Conocí Ciudad de la Asunción en 2019, año en que la sequía agostó el campo e hizo languidecer al imponente río que da nombre al país. Impactaba ver su muy mermado caudal pasar ante la sede del gobierno, el Palacio de López, edificio que sobresale en un conjunto arquitectónico conformado por los edificios de otras instituciones del Estado. Pero más sorprendente aún era la imagen de los antiguos jardines que, diseñados para dar majestuosidad a los edificios, estaban llenos de viviendas precarias hechas de madera, cartones y latón, cuadro que se repitió después en zonas de grandes y modernos bulevares.

Según supe, muchas de las personas que ahí vivían eran campesinos –indígenas en su mayoría¬desplazados por la expansión del cultivo de soja, principalmente. Paraguay es el cuarto exportador mundial de este producto altamente demandado en China a fin de producir proteína barata para sostener su crecimiento. Los datos mostrados por Oxfam al respecto son dramáticos. En 10 años, la concentración de la propiedad de la tierra y la consecuente falta de empleo han expulsado del campo a más de novecientas mil personas (en un país de poco más de seis millones de habitantes), en su gran mayoría menores de 30 años, siendo muchas de ellas víctimas del uso intensivo de agroquímicos que las está enfermando debido a la contaminación del medio y de sus alimentos.

El hecho de que el 80% del suelo cultivable del país esté dedicado al monocultivo ha sido posible porque el 2% de la población tiene el 85% de la tierra, gracias a un proceso de acaparamiento en el que se presume que ocho millones de hectáreas han sido mal habidas. Otra consecuencia ha sido la desforestación: en 50 años el país ha perdido 7,7 millones de hectáreas. Para colmo, el boom del agrobusiness no ayuda a paliar sus efectos secundarios debido a que genera muy poco empleo por los altos niveles de mecanización y unos impuestos nimios: solo pagan el 1,3% calculado sobre un precio preestablecido muy por debajo de los internacionales.

Aunque según los datos oficiales la pobreza (Ca. 20% de promedio en 2024) es inferior a otros países latinoamericanos, hay que tomar en cuenta que hay grandes diferencias entre pobreza urbana y rural y entre hombres y mujeres, como reflejan los datos sobre madres solteras y embarazos adolescentes. Según Radio Ambulante, en 2022, 470 niñas de entre 10 y 14 años dieron a luz en Paraguay y 40 fueron hospitalizadas por aborto. Ellas son parte de esas 72 adolescentes de cada 1.000 que fueron madres o quedaron embarazadas, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

La situación empeora cuando las adolescentes son pobres o indígenas. El 5% de las adolescentes pobres entre 15 y 19 años tuvieron al menos un hijo o hija antes de los 15 años, porcentaje que se duplica en el caso de las indígenas. Por demás está decir que estas madres y sus hijos no podrán salir de la pobreza, ni siquiera contar con ayudas públicas que contribuyan a evitar la marginalidad y la exclusión.

Me gustaría pensar que éstos y otros problemas del país serán los analizados por los más de 40 panelistas que pontificarán en el IV Encuentro Regional del Foro de Madrid cuya celebración está prevista el próximo mes en Asunción. Uno de sus principales organizadores es Raúl Latorre del Partido Colorado, sector político que lleva más de 70 años en el poder, incluyendo el período de la dictadura de Stroessner. Además, preside el Congreso Nacional, órgano cuya sede está cerca de las chabolas levantadas en los jardines a los que me refería al inicio. 

Latorre anunció la buena nueva del Foro a través de un mensaje de X (antes Twitter) que dice literalmente "(…) tendremos la oportunidad de escuchar las voces patrióticas que levantan las banderas de la soberanía, la libertad, la familia y la Fe como condiciones de un mundo más justo y democrático". En la imagen del mensaje se le ve compartiendo mesa y atuendo con el líder de Vox, Santiago Abascal.

Ante semejante declaración, busqué el video promocional del Foro creyendo que, al tratar de las familias y de un mundo más justo, hablarían de la situación de las familias monoparentales con una mujer a cargo del sustento económico, pero no encontré mayor información puesto que los materiales divulgativos solo repiten machaconamente: patria, libertad, Estado de Derecho, soberanía y democracia.

A juzgar por la posición ideológica del Sr. Abascal y de los votantes de Vox, es de suponer que en ese foro primarán las ideas conservadoras, nacionalistas ("antiglobalistas" dirían ellos) y religiosas conjugadas con una particular idea de libertad y democracia. Temas que se abordarán con el trasfondo de la Agenda 2030, como causa de todos nuestros males, y esas remembranzas panhispánicas compartidas por la derecha de ambos lados del Atlántico –tal y como se vio en la famosa Carta de Madrid– a las que Hermann Tertsch denomina "fuerzas patriotas y conservadoras de la Hispanidad".

El panhispanismo representa para algunas élites criollas la ocasión de verse más europeos, más blancos, algo determinante en una sociedad con una fuerte estratificación racista que legitima las desigualdades económicas y sociales, como ocurre en Paraguay y otros países de la región. Es significativo que en las encuestas del Latinobarómetro, ante la pregunta sobre donde se autoadscriben etnorracialmente, el 23% de los paraguayos se perciba como blanco y solo el 4,2% como indígena, a pesar de que el 38,7% de la población habla guaraní. Este último dato es relevante porque uno de los criterios para identificar a las poblaciones indígenas es la lengua materna.

El desajuste muestra que la identidad etnorracial no es un hecho "genético" sino más bien un proceso de construcción social del que, en este caso, forma parte el apego a valores conservadores y religiosos, incorporados a su vez a un paquete tradicionalista que se ha fortalecido a la par del mensaje político que los incorpora como elemento constitutivo de la hispanidad.

Es interesante estudiar cómo hay grupos que priorizan la defensa de una agenda de valores, desplazando el debate sobre las necesidades económicas y sociales de la población"

Que en Asunción se realice el IV Foro de Madrid no sorprende si se toma en cuenta que de las mayores movilizaciones sociales en ese país han sido para prohibir contenidos de educación sexual en los colegios –que bien vendrían para evitar embarazos no deseados– por considerarlos "ideología de género" que va en contra de las familias. Pero el mejor ejemplo del conservadurismo del país fue la oposición de grandes sectores a que Paraguay se sume al Pacto Mundial para la Migración de la ONU –a pesar de tener muchos de sus ciudadanos en otros países–. Uno de los argumentos determinantes fue que el pacto promueve el aborto y la ideología de género y LGBTI; otro fue que, al tratarse de un acuerdo internacional, estaría por encima de la Constitución y traería graves consecuencias para la armonía social y familiar. Causaban especial pavor las palabras del Pacto destinadas a la vulnerabilidad de las personas trans que caen en redes de explotación sexual, pues para ellos eso podría conllevar el fin de la concepción biológica y natural del hombre y la mujer.

Sin duda, para quienes trabajan sobre comportamiento político, resulta un interesante objeto de estudio determinar los mecanismos que configuran el comportamiento político de los grupos de personas que priorizan la defensa de una agenda de valores que se impone como prioritaria en el espacio público, desplazando así el debate sobre las necesidades económicas y sociales de la población. Para mí, una pista está en la respuesta que me dieron cuando pregunté por qué no se tomaba alguna medida de realojamiento. Me dijeron que no hacía falta porque estaba por llegar la temporada lluviosa que anega o inunda esas zonas, impidiendo que se pueda seguir viviendo ahí y que, por eso, "solitos se van".


Francisco Sánchez es director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Aquí puede leer todos los artículos que ha publicado en www.elindependiente.com.