A medida que se acerca el día de la reunión del Comité Federal del PSOE, convocado por la Ejecutiva el pasado 16 de junio, una vez que se conoció el informe de la UCO que ha proporcionado al juez del Supremo la base probatoria para ordenar el ingreso en prisión de Santos Cerdán, se van desinflando las expectativas sobre una posible revolución interna que sirva de dique para evitar que el partido se vea arrollado por el tsunami de la corrupción.
Partamos de la base de que Pedro Sánchez tiene a la dirección del partido en un puño y que en el Comité Federal los críticos son una ínfima minoría. Pero su gente, su círculo íntimo, barajó varias opciones tras el varapalo de la UCO: desde las elecciones anticipadas a una cuestión de confianza, pasando por un Congreso Extraordinario. Todas ellas, claro, con el fin de ratificar el liderazgo de Sánchez.
Pero, hoy por hoy, las elecciones están más que descartadas, así como la cuestión de confianza (esta opción, más que nada, porque los socios plantearon dudas), y del congreso extraordinario ya sólo hablan unos pocos, con Alfonso Rodríguez Gómez de Celis como abanderado.
Superado ya el trauma de la entrada en prisión de Cerdán, el hombre que ha dirigido con mano de hierro el aparato del partido durante los últimos años, Moncloa se centra en la operación de control de daños. Lo primero es salvar al presidente. El argumentario que maneja su entorno más cercano es que, tras ganar las primarias, Sánchez confió en el grupo que formaban Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García sin tener ni idea de que ya funcionaban como una pequeña mafia. Sánchez, insiste su círculo, no tuvo conocimiento de irregularidades económicas hasta el informe de la UCO. Hasta entonces sólo le llegaron comentarios de la vida disoluta de Ábalos, causa, añaden, de su destitución en julio de 2021.
El presidente ha transmitido a su equipo que está dispuesto a aguantar y que no habrá ni elecciones ni congreso extraordinario
Las fuentes internas del PSOE descartan por completo que haya habido financiación irregular y creen que la crisis se cierra una vez que Ábalos y Cerdán están ya fuera del partido. Dan poca importancia al apunte de Leopoldo Puente cuando en su auto habla de que el reparto de mordidas puede implicar a otras "personas físicas o jurídicas".
Ese mensaje de tranquilidad es el que está siendo transmitido por Ferraz a las distintas federaciones, para limitar las medidas a adoptar en el Comité Federal del sábado a cambios en el código ético o a la "desconcentración del PSOE", como apunta Juanma Romero en su crónica. Es decir, que en lugar de que haya un secretario de organización, el cargo se reparta entre varias personas.
Para justificar la nueva consigna de resistencia a ultranza, Moncloa se fija en lo que pasó en Portugal con Antonio Costa. El primer ministro portugués ganó las elecciones de 2022 por mayoría absoluta. En noviembre de 2023 dimitió porque el Tribunal Supremo le abrió una investigación tras la detención de su jefe de gabinete por unas concesiones de dos explotaciones de litio y una planta de hidrógeno verde. Al final, la investigación determinó la inocencia de Costa, pero la derecha ganó y ahora incluso la extrema derecha de Chega obtiene los mismos escaños que el Partido Socialista portugués.
Es curioso como uno siempre encuentra un caso en el que apoyar una decisión que ya está tomada.
Argumentan en Moncloa que ir a elecciones ahora "sería una irresponsabilidad", porque sería tanto como abrir la puerta del Gobierno a la derecha y la ultraderecha. Así que la consigna es aguantar, resistir, mantener el pulso, porque, hasta el momento, ninguno de los socios de investidura ha planteado en serio dejar caer al Gobierno.
Sánchez está tranquilo porque, a todo lo más, lo que le espera por parte de esos socios es gesticulación. Como, por ejemplo, la reunión que hubo este miércoles con Sumar. Palabras duras, sí, pero nada más. Por otro lado, ni ERC, ni Junts, ni Bildu, ni el PNV le van a dar la oportunidad a Feijóo para que le gane el pulso a Sánchez en una moción de censura.
Así las cosas, ¿qué podemos esperar del Comité Federal del sábado? Cambios cosméticos, proclamas contra la corrupción y cierre de filas en torno a Pedro Sánchez. En esa línea, el presidente prepara una comparecencia en el Congreso el próximo día 9 en la que le hará una enmienda a la totalidad... al PP. En lugar de hablar de la trama de Koldo/Cerdán/Ábalos, Sánchez atacará con los escándalos del PP que están todavía por juzgar, sin dejarse en el tintero las referencias a Díaz Ayuso.
Como ya ocurrió tras los cinco días de reflexión de abril de 2024, Sánchez ha superado –o dice haber superado– las dudas sobre su continuidad y ha decidido defenderse atacando. En su más puro estilo del manual de resistencia.
Los que le rodean creen que lo volverá a hacer, que no va a tirar la toalla y que saldrá reforzado tras unas semanas de zozobra.
Sólo hay un problema para que le funcione esta nueva inyección de autoconfianza: la investigación del Supremo no ha hecho más que empezar y los que ya han caído pueden pensar que, para ellos, el silencio no les sale a cuenta.
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