María Corina Machado ha sido distinguida con el Premio Nobel de la Paz y mi enhorabuena va para personas como Andrés Villavicencio, con quien conversé largo y tendido hace unos meses, cuando casi acababa de huir de Venezuela. Lo hizo unos días después de las elecciones de 2024, después de detectar que los perros de presa de Nicolás Maduro le vigilaban frente a su casa.
Cuenta que esperó a la noche, se puso una mochila a la espalda, se despidió de su madre, apagó el teléfono móvil y se adentró en la oscura vegetación para no ser detectado y detenido. Cruzó la frontera hasta Bucaramanga, desde allí llegó a Medellín y tomó un vuelo hacia Madrid. Allí se instaló en una habitación de Villaverde y mantuvo su activismo donde le dejaron hablar.
El Nobel reconoce el coraje de una opositora, pero también acorrala a quienes, como Zapatero, han defendido una dictadura con todo tipo de argumentos fariseos y excusas peregrinas
Su único pecado fue el de simpatizar con la oposición, aunque comparte con otros miles y miles de compatriotas la circunstancia de ser venezolano en estos tiempos de tiranía y corrupción. Este viernes por la mañana, recibió mi enhorabuena por WhatsApp y se expresaba feliz por el espaldarazo que supone el Nobel para Machado. Parece una perogrullada, pero ya queda un día menos para la libertad. Lo que sucede es que hay jornadas en las que sólo se avanza 24 horas y otras en las que se pega un salto de varios años.
Cómplices españoles
Un amigo de Villavicencio pisó las celdas de El Helicoide, un proyecto de centro comercial encuadrado en el Movimiento Moderno –como la Brasilia de Niemeyer– que actualmente sirve de prisión para los presos políticos del régimen de Maduro. Allí se han documentado encarcelamientos arbitrarios y torturas, algo que no echó para atrás a Juan Carlos Monedero cuando, en enero de 2025, ofreció allí una ‘conferencia magistral’ sobre los derechos humanos.
Hay que tener el alma podrida para participar en esa actividad mientras, a unos metros, se trata a opositores como perros. Hay que ser un chacal, aunque entra dentro de lo esperado que quien obtiene u obtuvo lucro de las dictaduras –y en España hay ejemplos por todos los flancos– renuncie a la bondad y a la dignidad por aquello del ‘dame pan y dime tonto’. Pero diría que en este caso tampoco habría hecho falta una recompensa para brindar su apoyo al tirano. El socialismo del siglo XXI suele pregonar democracia con la misma intensidad con la que sus recetas la destruyen. Porque su germen se halla en el totalitarismo comunista, que promete entregar el poder al pueblo mientras le hostiga, le limita y le separa del mundo libre con muros y alambradas.
Es de esperar que los radicales respalden a tenebrosos dictadores como Maduro. Lo que resulta más preocupante es que lo hagan quienes sobre el papel son socialdemócratas, como José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente español que se ha convertido en el principal apoyo en Europa del caudillo caribeño. Aquel mensaje con el “Delcy es amiga mía” debería avergonzar a todo un país. No sucede así porque hay una parte de España que asume como propias las batallas de sus líderes y los negocietes internacionales de quienes les rodean.
Por eso está cargado de simbolismo este 10 de octubre de 2025, en el que se reconoce el coraje de una opositora, pero también se acorrala a quienes, como Zapatero, han defendido una dictadura con todo tipo de argumentos fariseos y excusas peregrinas. Hoy más que nunca se demuestra que están en el lado incorrecto de la historia. El de los tontos útiles, que en realidad siempre ha sido el de los cómplices. El de quienes se presentan como pacifistas, pero son miopes, cuando no ciegos, con los abusos, las torturas y el sufrimiento que no les conviene. El de defensores de los derechos humanos que hoy intentan aproximar a su país hacia dictaduras como la China. El de quienes defienden autoritarismos por conveniencia.
Delcy Rodríguez
Esta gente intentó colar en España a Delcy Rodríguez por la puerta de atrás –con “cena con sorpresa”– y se relacionó con imputados como Víctor de Aldama. El de la trama de los hidrocarburos y alguna cosa más. Hay apoyos que resultan más sencillos de explicar de lo que parece. Otra cosa es que no estemos en posesión de todos los datos. Pero basta seguir la línea de puntos para averiguarlo.
Y ese camino conduce hoy más que nunca hacia el vertedero moral en el que se encuentran. El de la Internacional Socialista o el del Grupo de Puebla donde Zapatero –y Oriol Junqueras– comparten espacio con Jorge Rodríguez. En definitiva, el de todo ese espacio que utilizan los enemigos naturales del mundo libre para ilustrar sobre las bondades de su alternativa, en la que no existen ni las libertades ni la democracia que ellos pregonan.
Todo esto lo omite el PSOE, mimador de Zapatero e irresponsable con su política internacional. Podemos, directamente, lo reconoce y pregona. Sirva leer las palabras de Pablo Iglesias tras conocer la identidad de la ganadora del Nobel: “La verdad es que para dárselo a Corina Machado, que lleva años intentando dar un golpe de Estado en su país, se lo podrían haber dado directamente a Trump o incluso a Adolf Hitler a título póstumo. El año que viene, que lo compartan Putin y Zelenski. Si ya, total…”.
Nunca antes, en el último medio siglo, España estuvo más cerca del terreno donde juegan los totalitarios. Por suerte, hoy María Corina Machado ha situado a Maduro y a sus cómplices, para siempre, en el lugar de los libros de historia donde merecen.
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