La tribu tertuliana progubernamental ha hecho un trabajo espléndido en las últimas horas. Su empeño y su desempeño han sido sobresalientes desde que Pedro Sánchez posó el pie derecho en el primer escalón de la tribuna del Congreso para explicar su plan contra la corrupción. No había pronunciado la primera palabra cuando algún ilustre periodista ya anticipaba que el presidente había salido reforzado de la sesión parlamentaria.

Habitan en Madrid muchos periodistas pobres que no lo merecen, pero también unos cuantos que han juntado mucho más dinero del que soñaban. La vida les ha concedido una fortuna inmerecida, aunque ganada a pulso gracias a sus lúbricas loas al representante político y económico de turno. Sánchez ha estado rodeado de un nutrido grupo de aduladores que ayer lamentaba que Alberto Núñez Feijóo sacara a colación durante el pleno el negocio de “prostíbulos” de la familia política de Pedro Sánchez.

"Los asuntos familiares deberían quedar al margen del debate político", sugería alguno, especialista en segregar; verbo desgraciadamente habitual que ilustra sobre la aplicación del derecho de admisión cuando le viene en gana a quien lo emplea. Sirve tanto para vetar temas como personas o periodistas (importante diferenciar estos últimos). Lo que para unos se aplica, para otros no porque así lo creo. Lo que se aplaude con Thais Villas, se rechaza con Vito Quiles. Lo que impulsa a convocar manifestaciones con Díaz Ayuso, se repudia con Pedro Sánchez o con su suegro.

¿Sería razonable que los representantes públicos se limitaran a gestionar el Estado sin caer en cuestiones personales e ideológicas; o sin recurrir a dosieres sin filtraciones? Sin duda. La pregunta es: ¿por qué sólo plantea esta cuestión la tribu tertuliana cuando tocan a su candidato?

Los prostíbulos suben la tensión

Figuraban este jueves en sus ediciones digitales no menos de cinco o seis artículos en los que se repetían los términos “carroña”, “fango” y “tensión”, los cuales, por supuesto, no se puede aplicar cuando alguien de la izquierda vuelve a hacer referencia a la fotografía del líder del PP con Marcial Dorado -que incluso imprimen- o, qué se yo, al dinero que recibe de la Xunta de Galicia una fundación para la que no trabaja su mujer, pero que así afirmó el periódico de José Miguel Contreras y la propia María Jesús Montero para intentar desgastar a su adversario.

Es cierto que cuando Angélica Rubio se inventó aquello de que el juez Peinado dispone de dos DNIs, la mayoría enmudeció, dado el carácter disparatado de la cuestión. Sucedió lo de siempre: la trola pasó a un segundo plano informativo en pocos días y aquí nadie ha visto nada. Un tiempo después, el PSOE concedió un sueldo de más de 100.000 euros al año a esa periodista en RTVE. Su nombramiento fue aceptado por los socios de investidura, que, en realidad, tragan con todo, como un desagüe o como un hambriento.

En esa casa, la televisión pública, vociferaba Javier Ruiz indignado este jueves por la mañana ante la decisión del Partido Popular de sacar a colación la cuestión de los locales de ocio y esparcimiento de los Gómez. Desde ese mismo programa se propagaba hace unas semanas el bulo de que un capitán de la UCO había confesado a un confidente su deseo de que alguien colocara una bomba lapa en el coche del presidente. La conversación fue manipulada por quien se la filtró al periódico que reveló la exclusiva, otra vez, El Plural. En realidad, el Guardia Civil expresaba su temor -con sorna- a sufrir tal represalia si continuaba con sus pesquisas.

Ese mismo periódico también fue señalado por haber recibido el famoso correo electrónico entre la pareja de Isabel Díaz Ayuso y la Fiscalía, que el PSOE quiso utilizar como arma arrojadiza en al Asamblea de Madrid. Que nadie se confunda: no se juzgan aquí los problemas fiscales de González Amador, como tampoco la actividad de quien explota un negocio en el que se producen actividades sexuales con o sin retribución mediante. Lo que se trata de establecer es: ¿Dónde está el listón? ¿O acaso lo que para el otro está bien para el mío es improcedente?

¿Dónde está el listón? ¿O acaso lo que para el otro está bien para el mío es improcedente?

Es evidente que el sofoco que escenificaron los paniaguados de turno se debe a que Núñez Feijóo ha endurecido su discurso, lo cual le aleja de la estrategia anterior, es decir, la que defiende que la mejor vía para alcanzar la presidencia es la contención, que podría favorecer la abstención del votante descontento de izquierdas sin desmovilizar al conservador.

A lo mejor alguien le ha convencido de que ese camino no permitía rebasar cierto umbral en las encuestas ni frenaba el crecimiento de Vox. Y quizás ha considerado que la mayoría absoluta es posible -dado el desgaste creciente de Sánchez- si comienzan a expresarse con más rotundidad sobre asuntos que afectan a la izquierda y que, si los tuviera en su poder, no hubiera dudado en arrojarle a la cara una y mil veces a la oposición.

Los prostíbulos en cuestión

La cuestión de los prostíbulos penetra con una gran efectividad en la conciencia de los ciudadanos porque circula entre lo obvio y lo obsceno. Porque le afecta a un presidente cuyo discurso radical contra la prostitución no sólo ha quedado cuestionado por las conversaciones que revela el último informe de la UCO sobre quienes le rodeaban, sino porque su familia política mantuvo locales donde se desarrollaban ciertas actividades.

¿Debe condicionar lo que hace la familia al individuo? ¿Se le debe juzgar por ello? ¿Puede alguien oponerse en lo político a esta cuestión, pese a su pasado? Que cada cual obre en conciencia, pero no se puede negar que una de las claves de la llegada y permanencia en el poder de esta izquierda es su defensa de un feminismo que, en lo moral, no admitía precisamente muchas escalas de grises. O, mejor dicho, no lo hacía para el resto, dado que sobre Íñigo Errejón apartaron la vista algunas veces... y a Paco Salazar le querían premiar con un alto cargo en Ferraz el pasado sábado.

Lo que para unos sirve, debería también ser consentido para los otros; y lo contrario. Pero acusar ahora a la oposición de elevar la tensión cuando sus huestes -con tu autorización- han practicado lo mismo durante años resulta lamentable. Por supuesto, la indignación de los contertulios de cabecera, amén de la de Javier Ruiz y demás tropa, les vuelve a convertir en fariseos sin muchos escrúpulos. Los méritos que han hecho para ganar tanto dinero no son precisamente periodísticos.