Salvador Illa no quería reunirse con Carles Puigdemont. Ni hay química entre ellos, ni le necesita para seguir presidiendo la Generalitat. Las sonrisas que ayer lucieron ante los periodistas en Bruselas eran forzadas y se notó. La planificación del encuentro estaba hecha para que no durara mucho. Illa tenía que salir corriendo a la inauguración de una exposición del milenario de Monserrat en el Parlamento Europeo. El comunicado tras la conversación es tan breve como insulso: "El diálogo es el motor de la democracia para que Catalunya siga avanzando. Hoy damos un buen ejemplo".

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Illa no le perdonará nunca a Puigdemont la jugada que le hizo el 10 de agosto de 2024, el día que el iba a ser elegido presidente de la Generalitat, y él apareció por sorpresa en Barcelona para fugarse poco después y llevarse los titulares de la jornada. Una treta propia de un político que sólo vive de los golpes de efecto. El coche con el que ayer llegó a la cita tenía como matrícula: 1-O-2017, el día del referéndum ilegal. Es como un niño.

Para Illa, Puigdemont representa lo peor del partido heredero de Convergencia, que durante muchos años funcionó como una agencia de gestión de los intereses de la burguesía catalana y de la familia Pujol. El primer secretario del PSC prefiere mil veces pactar con ERC que con Junts. Y su opinión en privado de Puigdemont no puede ser peor. No olvidemos, él no lo hace, que el ex president se fugó en el maletero de un coche para eludir a la Justicia, mientras que algunos de sus compañeros se quedaron y tuvieron que comerse el marrón de ser juzgados e ingresar en prisión. Bien es verdad que a cuerpo de rey.

La charla de ayer vino precedida de una reunión previa mantenida el pasado viernes en Ginebra entre las delegaciones de Junts y el PSOE, que terminó en rotundo fracaso. Recordemos que por el Partido Socialista acude a esas convocatorias mensuales el ex presidente Rodríguez Zapatero. Antes lo hacía Santos Cerdán. Con estos actores, ¿qué puede fallar?.

Puigdemont no le ha dado ninguna garantía a Illa de que Junts vaya a apoyar los presupuestos de Sánchez

Junts no le perdona al Gobierno que sea incapaz de domesticar al Supremo y que su líder siga siendo un prófugo. Quieren que Puigdemont pueda venir ya a España sin ser detenido. Esa es la reivindicación a la que no van a renunciar antes de entrar en otros asuntos, como la aprobación del techo de gasto o de los presupuestos.

Entonces, ¿por qué se ha reunido Illa ahora con Puigdemont cuando lleva ya más de un año al frente de la Generalitat y no ha encontrado hueco en su agenda para verse con él?

La única explicación es que Sánchez le ha pedido a Illa que monte ese paripé como un preámbulo de la entrevista que él mismo prevé mantener con el ex presidente de la Generalitat en un futuro próximo. Como dice la nota, este ha sido un paso en la normalización. Si es normal que el presidente de la Generalitat se reúna en Bruselas con el prófugo, ¿por qué no va a serlo que el presidente del Gobierno español haga lo mismo? Ese acto sería el culmen de la normalización.

Es Sánchez y no Illa el que necesita el apoyo de Junts en el Congreso de los Diputados. Todo lo que estamos viviendo forma parte de la preparación de ese encuentro, como precio a pagar por siete votos.

Ayer mismo el Gobierno aprobó la condonación de la deuda a Cataluña, exigencia de ERC para seguir formando parte de la llamada mayoría de investidura. María Jesús Montero, haciendo caso omiso de lo que dice la Autoridad Fiscal, ha dado vía libre la los gobiernos autonómicos para que se gasten en lo que quieran los casi 7.000 millones que se pueden ahorrar en intereses de la deuda. No sólo es que el Estado haya decidido de un plumazo endeudarse en otros 83.000 millones (el monto total de la quita a las CCAA), sino que da vía libre para las autonomías para que lo aumenten más aún, en lugar de reducir su déficit. No tiene sentido, pero es lo que se pactó con ERC que, lógicamente, no pensó ni en Murcia ni en Castilla-La Mancha cuando pactó con el PSOE esa condonación, sino sólo en Cataluña. Aunque las comunidades del PP se nieguen a aceptar la quita, ERC ya tiene el peix al cove.

Junts no tiene un horizonte electoral muy halagüeño. El PSC se muestra sólido en las encuestas, incluso avanzando algún escaño, mientras que ERC se mantiene como segundo partido más votado en Cataluña, ofreciéndose a sus electores como el partido que le arranca cosas al gobierno de Madrid. A Junts le está robando votos por la derecha Aliança Catalana, y no pinta nada en el Parlament. Su única fuerza son los siete votos en el Congreso. Ceder ante Sánchez no le va a reportar nada electoralmente. Por eso pone el nivel tan alto. Puigdemont quiere ver a sus pies a Sánchez como muestra de que todavía manda algo, de que su fuga no ha sido del todo en balde.

Hábiles como son los de Junts ("astutos", como decía el nefasto Artur Mas), le harán creer al presidente que una cita en Bruselas colmará el ego de Puigdemont lo suficiente como para que los siete votos vuelvan al redil. Illa ha ido a Bruselas para ver si en esa piscina había agua. Parece que no ha salido muy convencido.

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