La filtración de los wasaps de Ábalos no es fruto de un calentón. Es una operación meditada, medida, que ha llevado semanas de planificación. Lo prueban algunos detalles que no han pasado desapercibidos, sobre todo en Moncloa, donde se ha seguido el día a día de la retahíla de mensajes con extremada preocupación.

El pasado domingo, El País informaba, de forma un tanto extraña, de que el PSOE y el Gobierno habían sido objeto de un "chantaje" justo unos días antes de que El Mundo publicara los citados mensajes. Los autores eran personas cercanas a los personajes centrales de la trama, Koldo y Ábalos. Según las fuentes de El País -la dirección del PSOE- esas personas amenazaron con publicar grabaciones que podrían comprometer al presidente del Gobierno, al número tres del PSOE, Santos Cerdán, y a dos ex ministros. Plantearon tres condiciones para no filtrar esas supuestas explosivas conversaciones: el pago de ciertas costas judiciales, la retirada de un expediente a un policía cercano al ex ministro de Transportes, y el reingreso en Correos de un despedido. Parece un precio barato a cambio de una campaña tan letal para el gobierno. Aún con todo, lo más sorprendente de la información es que ni la dirección del PSOE ni nadie del gobierno hayan presentado una denuncia por ese intento de chantaje.

El propio PSOE se ha dado cuenta de lo grave que era lo que ha revelado a El País y ayer mismo, el propio Santos Cerdán desmintió a El Independiente ese intento de frenar la publicación de conversaciones comprometidas a cambio de las ya aludidas condiciones. No es creíble que los periodistas que firmaron esa información se la inventaran. Más bien, lo que está haciendo el PSOE es recular ante una metedura de pata evidente.

Este incidente demuestra los nervios que habitan en Ferraz y en Moncloa. Es lógico.

La filtración a El Mundo -que no sabemos si es con la que amenazaron los chantajistas o proviene de otras fuentes- entraña las características propias de una operación milimétricamente planificada.

Tras reconocer que hubo intento de chantaje, ahora el PSOE recula. Los nervios atenazan a Moncloa y a Ferraz

En primer lugar, nada de lo publicado implica en actividad delictiva al ex ministro. Tampoco al presidente, pero sí que lo publicado pone de relieve algo que siempre ha dicho Ábalos: que a él Sánchez no le echó del gobierno por sospechas de corrupción.

En segundo lugar, los wasaps tocan temas sensibles, sin llegar a revelar nada peligroso... por el momento. Se habla de Air Europa, se da a entender que Pedro Sánchez se preocupó por la salvación de la compañía, pero no se implica en nada comprometedor. ¿Es acaso la única conversación al respecto entre el presidente y su ministro de Transportes? Parece que no. Otro tanto ocurre con el polémico aterrizaje en Barajas de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez. Se habla de ella, pero es Rodríguez Zapatero quien dice de ella que es "amiga". Ábalos ha confesado -entre otros al que suscribe- que fue el propio presidente quien le pidió que acudiera a Barajas la noche de autos. ¿Acaso ese día, en los previos o al día siguiente, no se comunicaron por wasap?

En la entrevista que concedió a Irene Dorta, Ábalos avisaba que había muchos más wasaps, ya que en los dispositivos que él entregó a Koldo y que luego fueron incautados por la Guardia Civil en un registro en su casa de Alicante, había conversaciones con Sánchez "desde 2016". Es interesante la fecha, ya que abarca a los años previos a la moción de censura, justo cuando Ábalos y Sánchez consolidaron su estrecha relación, los meses previos a la victoria en las primarias sobre Susana Díaz.

Tampoco ha aparecido ninguna conversación sobre la compra de mascarillas durante el Covid. Resulta sorprendente que durante la primavera de 2020, Ábalos, que se convirtió en el principal suministrador de mascarillas para el sector público de la mano de Koldo y del comisionista Víctor de Aldama, no comentara nada de ello con el presidente del gobierno.

Sánchez sabe mejor que nadie de qué habló con Ábalos durante años. Por eso tiene miedo.

Aunque tanto él como sus ministros intentan transmitir tranquilidad, la actividad en el entorno del presidente ha sido frenética en los últimos días. Su asistencia a la cumbre de la Liga Árabe en Bagdad y su propuesta para que la ONU sancione a Israel es una prueba. Su aparición ayer en un acto en Madrid entrando a saco en la polémica de Eurovisión, pidiendo la expulsión del concurso de Israel, es otra prueba de la necesidad que tiene de llevar el debate a otro terreno que no sea el de la corrupción.

La tregua durará lo que quieran los que tienen a su disposición el material del que, hasta ahora, sólo conocemos una pequeña parte.

Hubo intento de chantaje, sí. Lo que desconocemos es en qué estado se encuentran las negociaciones. Si las filtraciones se paran, habrá que pensar que los chantajistas han conseguido su objetivo.