección cuando toca. ¿Cuántos periodistas se pueden citar aquí? Esta mañana, Silvia Intxaurrondo aprovechaba su programa en La 1 de RTVE para señalar la ‘doble moral’ del Partido Popular con respecto al envío de este tipo de mensajes, que una vez critica y, otra, aprovecha para exigir purgas. Una de sus contertulias recordaba un episodio anterior, como fue el famoso “Luis, sé fuerte”, de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas, en un momento en el que las corruptelas desbordaban Génova 13.

Es curioso ese ejemplo, dado que, entonces, Pedro Sánchez pidió a Rajoy que dimitiera. Lo hizo en sus redes sociales y en sus intervenciones públicas. Incluso se lo recriminó al expresidente del PP en un cara a cara electoral. Con mucha razón, por cierto. ¿Qué temía Rajoy de su extesorero para intentar que estuviera calmado? Toda dureza ahí estaba justificada.

Este lunes, El Mundo difundía un mensaje de apoyo, enviado a Ábalos el 6 de noviembre de 2021, ante “los infundios” que publicaba la prensa esos días sobre el exministro. Unas horas después, Javier Ruiz -que actúa como si fuera un mandao- lanzaba esta pregunta a su audiencia: “La filtración de wasaps, ¿es delito?”. Por lo que sea, ese debate era el que interesaba hoy al PSOE. Desde luego, mucho más que el que intentara ahondar en el motivo por el que, en julio de 2023, Ábalos formó parte de las listas socialistas, lo que le permitió renovar su puesto como diputado.

José Luis, sé fuerte

La figura de Víctor de Aldama no era conocida por el gran público en aquel entonces, pero los medios de comunicación se habían hecho eco, por ejemplo, de los contratos de material sanitario, por valor de 54 millones de euros, que el Ministerio de Transportes había adjudicado a una de sus empresas, Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas. Los cuales, por cierto, se rubricaron con irregularidades que fueron señaladas en la auditoría interna que Óscar Puente encargó al poco de tomar posesión de esa cartera. 

¿Qué es más grave? ¿Que Ábalos lo firmara? ¿Que el presidente no lo supiera? ¿Que lo supiera y no lo tuviera en cuenta a la hora de rescatar a Ábalos en las listas electorales? ¿O que le siguiera prestando su apoyo pese a las evidencias que tenía sobre la mesa? A lo mejor en Moncloa pensaron que todo lo que publicaba la prensa era mentira. “Infundios”. Recortes. Venganzas. Casualmente, no sucedió así durante el episodio del “Luis, sé fuerte”. O con aquel apoyo patético de la reina Letizia a Javier López Madrid.

Lo más sonrojante de todo esto es la actitud de los mandaos cuando el tirano no frena los ataques que reciben o cuando terminan su servicio y se marchan entre quejas y portazos Ábalos se encabritó cuando le mandaron al Grupo Mixto y protagonizó una rueda de prensa en la que lamentó “estar solo”. Ser “un peón” a la deriva. Es muy difícil aceptar la caída cuando se ha sido un mandao. El mundo se viene encima y las evidencias sobre el propio patetismo aplastan.

Algo así sucederá cuando Sánchez abandone el poder y quien venga comience a gestionar todo lo que encuentra como un botín de guerra. Ahí se denunciarán “purgas” y los periodistas que ejercieron de portavoces en esta etapa -en RTVE se compró la teoría del “sabotaje” de los trenes el pasado lunes- criticarán el haber sido abandonados. La frustración que acumulan los mandaos cuando les pegan la patada no queda dentro. Tiene que salir por algún sitio, aunque sea dando un portazo cuando les expulsan de donde están. Aunque sean más ricos que cuando empezaron su labor de mandaos (y mucho más de lo que merecen), exhibirán “mentalidad de pobre”, como decía don José Luis a su jefe en aquellos wasaps.